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Etxerat divulgará el impacto del alejamiento de presos sobre las personas mayores

Etxerat emprenderá en los próximos meses una campaña de divulgación del impacto que la política de alejamiento de los presos vascos tiene sobre sus familiares de edad avanzada y enfermos. En una comparecencia en Bilbo, la asociación ha desvelado que la semana pasada el padre del prisionero azpeitiarra Gotzon Aranburu tuvo que ser hospitalizado con pronóstico grave tras sentirse indispuesto cuando se dirigía a visitarle a la cárcel de Villena.

Etxerat ha comparecido en Bilbo. (ARGAZKI PRESS)

Familiares de presos, profesionales de la salud e integrantes de las plataformas de pensionistas por los derechos sociales han ofrecido hoy una rueda de prensa en Bilbo para dar a conocer una iniciativa con la que se pretende socializar la realidad a la que se enfrentan las personas mayores o enfermas que deben visitar a sus allegados encarcelados. Patricia Vélez y Nagore Mujika, de Etxerat, han incidido en la avanzada edad de las madres y padres de los prisioneros, en su mayoría superior a los 70 años, que llevan de 10 a 30 años desplazándose a cárceles alejadas entre 600 y 1.100 kilómetros de sus hogares.

La realidad de estas personas, han apuntado, es otro de los vértices de la dispersión que pretende dar a conocer a la sociedad como antes lo hicieron con la de los menores. En este caso, han destacado las limitaciones que impone la edad avanzada, unida a una situación que ha desgastado la salud de estos familiares de presos por tanto viaje. Ahí, han incidido, está la realidad de aquellos que se ven obligados a renunciar a visitar a sus hijos, nietos o sobrinos.

Vélez y Mujika han citado dos ejemplos de lo que estaban hablando. Hace un año, Mari Carmen Anza, madre de Olatz Lagasabaster, tuvo que ser hospitalizada en Valencia al comenzar a sentirse mal cuando visitaba a su hija, detectándosele una neumonía. El caso más reciente, de la semana pasada, el de Jose Aranburu, que sufrió un importante bajón de azúcar cuando salía de un hotel próximo a la prisión de Villena, donde iba a visitar a su hijo Gotzon.

El azpeitiarra tuvo la fortuna de poder llegar a un centro sanitario, ya que su pronóstico era grave. Aranburu, que perdió la visita en esta ocasión, es la segundo vez en tres meses que tiene que ser hospitalizado por el deterioro de su salud, agravada por los largos viajes que deben realizar.

«Son algunas de las consecuencias de estos viajes impuestos, de estas visitas a lugares muy lejanos que solo se pueden enterder en términos de venganza», han subrayando las portavoces de Etxerat, que han añadido que «a los familiares no les queda más remedio que aferrarse, sea cual sea su estado de salud, si quieren seguir viendo a sus hijos e hijas, a sus nietos o sobrinas».