El método Sablon, cambio de raíz en el fútbol belga
Tras alcanzar la final de la Eurocopa de 1980, dos años después, los «diablos rojos» dieron la gran sorpresa al ganar nada menos que a la Argentina de Maradona y Kempes en el partido inaugural del Mundial disputado en el Estado español. Después comenzó su declive.
Una serie de futbolistas entre los que destacaban el portero Jean-Marie Pfaff, los defensas Gerets, Millecamps o Renquin, medios como Coeck, Vercauteren, Van der Elst, Ceulemans o el delantero Vandenbergh. Entonces fue considerada como la generación de oro del fútbol belga. La aparición de talentos fue una constante durante los ochenta y principios de los noventa, tanto que Bélgica disputó seis mundiales de forma consecutiva.
El gran público se familiarizó con nombres como Scifo, Nilis, Wilmots, Degryse o Preud’Homme. Semifinalistas en 1986, de la mano del seleccionador Guy Thys y su ayudante Michael Sablon, tras superar a la Unión Soviética con polémica arbitral y a España en los penaltis, Maradona fue el encargado de ajusticiar a los “diablos rojos”. Cabezas de serie en los Mundiales de 1990, 1994 y 1998, el fútbol belga vivió un paulatino declive. Con un estilo de juego físico, ordenado y con gran capacidad para salir a la contra, la presencia de jugadores de calidad menguó.
En 1998, no lograron acceder a octavos tras quedar encuadrados en el mismo grupo que Holanda y México. Sin embargo, las esperanzas estaban puestas en la Eurocopa que dos años más tarde organizarían junto a sus vecinos neerlandeses. La decepción fue enorme. Pese a contar con unos rivales relativamente asequibles –Italia, Suecia y Turquía-, Bélgica fue eliminada en la primera fase. Había incorporado a hijos de la inmigración como los hermanos Mpenza, a un nacionalizado como Strupar y a una serie de veteranos como De Wilde, Staelens, Nilis, Wilmots, Van Kerckhoven o De Bilde, que rondaban o superaban la treintena.
Reformulación completa
La debacle provocó un cataclismo en el fútbol belga. El presidente de la federación Michael D’Hooge encomendó a Michael Sablon, antiguo ayudante de Thys en 1986, 1990 y 1994, la tarea de reformular por completo la estructura formativa. Un proceso en el que se vieron involucrados clubes, universidades y administraciones. Apoyado por Bob Browaeys, Eric Abrams –ahora director técnico de la selección australiana-, Marc van Geerson y Kris Van der Haegen en el ámbito deportivo y por el profesor universitario Werner Halsen, Sablon impulsó un cambio integral. Un proyecto en el que la mejora y renovación de infraestructuras, el cambio de metodologías de trabajo, juego y entrenamiento, la implantación de sistemas colectivizados, la aplicación de la ciencia y los adelantos tecnológicos así como la integración de los hijos de los inmigrantes pasaron a ser cuestiones troncales en el desarrollo del fútbol belga. Realizaron más de 100 presentaciones, apoyados en vídeos, documentación y sesiones de tecnificación.
No fue un proceso fácil, los resultados inmediatos pasaban a ser secundarios, mientras que la metodología, el sistema compartido y la formación de los futbolistas adquirían una prioridad total. Para ello, debieron convencer tanto a clubes como a las instituciones flamencas y valonas. No faltaron resistencias, pero tal y como relató el propio Sablon al portal Bleacher Report, «el partido contra Turquía en la Euro de 2000 fue un completo fracaso. La forma en la que nos eliminaron no fue aceptable. El equipo había tocado fondo y había que hacer algo».
Los cambios fueron radicales. Las universidades de Lovaina, Gante, Louvain-La Neuve y Lieja, monitorizaron 1500 horas de partidos de categorías inferiores. La visua- lización y análisis de los encuentros deparó conclusiones demoledoras: Los jugadores jóvenes apenas tocaban la pelota, tenían problemas para tomar decisiones y escaseaban jugadores con capacidad para el regate o el pase largo. Los equipos de categoría cadete en adelante jugarían con el sistema 4-3-3, sustituyendo a los clásicos y habituales 4-4-2 o 3-5-2, mientras que los más pequeños pasarían a jugar partidos de cinco contra ciento o siete contra siete. Incluso, establecerían ejercicios de dos contra dos y de ocho contra ocho. Bélgica inició su particular travesía del desierto. El cambio estaba en marcha y necesitaba aliados. Uno de ellos fueron los medios de comunicación. Así, en Youtube se puede encontrar una entrevista a un joven Kevin de Bruyne asegurando ser hincha del Liverpool o la predicción realizada por un diario en 2002 pronosticando un futuro once de los “diablos rojos”. La alineación estaba formada por Mignolet, Dembelé, Vertonghen, Gillet, Kompany, Lombaerts, Witsel, Pocognoli, Simmons, Hazard, Mirallas, Lukaku y el propio De Bruyne. Todos ellos eran niños o adolescentes.
En 2007, primeros brotes verdes
A nivel de infraestructuras, la federación construyó un complejo de entrenamiento en Tubize, cerca de Bruselas, el gobierno impulso ocho centros de alto rendimiento para chicos y chicas, mientras que los clubes también acometieron diversas mejoras. El Standard de Lieja invirtió 18 millones de euros en sus nuevas instalaciones, cifra que recuperó con plusvalía incluida gracias a la venta de Marouane Fellaini al Everton.
La labor realizada en Francia y Holanda fue referencial, al igual que la transformación alemana. Sablon se reunió varias veces con el director deportivo germano Matthias Sammer. Bélgica quería dotarse de un estilo propio, adquiriendo influencias de algunas de las mejores escuelas, también de los métodos aplicados en España y Portugal.
Los primeros resultados aparecieron en 2007, alcanzando las semifinales del Europeo sub’17 con un equipo en el que destacaban Hazard y Benteke. Ese mismo año, calcaron resultado en categoría sub 21. La síntesis de aquella escuadra acudió a los Juegos de Beijing. Con futbolistas como Kompany, Vermaelen, Fellaini, Vertonghen o Dembelé, los diablos rojos volvieron a quedarse en la antesala de la final. Los progresos eran evidentes y eran muchas las esperanzas puestas en lo que se intuía como la mejor camada de la historia del fútbol belga. Sin embargo, no fue una empresa fácil. Además de las reticencias iniciales, con los primeros éxitos, las redes de otros clubes europeos se lanzaron sobre sus grandes talentos a edades muy tempranas. Asimismo, a la selección, en la que los jóvenes debutaban con suma precocidad, le costaba regresar a un gran torneo.
Por el camino, los “diablos rojos” recibieron goleadas ante Croacia, Egipto, Portugal, Marruecos, Japón o Bosnia, perdieron ante equipos como Finlandia o Armenia y sumaron decepcionantes empates ante las modestas selecciones de Kazajistán, Luxemburgo y Azerbaiyán. La superficie parecía en calma, pero en la base se estaban construyendo unas bases sólidas y duraderas.
Sablon dejó su cargo en 2012, actualmente trabaja para la federación de Singapur, y dos años después el conjunto belga volvió a un Mundial. Cayó en cuartos de final ante Argentina, acusando cierta falta de experiencia. En la Euro de 2016, la decepción que les supuso ser eliminados por Gales también en cuartos. Sin embargo, este Mundial, “diablos rojos” han cruzado el Rubicón eliminando a Brasil. La derrota ante Francia no empaña un gran torneo que proyecta a Bélgica como uno de los grandes candidatos en los próximos campeonatos. El futuro, gracias al tercer puesto en la copa del mundo Sub 17 de 2015, parece asegurado. El plan ideado por Sablon sigue dando frutos.