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Formación amena e innovadora para poner fin a los «ninis»

En Erandio acabaron con 12 «ninis» durante 200 horas, dando formación en lo más puntero, la industria 4.0, y de la forma más amena y accesible posible, alimentando positividad y potencialidades. Terminó, pero debería haber más.


Están por debajo de los 30 años y son todos chicos (en este caso ha sido imposible convencer a chicas). Han participado en un taller de inserción laboral en Behargintza de Erandio dirigido a los denominados “ninis”, como se conoce a jóvenes que ni estudian ni trabajan, algo que parece bastante injusto si no se va a las razones de lo uno y lo otro. Algo de esto hay en una iniciativa como esta, que a simple vista podría parecer una más destinada a proporcionar nuevas oportunidades para conseguir empleo. Lo que destaca es, precisamente, cómo está planteado el taller, ese intento por hacer que los contenidos sean impartidos de la forma más amena posible y con una atención personalizada para que todos los integrantes avancen al mismo ritmo, para que nadie se quede colgado.

El otro ingrediente de la experiencia que también llama la atención es la posibilidad de trabajar con cada uno de ellos técnicas de coaching. La experiencia, que ha tenido una andadura de 200 horas, ha supuesto algo más que aportar conocimientos en distintas materias para situarse mejor en el mercado laboral, hay mucho de proactividad, de positividad, de autoconocimiento... de aportar luz y abrir caminos cuando el tiempo pasa y no se ve luz al final del túnel, laboralmente hablando. La idea viene de la experiencia en los “Camps” tecnológicos, por los que han pasado más de 30.000 niñas y niños y jóvenes en el ámbito estatal.

Coach and Play, la empresa que está al frente de esta iniciativa que arrancó en 2011 en el parque tecnológico, ha adaptado ese formato a un taller que agrupa «tendencias y oportunidades laborales relacionadas con la industria 4.0, el mundo digital, el diseño...». Y lo ha hecho teniendo muy presente que el alumnado de este curso no tiene por qué tener un perfil homogéneo. Entre las doce personas que se están formado en Erandio hay universitarios y personas que en su día, por diversas circunstancias, se desengancharon de la enseñanza reglada.

A punto de concluir el taller, las opiniones recabadas destacan que esta es una nueva ventana, en algunos casos una puerta que puede llevarles a seguir con la formación en alguna de las especialidades trabajadas. El primer objetivo es ese, despertar el interés para seguir formándose, a través de FP, en grados medios, superiores o en una ingeniería en la universidad, dependiendo de la formación de que ya disponga el alumnado. De momento, con los conocimientos que han adquirido, tienen varias puertas abiertas en el mercado laboral en las áreas de electrónica, programación básica o, incluso, en impresión 3D.

Aterrizar en el mundo digital

«Hemos adaptado un formato que permita, sin conocimientos previos, aterrizar en todo ese mundo digital», explica Jesús Ángel Bravo, responsable del Camp tecnológico. La iniciativa no se queda ahí: la mayoría de las horas del taller (120) está dedicada a la parte tecnológica, pero el resto está encaminado a «conseguir que las personas pasen a la proactividad, a las ganas de aprender». «Es una formación que les puede abrir los ojos, es un poco ganarse el interés de las personas, enseñar y plantear ‘para qué te gustaría aplicar esto’. Esa es la labor que hacen los consultores de Coach and Play con un método que no es del tipo «vas al curso y, si tienes ganas, bien y, si no, también», sino de «trabajar en otros valores».

En una de las aulas de Behargintza, los participantes están frente a sus ordenadores siguiendo las explicaciones de Borja Lozano, uno de los profesores. En el suelo se han delineado una especie de circuitos y el proyector muestra sobre la pared varias explicaciones técnicas. Lo que están haciendo los participantes en el curso es aplicar a un robot una placa, un microbit, en cuya programación habían estado trabajando las jornadas previas. Lázaro, que recorre la clase acercándose a cada uno de ellos para seguir su trabajo, explica a GARA que el robot dispone de motores y sensores, que los alumnos están comprobando cómo funciona y cómo manejarlo, qué consiguen variando la potencia...

Han estado viendo qué es la robótica, la programación, diseñando una “app” para móvil, también haciendo impresión en 3D, el mundo del diseño... y, sobre todo, electrónica, una de las columnas vertebrales de la industria 4.0. «Se van a encontrar muchas de las características que estamos dando aquí, sobre todo en programación, aunque sea de manera muy sencilla de momento, pero que se puede desarrollar de forma mucho más compleja», explica Lozano sobre los espacios en los que ya podrían comenzar a trabajar los participantes en el taller.

«El concepto clave es que es una formación orientada a proyecto, no es teórica, sino que ellos van viendo su propia evolución personal porque van siendo capaces de resolver pequeños pasos y se dan cuenta de dónde fallan», indica Bravo, quien agrega que «es un método que permite no lo que vulgarmente se conoce como ‘dar la chapa’ y ver cómo han aprendido al final, sino que día a día ellos mismos ven que van superando nuevas pruebas y pueden ver el resultado en el momento».

Un lenguaje y un formato adaptado

Esas «pinceladas de cómo funcionan las últimas tecnologías en el mundo del trabajo» se imparten dentro de un método que tiene un discurso similar al que se emplea en las experiencias con adolescentes y que «engancha muy bien con el alumnado del taller, ya que no tiene que ver con la edad, sino con el nivel de conocimientos que pueden asimilar», tal y como expone Bravo.

El propio diseño de los contenidos del taller tecnológico es también innovador, sin referentes en el Estado español, pero que sigue la pista de lo que se está viendo en Estados Unidos, según apunta.

Con un impacto «enorme»

Destaca al respecto que lo que se ve es que «el impacto de la transformación digital es de un alcance enorme» y que «se van a necesitar habilidades que la gente no tiene» El taller de Erandio es, en ese contexto, un espacio para abordar una fase inicial de conocimiento, pero no suficiente. «El objetivo es que ellos, con lo que han visto, decidan qué recorrido les interesaría seguir», añade Bravo, que subraya que «la gente capaz de participar en la fase de diseño en 3D, en aplicaciones, en la parte de manufactura aditiva... va a tener su hueco, va a saber cosas que el 99% de la gente que está en el mercado de trabajo no conoce todavía».

«Creo que lo que está claro son las necesidades. Al ritmo que va la opción de la transformación digital, se necesita muchos perfiles en toda la cadena de trabajo, esto no va solo de especialistas, sino de personas que en cualquier puesto deberán tener habilidades para poder engancharse al cambio, de eso se trata», explica.

Además de formarse en el ámbito profesional, el curso incluye formación en el desarrollo de competencias personales. Se trata de sesiones grupales en las que se trabajan carencias que puedan detectarse en el mundo adulto, que tienen que ver con todo el tema del trabajo en equipo, autoconocimiento, motivación... «Han reflexionado acerca de las cosas que les motivan, qué puede ser interesante para empezar a tener más oportunidades en el ámbito laboral o incluso llegar a decidir alguna formación que les resulte interesante», comenta Beatriz Lafarga, una de las profesionales al frente de la iniciativa.

A unos días de concluir el taller, comentaron a GARA que el balance es muy positivo. «Estamos viendo que están disfrutando y creemos que realmente les estamos sirviendo para algo». Esperan que haya un segundo taller de estas características. «Al final, el programa Txertatu Merkatuan también cuenta con fondos europeos. En principio, presupuesto hay. Tenemos una experiencia previa en Amurrio en la que la convocatoria fue muy difícil, cuesta enganchar, pero aquí estamos viendo que el feedback está siendo muy bueno», expone.

 

Experiencias de las que puede aprender mucho el actual sistema educativo

David Pulido dejó la educación reglada cuando vio que «no avanzaba», estudiar le costaba: «Nunca había tenido ese hábito interiorizado». La rutina de los estudios llegó a pesar tanto que abandonó los libros. Volvió a intentar engancharse de varias formas y ahora quiere sacar el título de ESO. Para él este curso ha supuesto aire fresco en la formación, teoría acompañada de prácticas que ayudan a entender, a ver qué aplicación tiene lo que se estudia y que, a la vez, permiten la creatividad, «que uno pueda personalizar qué quiere, la idea que tiene en la cabeza».

Ander Martínez es licenciado en marketing. El taller supone un cambio importante, pero «como resulta práctico y vamos haciendo al día, no me ha resultado nada complicado», afirma. La oportunidad de participar en esta experiencia le llegó de la mano de un amigo y pensó que era buena idea probar «si me podía gustar algo diferente» y ocupar el tiempo.

El relato de Markel Pérez es también el de un fracaso previo del sistema educativo. Tal y como reconoce, «no aguantaba más de diez minutos delante de un libro». Le parecía que no servía para nada. «Ahora estamos haciendo el robot, no sabía nada de esto, pero no me parece difícil, aquí es diferente, no es tan rollo», explica a GARA.

A juicio de Álvaro Campuzano, que ha estudiado magisterio, el sistema educativo debería aprender mucho de experiencias como estas. «En cuatro años no he tocado ninguna materia tecnológica», señala este apasionado de un sistema que enseña desde otra óptica. Opina que el sistema actual es «como un embudo por el que tienen que entrar todos los chavales, y a los que no entran los apartan». «Aquí aunque no entiendas te sientes integrado, aprendes y es algo que motiva, hace a la gente sentirse bien consigo misma», comenta.N.G.