Ni jugar bien, ni ganar, ni nada de nada
Los rojiblancos, que siguen a la deriva, son incapaces de hacer un solo gol al penúltimo clasificado y acaban despedidos con silbidos.
ATHLETIC 0
LAS PALMAS 0
Kuko Ziganda lo intentó en Girona con un cambio de sistema. Y le salió rana. Ayer, cambió de estrategia y apeló a lo sentimental, a lo intangible, dando entrada de inicio a Yeray, De Marcos y Kepa. Y la realidad es que acabó echando mano de Córdoba, que ni contaba ya, para solucionar el callejón sin salida en el que se ha metido este grupo. Ni juego, ni goles, ni victoria. Nada de nada. Y por si fuera poco, Aduriz y Raúl no estarán en el Calderón al ver la quinta amarilla.
Con pitos. Así despidió buena parte de San Mamés, los que desafiaron la desapacible noche confiados en las buenas palabras de Kuko Ziganda en la previa del partido, a un Athletic, y por extensión diríamos que a un Las Palmas, que firmaron una primera mitad plana, yerma, sin el mínimo criterio, ni un solo tiro entre los tres palos, una primera mitad cargada de faltas, de balones a ninguna parte sino eran al rival... Llovía sobre mojado y eso que el técnico navarro puso en liza un once con significativas novedades, la más llamativa la inclusión de Yeray en el eje en lugar de un Núñez que lo venía jugando todo. Junto a Kepa y De Marcos, dio la impresión de que Kuko quiso no solo hacer reaccionar al grupo sino enviar un guiño a la grada para tenerla con los suyos desde el primer minuto. Vamos, que de haber podido hubiera dado entrada al mísmísimo Muniain. Pero ni por esas, oigan. El Athletic fue un calco de lo que viene siendo prácticamente toda la temporada pero cuyas vergüenzas empiezan a aflorar ahora.
Cuarenta y cinco minutos en los que el Athletic apenas sí firmó un cabezazo cruzado de un desnortado Williams y un tiro desde fuera del área de un inquieto Raúl García que se fue cerca de la madera. Eso, y el gol anulado a Yeray a los tres minutos por un ‘pantallazo’ previo de Rico a un defensor canario. Por parte visitante, menos aún, aunque estuvo a punto de irse con ventaja tras una peligrosa contra sobre la bocina que Viera malogró. Reparto de faltas, de errores y merecidos silbidos.
A vuelta de vestuarios ambos equipos parecieron tener claro que no se habían ganado el sueldo y más de uno había merecido ese cambio que hizo Paco Jémez a la media hora porque no le gustaba cómo lo estaba haciendo uno de sus hombres. Al menos el Athletic descubrió que había portero en la meta rival, y sendas llegadas acabaron en balones fáciles para Chichizola. La respuesta a ese pasito adelante de los leones fue una contra en la que Nacho Gil se topó con Kepa, que evitó en dos tiempos el gol amarillo. San Mamés trataba de desfibrilar a su equipo, pero ni por esas hilvanaba nada provechoso. Ziganda metió a Beñat por un desaparecido Iturraspe, para ver si al menos a balón parado sonaba la flauta. Eso mientras el juego seguía salpicado de faltas –49 en total–, cartulinas, un colegiado catalán mimetizado con el pobre fútbol, y casi por inercia, por orgullo, por jugar en casa, los leones trataba de apretar pero sin tino ni concierto. Sin visos de nada, Kuko siguió exprimiendo recursos, miró al banquillo y allí estaba el joven Córdoba... Apretó el Athletic en los minutos finales con más corazón que cabeza. Por allí apareció Raúl García, quitó Kuko a uno de los más decentes ayer, Saborit... y Williams que la tuvo a falta de cinco minutos. La tuvo. Como siempre. Final y empate con bronca a cargo de los pocos que quedaban en un triste San Mamés. Muy triste todo.