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Entrevue
IGOR ARZUAGA
PIANO, GUITARRA Y VOZ DE LARREPETIK

Igor Arzuaga: «Respondiendo a tu pregunta: ‘hago lo que me da la gana. Y esto no es una utopía’»

Qué diferente a lo habitual es situarse ante un disco en el que intervenga Igor Arzuaga, artista de largas huellas, discos pausados y canciones entre el viento quieto y el vuelo de las nubes. Larrepetit es su nuevo proyecto, con el piano como guía. «Zuhaitz horiek», el título del debut.


Hace veinte años Igor Arzuaga, Gile Iturriondobeitia, bajo, ex- Danba y Aritza Ortuzar, batería, se juntan por primera vez en casa de Igor. Al lado del piano colocan una ligera batería y el ampli del bajo. Bajo un entorno acogedor y relajado graban una maqueta que titulan “Smog” y que también da nombre al grupo. Esas canciones nunca salieron del cuarto, si acaso alguna nota por una ventana abierta. Transcurrido el tiempo, dejando atrás algunos ensayos, cada uno tomo su vida a su manera, aunque Igor y Aritza han mantenido una fluida relación.

Por querencias o casualidades del destino, Larrepetik, nombre ideado por Gile, recupera esas canciones a las que se unen otros títulos de diverso pasado. Todo se recrea, se viaja hasta Abetxuko y en los estudios Kultura & Natura se graba “Zuhaitz horiek”( Gaztelupeko Hotsak) bajo los mandos del veterano Nando de la Casa, quien se anima y aporta teclados y discretas programaciones. Además se completa la experiencia con la aportación de la flauta de Laura Pelayo y el saxo de Julen Yarritu (Priscilla Band).

Con estos instrumentos podía ser posible que se creara algo tan delicado como “Zuhaitz horiek”, y así ha sido. Suena profundo porque no hay frivolidades, pero su aparente severidad no evita que el disfrute salive, que la hermosura se acerque a las gotas de agua, que las ocho canciones oficiales combinen instrumentos con admirable gusto por la estética y las emociones.

En un principio, durante la presente charla con el autor, destacamos la cara “B” del disco. Hoy, tras noches de calmada escucha y tardes de relajo ambiental ya es el todo lo que sobresale, por mucho que “Uneak”, de extrema beldad, “Kristal zatien artean ortozik” o “Tren galduak” nos arqueen las cejas.

Domina el piano, los textos y la calmada y caída voz de Arzuaga, pero los diferentes e imaginativos arreglos suman luz a esta sinfonía primaveral que bordea lo clásico, el jazz y el pop. Una fusión de buenos músicos que han ejercido de “músicos” y que seguro se han divertido y emocionado grabando.

“Zuhaitz horiek” se publica en vinilo con compacto dentro, ocho canciones más un tema extra en el cedé titulado “Ezkutatuta” y en el que canta Josu Garaita, ex vocalista de Danba, quien demuestra que su retiro fue prematuro, como el del mismo Gile.

Sigue persiguiendo la belleza en la música, cierto grado de ensimismamiento….

Es cierto, creo que he dado con una forma de contar las cosas a nivel musical, creo que se me identifica en esos giros melódicos y en la interpretación armónica de muchas frases. Por supuesto que hay mucho en este resultado de indagación. Soy exigente conmigo mismo y eso me lleva a profundizar, a reflexionar, pero sobre todo a ser sincero. Me siento bien y cuando uno es honesto el resultado depende a partes iguales del trabajo y de la providencia. Creo que, en este caso, de la providencia sea ha encargado el grupo, jejeje. Es decir, las canciones son mías, pero esta vez me he dejado sorprender por lo bien que estos músicos entienden mi lenguaje. En este sentido, puedo decir que la experiencia del estudio, la de trabajar con Nando, ha sido instructiva y cómo buscando el placer en este tipo de procesos hemos soñado despiertos, yo al menos como nunca, a esto le llamo triunfar. Quizá por pensar que triunfar en la vida es aprender disfrutando o simplemente soñar. Tengo la certeza de que me volverá a comer la mierda cuando haga sumas, pero, bueno, me queda la suerte de que solemos tropezar en la misma piedra y tal, por eso sigo haciendo música. No es ya que me moriría si no hago música, que igual también, es que me gusta formar parte activa de la cultura de un pueblo, y es por eso hemos editado en vinilo, pues aparte de parecerme elegante la presentación, me hace ilusión pensar que en una superficie plagada de surcos una aguja pasa inquisidora para que yo cante en euskera, jajaja.

Nunca se ha preocupado de las tendencias ni estas le han influido, Y vemos que sigue tejiendo jerséis sin importarte lo que haya en los escaparates.

Me encanta este tipo de pregunta, me saca la bestia que me corroe por dentro, para decir que los amigos que van quedando en el camino son los que se acercan a esos escaparates para mirarse a sí mismos, para ver el reflejo de sus caretos y sus siluetas, sin tener mucho en cuenta de qué colores quieren que vayan vestidas el resto de personas que en realidad no son personas, son consumidores de arte, tócate, es así, pareciera que hay luz al final del túnel, pero te vienen hablando de madurez y todas esas cosas, me parece que en este país pasamos por un buen momento para la new age, todos hablamos de lo mismo. Es como si de cantar “Txoriak txori” nos hubiésemos pasado a buscar la canción perfecta que diga algo así como: “Vive el presente la la la”. ¿Me entiendes? Creo que la realidad socioeconómica de este país, que, el sistema, no está para que la tropa tararee melodías bonitas cuando el culmen de la noche es bailar reguetón porque el DJ es tan valiente… Mira, lo siento un montón, pero si vais a dejaros penetrar el cerebro con letras ultraviolentas y sexistas porque bailar es chachi, yo también estoy aquí para decir esto. No, no miro lo que hay en los escaparates para saber qué puedo hacer, miro mi vida para ser un poco crítico y estoy cansado de melodías tristes que ponen tristes a otros tantos, pero acabo los conciertos con una jota y me siento cómo Diox. Y al día siguiente ensayo con un grupo de cinco personas que aunque sabe como yo que nuestros sobrinos piensan que somos unos carrozas, quizá, algún día escuchen Crazy Horse o, simplemente, comprendan que los punkis también lloran, jejeje, me gusta esa frase. No sé si respondo a tu pregunta, pero sí, hago lo que me da la gana. Eso no es una utopía.

Resulta sugerente que como instrumento solista propusiera una flauta travesera, ¿cómo surge este punto de vista? Le da un tono muy evocativo a las canciones... y sin recargar, que es un instrumento que colorea mucho.

Laura y yo tenemos un proyecto en el que interpretamos canciones propias acercándolas al tango, al jazz... Le conocí un día de parranda y me dijo que había oído hablar de mí, le podría haber preguntado a ver qué dice la gente, pero yo le había oído tocar y me ilusioné, por eso compartimos grupo, partituras y malas hostias. Vamos, que cuando ensayamos nos partimos la caja del curro, del salario y de un libro para trompetistas que me dejaron para fotocopiar el otro día y que se titula “Ejercicios de Flow”. Ahora ya sé que no me entiendes, o eso querría… Simplemente creo que entre Laura y yo hay cierta admiración y ella es fundamental en el grupo, y lo digo por su carácter. Su actitud, repito y esto se va a convertir en una forma recurrente de responder tus preguntas, es la de un músico. Creo que hay gente que tiene hobbies, y otros que tienen dolores de tripa por no saber que algunas cosas solo se dicen sin decir nada, tocando con otros, compartiendo, y en el caso de Laura, riéndose abiertamente de mi jeto cuando hago un arreglo que no es acertado. Me ha ayudado mucho.

Los instrumentos que mandan en Larrepetik son su voz y el piano, pero poco a poco y más allá de Laura, se va animando y se incorpora un saxo, Julen Iarritu, pero para que toque muy cálido, con mucho feeling.

El saxo era imprescindible en ese sonido que llamo Smog, y Julen viene a recordarnos a pinceladas que nada es casualidad. Firma la entrada del disco con una frase inspirada y aparece donde tiene que estar. Es la misma actitud que la de la flauta, creemos que están donde les toca, como en una fluida conversación. De lo contrario, es cierto que en el caso de la flauta hubiese dejado demasiado edulcorado el acabado, y que el del saxo, un tanto pervertido el mismo, en terrenos en los que quizás a Julen y a Laura no, pero que a nosotros nos cuesta un poco más movernos, como el jazz o como el funky. Gile, Aritza y yo, en definitiva, somos músicos mucho más chapados a la antigua que Julen y Laura que son maestros, esto es paradójico, la base rítmica de las canciones aspira al rock sinfónico, mientras que los apuntes de flauta y saxo tienen que ver con procesos de experimentación para que, en definitiva, lo que hagamos sea pop. ¡Tócate!.

Aritza Ortuzar lleva mucho tiempo a su lado.

Mira, lo siento, de Aritza solo tengo que decir que es un buen amigo. Le critico mucho y le digo que ensaye, pero cuando va al local solo, me paso por allí y le digo para tomar algo, para poder charlar y decirle que ya no tengo nombres propios, que me ha abandonado la ilusión y que mi forma de soñar es una disculpa para justificar que alguna vez pudimos quedar en alguna taberna sin ser los mismos de siempre. Para mí Pablo, ha pasado el tiempo también, y cuando miro hacia atrás… está Aritza tocando la batería jejeje, es cojonudo. Suele cerrar los ojos..

En primeras escuchas destacan «Tren galduak», «Kristal zatien artean ortozik» y «Uneak», un instrumental muy evocativo.

La inspiración es eso que te despierta a las tres de la mañana sin decirte dónde estás. Entonces compones… Esto me emociona, ¿sabes? Perdona si resulta chulesca mi forma de decir que no me corresponde juzgar el estado de ánimo que paseo cuando hago una canción, la canción tiene que superar el estado de ánimo, si no es una canción de mierda… ¡Oye: estoy respondiendo a tu pregunta?