Algo a lo que agarrarse
Impresentable primera parte bilbaina en la que sobrevoló la goleada, el equipo reaccionó tras el descanso.
BARCELONA 2
ATHLETIC 0
Hi hintzena,
bi arraia zaharren
gurutzaketa,
galdu da,
galdu haiz,
hautsi da anphora;
eta
mila ispilutan
multiplikatua
hi ez haiz
azken irudi ezabatua baino;
ilunaz zipriztinatuz
bekokia,
eta hausterrez,
laberintoaren
harri
txintxarretan
zauritzen
hire oin birjinak
(Hi Hintzena)
Bernardo Atxaga
En 1980 Ruper Ordorika estrenó ‘‘Hautsi da anphora’’, al que pertenece este ‘‘Hi hintzena’’, poema ideado por Bernardo Atxaga. El escritor de Asteasu confesó que estos versos, «lo que tú eres, el cruce de dos antiguos rastros, se ha perdido, te has perdido, se ha roto la ánfora multiplicada en mil espejos...», encerraban un epitafio, el final de algo que fue e imposible volver a serlo, y quizá, quién sabe, seguro, la oportunidad de recomponer todos esos mil espejos en los que, como el ánfora, se rompió ayer el Athletic en la primera mitad en el Camp Nou ante un Barcelona arrollador, y en la segunda buscó lo mejor de sí para empezar a volver a ser, quizá no el que fue, pero sí un Athletic que lance un guiño al futuro más inmediato.
Con la que está cayendo en el Botxo tras la sangrante eliminación continental, expresión última de una temporada errática y echada a perder, al final de los noventa minutos de la visita al ‘dentista’ culé todos, quien más quien menos suspiramos de alivio por no quedarmos solo con la pachanga de la primera parte, en la que el Barça inclinó de tal manera el terreno de juego hacia la meta bilbaina, que acumuló 13 remates a puerta por cero el Athletic, tres balones a la madera y cinco paradas de Kepa.
La imagen de los leones fue en ese intervalo de imperdonables cuarenta y cinco minutos un insulto a ese mismo apodo ganado durante más de un siglo de historia. Los de Kuko Ziganda se fueron al descanso con dos goles de desventaja, pero el luminoso podía haber reflejado sin rubor casi media docena. Un vendabal azulgrana pasó por un Camp Nou que registró la tercera mejor entrada de la temporada y a fe que abonó con gusto el billete. Ocho minutos, ocho solo, fueron los que el Athletic se mantuvo dentro del encuentro, justo hasta que en una llegada al área de Kepa, Messi desatascó la jugada para que Jordi Alba pasara a la altura del punto de penalti donde Alcácer marcaba, sin nadie a su alrededor y con los traseros de Núñez e Iñigo Martínez metidos en el área pequeña. Alba incurría en fuera de juego, pero fue una anécdota en el drama que estaba por venir.
Juntar a un Messi que se comportaba como si todavía estuviese en el ‘potrero’ de su Rosario natal, con groseros errores defensivos acarrea consecuencias letales. Pasó en el primer gol, y se repitió en el segundo. Sobre la media hora, centro desde la banda en paralelo al área y el ‘10’ argentino, desde el balcón de la que es su casa, fusilaba raso, duro, milimétrico junto al palo de un Kepa que solo la rozó. Remate libre de marca a su alrededor, con los centrocampistas San José y Beñat defendiendo dentro del área y ninguno pendiente del mejor jugador de la historia, con permiso de Maradona. Errores que se pagan y otros errores que, por fortuna, no, como sendas pérdidas de balón de San José e Iñigo, que no echaron más sal en la herida.
Entre uno y otro gol, Kepa y los palos se tuvieron que aliar y multiplicar para evitar la goleada. Ante Messi las más de las veces, ante Coutinho, Dembelé o Paulinho, aquello era un pim pam pum, en una primera mitad en la que lo más digno por parte rojiblanca fue un balón que Sabin Merino le ganó a Messi, previo caño del rosarino, y la amarilla que vio Lekue tras ‘cazar’ al azulgrana en una contra.
Al menos, incomodarles
Ziganda, que de inicio había dejado a Aduriz y Williams en el banquillo, con Sabin –28 alineaciones diferentes en 29 jornadas– en punta, hizo de salida una propuesta valiente en el Camp Nou, tirando la presión muy alta sobre la salida de balón blaugrana, pero como diría Monica Belluci, «la belleza dura cinco minutos si no tienes nada detrás». Un Athletic cogido con alfileres mentalmente notó ese gol a los 8 minutos, el Barcelona olió la sangre y se divirtió ante el rival más indolente que había pasado por la Ciudad Condal. No remató la faena y eso dejó vivo a un conjunto bilbaino que a vuelta de vestuarios salió no solo con igual atrevimiento arriba sino esta vez más ajustado, metido en el encuentro y decidido a recomponer el ánfora que había saltado en mil espejos.
Ziganda dio entrada a Iturraspe en lugar de Beñat, San José se vio liberado para apretar arriba y se creció con el paso de los minutos, lo mismo que un impetuoso Lekue cuyas galopadas y ganas contagiaron a sus compañeros. A la par, fueron ganando en prestaciones Núñez, Iñigo, el propio Iturraspe ayudó, De Marcos se prodigó arriba, Saborit, fue una mejoría coral que coincidió también con un Barcelona que bajó el infernal ritmo de la primera mitad, un Barça más terrenal y fallón, cuya circulación de balón ya no era fluida, empezó a ver a Kepa desde la lejanía y sintió el aliento de los rojiblancos, con llegadas, pero sin pegada. Dos acciones repetidas de un activado Lekue, un par más con Sabin de protagonista. Como dijó Ziganda en la previa, «al menos, incomodarles».
El Athletic, ahora sí, se lo creyó y la entrada de Williams, primero, y Aduriz, después, quisieron imprimir mayor pólvora en esas acciones que podían llevar la intranquilidad a las filas locales. Ernesto Valverde reaccionó dando entrada a Iniesta para recuperar el diapasón del partido y atemperar el ímpetu bilbaino que ganaba casi cada disputa y flirteaba con la imbatibilidad de un nada exigido Ter Stegen. El marcador no se movió, el Barça se contentó y el Athletic al menos pudo salir con la cabeza alta y resarcirse en parte de la imperdonable imagen del primer tiempo. El Athletic necesita algo a lo que agarrarse de aquí a final de curso. Esa segunda parte sería un buen punto de partida.
Ziganda: «Nos podemos mirar a la cara unos a otros»
Cualquiera pagaría por estar presente en el vestuario rojiblanco en el Camp Nou al descanso. Unai Núñez, preguntado a pie de campo a la finalización del choque, dijo que se habló de recomponer el equipo, ajustarse mejor, corregir errores... Kuko Ziganda tiró más de sentimientos y contestó que «les dije que que al final del partido nos teníamos que poder mirar a los ojos». Y según el navarro, así fue: «En la segunda parte hemos salido de frente, sin resignarse, no estoy contento pero nos podemos mirar a la cara unos y otros».
Sobre el encuentro, el técnico rojiblanco explicó que «hemos salido con la misma intención en ambos tiempos, se trataba de ir a por ellos o esperar, pero si vas y no llegas a la vez que ellos, son imparables. En el segundo salimos igual, ellos también han bajado el ritmo, el equipo lo ha intentado pero no hemos sido capaces de marcar para ponerles en dudas». Sobre la ausencia de inicio de Aduriz y Williams, explicó que «jugaron el jueves, mucha tensión, mucho trajín, jugando mucho, y necesitábamos frescura ante al Barcelona. La idea era ver si podíamos desgastarlos mucho en el primer tiempo, pero no se ha dado». Ziganda defendió que «no somos un equipo que se deje, tenemos momentos como el primer tiempo, que estamos al aire, puede que nos goleen, pero no somos fáciles. No llegábamos pero no por falta de intensidad, porque con Messi, Alba, Dembelé parece que no llegas nunca, y cuando los tienes, te sacan a Iniesta y... Esta historia la hemos visto tantas veces. Son muy buenos, tienen al mejor y son más sólidos que nunca», resumió. No obstante, reconoció que «no nos deja satisfechos, ni contentos».
Esa segunda parte es con la que se quiere quedar Kuko. «Aquí estamos peleando por lo mismo y buscaremos en los últimos nueve partidos hacerlo de la mejor manera, reencontrarnos, recuperar ahora y a ver si ganamos ya el primer partido con el Celta y ya veremos dónde estamos al final». Para ello, «el parón nos va a venir muy bien a todos, para resetear, recuperar jugadores, oxígeno, entrenar; llevamos mes y pico jugando muchos partidos y se nota, repercute en la cabeza y el físico».J.V.