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Derechos humanos y eficacia: el dilema de la Asamblea del Consejo de Europa

La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa es el reflejo de un continente dividido. Intereses geopolíticos. Lecturas divergentges de los mismos acontecimientos y diferencias ideológicas dejan el peor panorama desde el fin de la Guerra Fría.


El recuerdo a las víctimas del Holocausto en el aniversario del 27 de enero de 1945, cuando las tropas soviéticas liberaron el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, es el único acto para el que los parlamentarios y senadores de 46 países europeos se pueden poner de acuerdo. En la mayoría de los demás asuntos, los países se comportan por bloques regionales, o los representantes se dividen según su ideología política.

Todo ello es normal en cualquier institución democrática. Ante un bloqueo funcional se reinicia todo mediante las elecciones, pero el Consejo de Europa y su Asamblea Parlamentaria son instituciones diferentes. Nacidas en 1946 para propiciar el diálogo entre los países europeos y promover la democracia y los derechos humanos, cuentan como miembros a todos los países del continente europeo a excepción de Bielorrusia, que se niega a abolir la pena de muerte. Periódicamente los ministros de Exteriores de todos los países se reúnen, así como representantes de los Parlamentos y Senados. De estos organismos depende además el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Estas organismos creados para el diálogo son a día de hoy más escenario de intrigas e intereses puntuales que promotores de valores comunes. El principal escollo a esta funcionalidad es a día hoy la presencia parcial de Rusia. Tras la anexión de la península de Crimea en 2014, los representantes de Moscú fueron sancionados. Rusia sigue en el Consejo de Europa, pero sus diputados y senadores fueron provados de voz y voto en la Asamblea Parlamentaria. Por lo que esta última lleva ya más de tres años produciendo casi en serie informes y recomendaciones totalmente parciales para alegría de la delegación ucraniana y parte de los representantes georgianos, bálticos y polacos.

Andrej Hunko, diputado de Die Linke (La Izquierda) de Alemania, considera que la situación creada es altamente inefectiva. El Consejo de Europa «es el único organismo común para los países de la Europa occidental y oriental, un lugar donde poder hablar, pero la narrativa del conflicto del Donbass (principal motivo de las sanciones a Rusia) es solo desde el punto de vista de un lado. Hay que encontrar la manera de que las dos narrativas puedan ser escuchadas», añade. Algo que se puede aplicar a cualquiera de los conflictos latentes o congelados que hay en Europa, «que se respeten otros puntos de vista de los conflictos que tienen lugar».

En este sentido es cierto que han empezado ciertos movimientos, respaldados por el secretario general del Consejo de Europa, el noruego Thorbjorn Jagland, y el presidente de la Asamblea Parlamentaria, el italiano Michele Nicoletti, para reformar estos organismos con tal de que ninguna nación pueda ser sancionada con la privación de voz y voto al menos que su territorio se den los casos de trabajos forzados, pena de muerte, asesinatos extrajudiciales o se de un sistema judicial sin garantías mínimas.

Rusia sí, pero otros también

Incluso con estas cuatro condiciones se podría poner en duda el regreso de Rusia, pero entonces países como la propia Ucrania, Turquía o Azerbaiyán, y solo por poner algunos ejemplos, tampoco serían totalmente aceptables. De todos modos, Rusia parece que cada vez se lo toma con más calma. Konstantin Kosachev, senador ruso que se desplazó a Estrasburgo a hablar de la reforma del Consejo de Europa y la Asamblea, declaró que «regresar a la Asamblea no es un objetivo, el organismo sin nosotros (Rusia) no tiene mucho sentido y los que impiden nuestra participación son bastante cortos de miras». A ello se suma que Rusia no va a abonar, al menos de momento, la parte que le corresponde del presupuesto de la Asamblea Parlamentaria, cerca de un 20% del total. Algo que según fuentes internas, va a obligar a hacer serios recortes.

Los representantes de Ucrania siguen con su campaña de demonización de Rusia en este organismo. Por una parte presentan pruebas irrefutables de la responsabilidad rusa en sus problemas, pero las mezclan con exageraciones e incluso datos falsos que desvirtúan su narrativa. El tema de Crimea, además, no es precisamente el que más les favorece, ya que es como mínimo discutible a la vista de la historia de la península así como del precedente de Kosovo.

Como mínimo hasta enero de 2019, cuando puede que entren en vigor algunos cambios así como la vuelta de los representantes rusos, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa seguirá siendo un organismo con buena intencionalidad, pero escasa eficiencia en su fin de promover la democracia y los derechos humanos.