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El hambre pudo con las ganas de comer

Despedidos con una sonora pitada en la primera mitad, a los leones su tímida reacción no les da parasiquiera igualar a un buen y más necesitado Depor.



ATHLETIC 2

DEPORTIVO 3

El hambre y las ganas de comer. Un Deportivo con el agua al cuello y un Athletic ávido por andar lo desandado y volver a caminar de la mano de su afición. Menú de un primaveral sábado noche en Bilbo. Ahora bien, hay que diferenciar entre hambre y ganas de comer, y así, mientras los gallegos dieron muestra sobre el césped del porqué de esa necesidad de combustible de la que avisa un cerebro urgido por ingerir alimentos, los bilbainos demostraron que su apetito, es decir, su disposición a ser selectivos a la hora de lo que quieren comer, y quien dice comer, dice jugar, sigue estando más cercano a las guarrindongadas de David de Jorge que a Master Chef.

Si San Mamés, fiel a esa discutible costumbre, estaba medio lleno cuando los dos equipos saltaron al césped, cuando el árbitro mandó a ambos equipos al descanso, la grada se quedó medio vacía y con los inquilinos del palco presidencial rojiblanco temiendo que los que se habían ausentado no volviesen para el segundo acto. Y a fe que si Lucas Vázquez llega a acertar sobre la bocina con el tercer gol visitante en su mano a mano con Kepa, el estadio se habría evacuado no como viene siendo habitual diez o cinco minutos antes del final, sino aprovechando la excusa del bocadillo y el pis. El graderío ayer no esperó siquiera al desenlace del duelo, es más, a la pitada y bronca casi generalizada del ocaso de la primera parte le habían precedido varios amagos a lo largo y ancho de esos iniciales e insufribles cuarenta y cinco minutos de los leones. Y lo peor es que esta vez no hubo reacción, apenas un conato con el gol por sorpresa de Raúl García recién vueltos del vestuario, el Deportivo volvió a sacar los colores a un Athletic desquiciado y con una defensa digna de ‘‘Pesadilla en la cocina’’. Fue justo con esa lápida, con el 1-3, cuando el encuentro olía definitivamente a chamusquina, cuando el ‘Chicote’ rojiblanco vino a poner orden en el desaguisado. Regresó al césped Iker Muniain, acompañado de una sonora ovación, y el navarro puso la sal a unos veinte minutos finales frenéticos en los que Susaeta dio esperanzas con un gol olímpico, Raúl e Iñigo tuvieron el empate en sendos remates que Rubén truncó, pero al Athletic le sucedió como al mal aprendiz que deja todo para el final. Derrota dolorosa, inesperada, merecida y que ya ni siquiera fue despedida con silbidos desde la grada porque ni en un simulacro de emergencia la gente se da tanta prisa como anoche para desalojar San Mamés.

Auténtico jarro de agua fría el que el Athletic echó sobre una afición expectante por comprobar si de verdad lo de Villarreal, que vino precedido del empate ante el Celta, tenía continuidad, si no fue un espejismo, otro de esos puntos de inflexión fallidos, y sí un síntoma de la verdadera talla de este equipo. Es más, vistos los resultados de los rivales que están por encima en la tabla, daba la impresión de que algunos de ellos llegan a este final de temporada con la lengua fuera y el Athletic, al contrario, recuperados efectivos y sensaciones, con un plus de más. Pero todo eso se vino abajo en cuanto el Deportivo subió al marcador el primer gol de la tarde, al minuto 6 de juego, cuando Adrián le cogió la sobaquera a Etxeita. Dos minutos después él mismo casi hacía el segundo. A la tercera no perdonó. Sin llegar al cuarto de hora, subió el 0-2 al marcador, culminando una jugada de combinación deportivista que hubiera firmado el mismísimo Barça, de banda a banda, es De Marcos al que le cogen la espalda, y a la red.

Los primeros pitos ya se habían dejado escuchar en San Mamés, que a partir de ahí no iba a perdonar ni un pase errado, ni un error más, ni una llegada del Deportivo... Cada ataque visitante, por muy esporádico que fuera, llevaba veneno mientras el Athletic era un guiñapo, un equipo sin alma, ni criterio ni juego. El Athletic de esta temporada. Un Athletic que no sabía por dónde hincarle el diente a la zaga gallega, un Athletic que llegaba siempre uno, dos segundos tarde a los cruces, a la disputa de la pelota. Un disparo alto de De Marcos fue todo su bagaje, el de un equipo gris, plano, en el que solo Córdoba aportó chispa y descaro, e Iñigo Martínez atrás contundencia en los cortes.

El arreón, el acoso y derribo rojiblanco esperado en la segunda mitad lo fue de inicio, con el tanto de Raúl García. Un rayo de luz que pronto el Depor oscureció con una nueva llegada que acabó en gol. Ziganda ya había dado entrada a Aduriz, pero tuvo que ser el retorno de Iker el que llevara en volandas a los suyos, acortar distancias y con minutos por delante, tratar de al menos rescatar un punto. Lo intentó, acompañó una grada hasta entonces reacia, pero no fue suficiente. Al Athletic se le escapó el partido, las remotas posibilidades del séptimo puesto, el crédito ante su gente... Injustificable su primera mitad. Murió de inanición. Falto de hambre.

 

Ziganda: «Es un palo duro, pero el año no está siendo fácil y más en casa»

«Veníamos con intención de refrendar los dos partidos últimos, pero se nos ha complicado de inicio, nos ha costado muchísimo entrar, hemos estado muy largos, con poca cabeza, haciendo poco daño, ellos han estado cómodos, saliendo a la contra, no hemos defendido su golpeos, sus contras... El 0-2 nos ha dejado noqueados. Luego, en el segundo tiempo, mucho coraje, corazón, remando siempre a la contra, pero una pena por nuestra parte no haberle dado la vuelta. Toca ausmirlo», fue el resumen de Kuko Ziganda, que no encontraba explicaciones, sobre todo a la primera mitad. «De normal somos un equipo que a los partidos entra bien... Ellos han estado muy certeros, en las dos primeras llegadas han hecho goles con mucha facilidad y se nos ha ido el partido», se lamentó de esa facilidad inicial. «El fútbol es cuestión de detalles y jugadas, y sí, no hemos sabido defender y luego muy cuesta arriba». Negó que hubiera «indolencia» en sus jugadores, «no, porque se ha visto la reacción del segundo tiempo, pero sí es cierto que te quedas un poco con dudas de si vas o no, hemos tenido un momento en que no hemos estado juntos y se nos ha hecho el campo grande. Hemos estado desacertados. En el segundo, corazón no se lo vamos a negar» a los futbolistas. «Es un palo duro pero el año no está siendo fácil y más en casa. La intención era de demostrarnos tener otras actuaciones, y no ha salido. Es una cosa para darle una vuelta entre todos. Estamos dolidos, la gente quiere más y somos conscientes de que el año no está siendo bueno. Lo del otro día no es un espejismo, estoy convencido de que se puede repetir», concluyó el navarro.J.V.