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Entrevue
ANGEL OIARBIDE
PORTAVOZ DE GURE ESKU DAGO

«Representantes y representados debemos ser capaces de tirar del carro»

Natural de Idiazabal (Gipuzkoa), su labor como portavoz de Gure Esku Dago le ha llevado a recorrer Euskal Herria con el fin de sumar voluntades a favor del derecho a decidir. El 10 de junio una cadena humana unirá Donostia, Bilbo y Gasteiz por esta causa.

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Cinco años de trabajo incansable para impulsar el derecho a decidir en Euskal Herria y sumar voluntades a esta causa. Se dice fácil, pero el tiempo pesa a la vez que suma experiencia. Angel Oiarbide no deja escapar un ápice de cansancio, todo lo contrario. Asegura que los cambios vividos en el país en estos últimos años abren un momento propicio para que los ciudadanos y ciudadanas de Euskal Herria puedan decidir su futuro. Mirando inevitablemente de reojo a Catalunya, uno de los impulsores de la plataforma ciudadana Gure Esku Dago observa dos puntos fuertes en el caso vasco: el despertar social de los últimos meses y el debate sobre nuevo estatus que se está dando en el Parlamento de Gasteiz.

Hace cinco años que surgió Gure Esku Dago. Si hoy pusiéramos un termómetro, ¿cuál sería la temperatura social en torno al derecho a decidir?

Sin duda alguna, mucho mejor que entonces. GED ha aportado a que la ciudadanía estemos mucho más cerca del eje político sobre qué estatus político queremos para nuestro país. Estamos sintiendo además que somos capaces de sostener el debate sobre el derecho a decidir y sobre el futuro de la sociedad vasca desde los pilares de la voluntad de la ciudadanía. Sabemos que es una línea de trabajo de largo recorrido. Ahora ya no es una retórica. Existe un espacio de colaboración de diferentes sensibilidades políticas: es una práctica. Existe un movimiento social con capacidad de aportar e influir en el debate político. Eso está coincidiendo justamente con un debate institucional sobre un nuevo estatus político para la CAV. Y está coincidiendo también con una experiencia como la catalana, con un discurso retrógrado desde el Estado español y con un debate más allá de los Pirineos que se sitúa en Europa.

En cinco años se han producido cambios políticos y sociales. Recientemente se ha producido un acontecimiento de calado: el final de ETA. Se abre un nuevo ciclo en Euskal Herria.

Existen elementos que están ayudando a cerrar un ciclo. Si en este país tenemos que abrir un nuevo ciclo, no tenemos ninguna duda de que esa nueva era se tiene que sustentar en la voluntad de la sociedad vasca. Y el derecho a decidir tiene que ser un pilar fundamental e inevitable. Es la herramienta idónea para la convivencia a largo plazo. Estamos viendo y sintiendo que cuando la ciudadanía adquiere una actitud y tiene una determinación de sí o sí, como no puede ser de otra manera, eso influye y crea cambios. No podemos visualizar una nueva etapa en nuestro país sin que se base en la democracia. Está todo por hacer y por escribir. Eso quiere decir que las aspiraciones históricas o actuales de este país tienen que tener cauce para que se puedan hacer realidad.

Otro punto de interés estos últimos meses se ha situado en Catalunya. ¿Cómo influye en el marco de Euskal Herria?

Como movimiento social, si algo tenemos que aprender de Catalunya es la capacidad de la ciudadanía para influir en nuestro futuro político. Cuando decimos que la clase política es el reflejo de la sociedad, si no nos gusta nuestra clase política haríamos un flaco favor si empezamos a ver qué otro líder podría sustituir esa actitud sin mirarnos a nosotros mismos como sociedad. Si la actitud de la sociedad vasca cambia, eso se va a reflejar en sus representantes.

Hemos visto en Catalunya cómo los representantes políticos han variado su actitud. ¿Por qué han cambiado? Porque si quieres ser representante de unos representados, o adquieres su actitud o difícilmente vas a tener la capacidad de ser su representante.

La influencia que ha tenido el proceso de Catalunya en Euskal Herria ha sido muy importante. Nos está enseñando la necesidad de trabajar juntos. Profundizando en la cultura democrática y pacífica. Adquiriendo compromisos individuales y colectivos para generar las condiciones democráticas, abordar el reto político y dar cauce a la voluntad mayoritaria de la sociedad: decidir. Y por otro lado la perspectiva del recorrido. No hay sprint que valga, sino que es una maratón. Las fuerzas también hay que medirlas, pero sin pararse. No tenemos ninguna duda de que al igual que ha influido en la sociedad vasca, el proceso catalán también ha influido en la política y en la Ponencia de Autogobierno.

¿Cómo valoran las reuniones de la Ponencia de Autogobierno y qué esperan de ella?

Empiezo por el final. Esperamos que el acuerdo que se realice en el Parlamento Vasco esté sintonizado con las ansias de la sociedad vasca. No es posible que en la Ponencia de Autogobierno se acuerde en sintonía con la actitud retrógrada que existe a 400 kilómetros de Gasteiz, en Madrid. No es posible que el acuerdo se base en un ambiente que existe a 400 kilómetros de falta de respeto, de falta de valores democráticos, de un retroceso impresionante. El acuerdo al que lleguen nuestros representantes políticos se tiene que adecuar a la motivación que tienen sus representados.

Si a las elecciones del Parlamento Vasco las tres primeras fuerzas concurrieron teniendo como base el derecho a decidir en sus programas y si hoy en la Cámara vasca más del 75% de los parlamentarios están a favor del derecho a decidir, no podemos imaginarnos otra resolución que no tenga en cuenta la realidad de la sociedad vasca.

¿Creen que los partidos políticos están preparados y convencidos para ello? Más si cabe después vista la respuesta del Estado español en Catalunya.

Nuestros representantes estarán preparados y convencidos, si los representados, la ciudadanía, lo estamos. Nuestra intención es que representantes y representados seamos capaces de tirar del carro. Nosotros en eso trabajamos. Más si cabe, si estamos creando los cimientos democráticos necesarios para que se pueda empezar a edificar cualquier proyecto político en este país. No ponemos el foco hacia el exterior mirando y juzgando lo que hacen los demás. GED dirige el foco hacia la ciudadanía vasca. Porque creemos en la capacidad de esta sociedad. Para llegar hasta la decisión, la activación y la determinación ciudadana es la clave.

Sus palabras cobran especial sentido en un momento de auge de la movilización social como hemos visto el pasado 8M o estos últimos meses de la mano de los pensionistas.

La unión es total. Son seguramente las mayores movilizaciones que hemos conocido en décadas en nuestro país. Existe una sintonía común porque en el fondo de todas esas reivindicaciones está la decisión. ¿Quién decide por nuestro cuerpo? ¿Quién decide por nuestras pensiones? ¿Dónde se decide? GED está influyendo en conectar en esa base común que es el derecho a decidir. Que la ciudadanía sea partícipe, no observadora, en todas las decisiones.

Somos conscientes de que si las decisiones se toman alejadas de nuestra realidad difícilmente esas decisiones compaginan con nosotros. Si el objetivo es crear una base democrática en este país, creemos que para eso habría que hacer un pacto de país. Sobre esa base, este año hemos profundizado en el derecho a decidir. Si hasta ahora ha sido un cuadro de dos dimensiones, hemos metido una tercera. Estamos profundizando en el por qué y para qué queremos decidir en diferentes ámbitos. Y aquí entran directamente las reivindicaciones que comentaba. Pusimos, además, el reto de poner 2019 razones para decidir. Entre esas razones también están todas esa reivindicaciones que se están dando en las calles. ¿Cuál es nuestra intención el 10 de junio? Que afloren todas esas razones en esa movilización común, porque la base es la misma: crear una sociedad democrática mucho más sana.

La cadena unirá Donostia, Bilbo y Gasteiz y llegará hasta el Parlamento. ¿Qué mensaje quieren lanzar con este gesto?

En el calendario de este año teníamos un objetivo: unir a la ciudadanía vascas con sus 2019 razones a los puntos de decisión. Los vascos estamos representados en tres puntos de decisión. Pero en la actualidad en Gasteiz es donde se está dando un debate institucional y la intención es llevar esas razones a ese punto de decisión. Las decisiones y acuerdos que se tomen en dicha cámara tendrá repercusión también en las demás.

¿Es una interpelación o invitación a las fuerzas políticas allí representadas?

Es un apoyo y una invitación para que se tomen en cuenta las razones de la sociedad vasca. Si desde el Parlamento se va a mover un hito, es imprescindible que lo podamos hacer conjuntamente y desde la ciudadanía la reclamación es poder influir positivamente en ello.

Este año GED dará por cerrado el recorrido de las consultas. ¿Qué valoración hacen?

Para nosotros el trabajo de las consultas en la CAV termina este año. En Nafarroa seguirán [más información en la página 13]. No se podrían explicar las consultas hechas hasta ahora sin la cadena humana de 2014, que influyó en el empoderamiento de muchas comarcas. Hasta ahora han participado 190.000 personas, es un acto político muy importante. Han ayudado a romper esquemas. Este tema ayer era un tema visceral, no sabíamos afrontarlo sin enfadarnos. La ciudadanía está realizando la transición desde la visceralidad a la racionalidad. Estamos demostrando que somos capaces de debatir, acordar y decidir cualquier cosa. Estamos demostrando que las consultas no dividen ni fracturan a la sociedad. Cuanto más se profundiza en la democracia, la sociedad se cohesiona y se sanea. Lo que divide y crispa es la falta de valores y cultura democrática. La falta de respeto.

2019 estará marcado por el ciclo electoral en Hego Euskal Herria. ¿Cómo afronta GED el próximo año?

Antes del inicio del ciclo electoral, nuestra labor es redondear el trabajo de estos cinco años. Crear un modelo y espacio común de trabajo. Y propiciar las condiciones necesarias para que en 2019 se abra la era de la decisión. Hasta que la sociedad vasca decida GED tiene una labor fundamental.