Aquellos locos de Luhuso o Arenys que cambiaron la historia
Eran 20 en Arenys de Munt y apenas media docena en Luhuso, dos minúsculas localidades catalanas y vasca. De los primeros se reían, recordó David Fernández, por lanzar una consulta. A los segundos, apuntó Joseba Azkarraga, los detuvieron por querer desarmar a ETA. Pero la iniciativa civil, a veces, funciona.
Las esperanzadoras noticias que corrieron de boca a boca desde primera hora de la mañana daban aún más relevancia a la mesa redonda convocada por Sare a mediodía en Bilbo. Con acentos vascos, catalanes y colombianos, se trataba de analizar la importancia del factor civil para solucionar conflictos políticos, muy enquistados en los tres casos citados. Activismo civil, un elemento que muchas veces ha sonado –y sonará– a ilusorio, pero que a veces da resultados.
«Los estados no se mueven, se les mueve, y lo ocurrido en Ipar Euskal Herria es el ejemplo claro», constató de entrada Joseba Azkarraga (Sare). A su lado, la artesana por la paz Anaiz Funosas era la prueba fehaciente de cómo desde esa palanca se puede terminar logrando cosas que «parecían imposibles». Como el desarme de ETA: «Cuando preguntábamos, todos los expertos internacionales nos decían que eso se hacía con los estados». Los artesanos fueron claves para hallar otra vía práctica. Y si efectivamente la situación de los presos también se encarrila gracias a ese «voluntarismo», el éxito será pleno.
Llegados a este punto en que París parece empezar a moverse en profundidad, Azkarraga no quiso olvidar que hace apenas trece meses «Luhuso acabó con detenciones y con imputaciones, y es esa misma gente la que ahora ha logrado sentarles en una mesa y que se muevan».
La Pantera Rosa catalana
Los locos de Luhuso son en Catalunya los chalados de Arenys de Munt. El periodista y exdiputado de la CUP David Fernández recordó que eran apenas una veintena los que lanzaron la primera consulta municipal en Catalunya, en esta localidad de apenas 8.000 habitantes. De la gota vino la ola, y de la ola la marea, hasta llegar al 1 de octubre de 2017, el referéndum que reescribió la historia.
Con su tremenda capacidad de explicar fácilmente cosas difíciles, Fernández apuntó que a menudo la izquierda se plantea las batallas «a todo y nada» y «casi siempre es nada. Ese 1-O no fue un todo o nada, fue un antes y un después, el mayor acto de soberanía y desobediencia civil, y aunque no me gusta humillar a nadie, una derrota humillante del aparato del Estado español en Catalunya».
«Lo más difícil es el principio, cuando enciendes una cerilla en medio de la oscuridad», reflejó Fernández. De aquella aportación civil vino el movimiento político y luego a su vez el rebote civil, masivo, del 1-0, cerrando el círculo. «Los movimientos civiles siempre anticipan lo que es necesario que llegue», resumió el catalán.
Hubo tiempo, y había mucho interés entre el público, para detenerse en la incierta situación actual del proceso catalán. Para David Fernández, se ha logrado llegar «al final de la farsa». Hoy sabemos que, al contrario de lo que durante décadas vendió el Estado en Catalunya, no todo es tolerable sin violencia. «Podéis decir lo que queráis, pero nunca lo podréis implementar», es el mensaje que observa Fernández que manda Madrid hoy a la mayoría catalana.
¿Por dónde seguir avanzando? Subrayó que la reflexión está en marcha, «pero el gran paso ya lo dimos, fue el 1-O». Siempre con una figura gráfica acertada a mano, David Fernández evocó a la Pantera Rosa por su capacidad para «esquivar al poder, que viene siempre de frente, y para abrir escenarios nuevos». Se verán, seguro, y de nuevo ahí el impulso civil será determinante.
El reto de Colombia
De la importancia de la participación civil saben también en Colombia, pero a día de hoy más en sentido contrario, más por necesidad futura que por experiencia pasada. El activista por los derechos humanos Mario H. Calixto dibujó una situación difícil en la que la sociedad civil tendrá que esforzarse para lograr «una paz verdadera». «El Gobierno dice que ha cumplido el 60% de los acuerdos con las FARC, pero las FARC calculan un 18%. De sus 2.600 presos, 600 siguen aún en la cárcel. Y el ELN quiere hacerse partícipe también de un proceso de paz, pero no en las condiciones que marca el Gobierno de Santos», dijo.
En su opinión, «el pueblo colombiano le está apostando a la paz, pero no a cualquier paz, no a esta paz de Santos y de las 50 familias que dominan el país». Calixto hizo mucho hincapié en la necesidad de «colaboración internacional» frente a «una oligarquía colombiana que no va a permitir que el pueblo llegue al poder».
De colaboración habló también Funosas, pero esta vez entre el norte y el sur vasco. Considera que si sus dinámicas en marcha se suman, la resolución estará mucho más cerca.