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Represaliadas y familiares lanzarán el chupinazo de Bera

Los «olvidados» del pueblo lanzarán mañana el cohete anunciador de las fiestas de Bera, 82 años después de que los franquistas sembraran el miedo y la muerte. Entre los homenajeados está el gudari Francisco Pérez Lusarreta, que hoy cumple 96 años y que vive en Bera.


Carmen y Genoveva Aldazabal Gorria están emocionadas con el homenaje del Ayuntamiento de Bera, el primero que recibirán estas represaliadas de 1936. Para Patxi Mehax, hijo de una de las familias que los franquistas citaron en la plaza el día de San Esteban, 3 de agosto, y expulsaron del pueblo, ha sido «una sorpresa».

«Me parece bien que la memoria histórica salga a la luz. Por otro lado, pienso que muchos de los descendientes de los que hicieron el mal no sabrán nada. Puede que no les siente bien», indica, a lo que Genoveva responde así: «Yo creo que después de 82 años ya está bien. Tenía 8 años cuando empezó la guerra y ahora tengo 90. Me parece que la realidad se tiene que escribir en los libros, para que en las escuelas se enseñe lo que pasó». Axuri Zapiain y Kemen Ruiz, niños que han trabajado el tema en el teatro popular “Harritik hazia”, están encantados con este tributo que tendrá continuación el próximo 18 de octubre, con el acto institucional “Ahantzien oroimenez 1936-1939”.

Charlamos con todas ellas, beratarras de tres generaciones, sobre las duras historias de aquellos años y sobre su transmisión (o no) a las descendientes, terminando con lo que han recibido y aprendido los pequeños Axuri y Kemen.

CARMEN y GENOVEVA ALDAZABAL GORRIA

 

«Al ver a los migrantes nos acordamos de nosotras»

Genoveva y Carmen Aldazabal Gorria acogen a GARA en su casa de Bera, rodeadas de familiares, con las que siempre han compartido las historias de la guerra. Sin embargo, esta es la primera vez que hablarán fuera de la familia. Están nerviosas y una vez que empiezan a contar sus vivencias no callan. Las hermanas le quitan la palabra una a la otra.

Genoveva: «Nuestro aita era concejal en el Ayuntamiento. Era del sindicato UGT. Los requetés vinieron a preguntar dónde estaba. Pero se había escapado con nuestro tío por el monte a Irun. Nuestra ama recibió una carta que decía que se presentara en la plaza de Bera con todos los hijos. Me acuerdo que yo estaba más contenta… Me habían puesto los calcetines de domingo. Eran fiestas. Un guardia se puso sobre una mesa y ordenó: ‘¡A Francia, a Gipuzkoa o a fusilar!’. Nos subieron a un camión como a cerdos. Había mujeres embarazadas».

Carmen: «Los rojos habían tirado el puente de Endarlatsa y no podíamos ir en camión. Nos llevaron en coche a la parte francesa de Ibardin. Éramos 20 personas. Unos primos de mi padre nos dejaron la casa en Irun. Al día siguiente los cañonazos tocaron bastante la casa y nos tuvimos que marchar al Puente Internacional. Allí estuvimos hasta que incendiaron la fábrica de cerillas. Esa noche la pasamos en el puente, durmiendo sobre unas mantas, y al día siguiente teníamos el tren en la parte de Francia para marcharnos».

Genoveva se quedó. «Estuve un año escondida en Lazanborda. Solo paseaba un poco con el perro por la noche. Cuando salí de allí tenía ya 9 años. De golpe y porrazo toda la gente en Bera estaba vestida de falange. Mandaban dos soldados a casa todas las noches, para ver lo que pasaba seguramente. Casi todos tenían dos soldados durmiendo en sus casas. Había toque de queda. No podíamos ir a ningún sitio sin los papeles. Un día mi tía abrió las contraventanas y teníamos requetés apuntándonos con el fusil. La gente tenía mucho miedo entonces y ha seguido teniendo mucho miedo después.

Después de la medianoche, todos los días venían camiones llenas de personas que fusilaban en la cantera. Aquí mataron a Seminario, que era taxista. Mataron a ocho personas por nada. Éramos crías pero esas cosas no se olvidan».

Mientras tanto, Carmen estaba en Francia.

Carmen: «Primero fuimos en tren a La Rochelle, luego a La Roche y a Saint-Gilles. En Bretaña vivíamos en una colonia. Quería ir a la escuela y me admitieron al día siguiente. Así aprendí el francés. Conmigo se portaron bien. Era un campo de refugiados guardado por senegaleses. Empezó a llegar gente de distintos sitios: Catalunya, Gernika... Si antes éramos 200, luego fuimos 2.000. El aita era ayudante de cocina allí y la ama también trabajó. Cuando sonaban las sirenas de la fábrica de pescado, muchos se escapaban por miedo, porque en Gernika les habían bombardeado. Luego ya se daban cuenta de que no eran los aviones. Allí todos teníamos ideas. Aquí nadie, pero allí sí».

Genoveva: «Aquí la mitad del pueblo se puso falangista. No estábamos enteradas como estamos ahora».

Carmen: «De las cien familias que salimos de Bera somos de las únicas que volvimos. Regresamos unas cuatro familias. Nos hizo los papeles un primo que se afilió a la Falange para ayudar. Este barrio era todo fascista, y lo sigue siendo».

Genoveva: «Cuando vinimos nos habían robado hasta los colchones. Al aitatxi le hicieron consejo de guerra. Salió de la cárcel de Ondarreta y cuando volvió a Bera no tenía trabajo. Se fue a Lasarte y de allí llevaron la empresa a Zaragoza.

Ahora, cuando veo a los migrantes que vienen, con lo que hemos pasado, pienso que al lado de ellos no es nada. Me acuerdo de nosotras y digo: ¡qué pena da que no les acojan en algún sitio! Europa al fin y al cabo es grande. Aquí que hemos sido todos migrantes...».

PATXI MEHAX

 

«Se quitaban la combinación para hacer bandera blanca»

Patxi Mehax, hijo de una de las familias que fueron expulsadas de Bera al llegar los franquistas, ha escuchado atentamente el relato de Carmen y Genoveva Aldazabal. Algunas de las historias las conoce de casa, aunque reconoce que su aita contaba muy poco. «Era muy cerrado. De algunas cosas personales de él me enteré por medio de mi madre, que contaba algo. Sé que al aita le avisaron de que le buscaban. Era delegado o enlace de UGT en Funvera. Y se escapó. A un compañero lo fusilaron. Se fue a Francia, volvió y estuvo luchando en el bando republicano. Le cogieron en el frente y estuvo preso en Madrid. Poco más sé de este tema».

Todavía sus padres no se habían casado. Se conocían, pero nada más. «Por parte de mi madre, sus tres hermanos, que estaban trabajando en fundiciones, no sé si eran sindicalistas o no, pero cuando llegaron los requetés escaparon. Luego vinieron con las listas los requetés casa por casa para que se presentaran en el Ayuntamiento las familias con los hijos de los que se habían escapado. A mi madre y mis abuelos, con la casa abierta, con lo puesto, los llevaron como a cerdos en el camión. Pasaron por Endarlatsa en barcas, ya que el puente estaba derrumbado. Mi madre solía contar cómo se quitaban las mujeres las combinaciones para hacer bandera blanca porque estaban a tiro los dos bandos».

Estuvieron refugiadas en Baiona. Había mucha gente de Irun. «Luego de allí por Francia pasaron a Arenys de Mar, en Catalunya, donde vivieron en una masía. Allí se murió mi abuela, que estaba enferma. Este año he estado allí. Tenía un certificado de defunción y he visto la casa donde vivieron, aunque no encontré a nadie».

«La familia que les acogió les ofreció trabajo y una casita pequeña a mi abuelo y a mi madre. Cuando acabó la guerra volvieron porque tenían casa. Les habían robado todo. La casa la utilizaron las milicias franquistas como almacén. Tenían una máquina de coser Sigma que compró mi abuela a 500 pesetas en 1925. Era mucho dinero. Una amiga de mi madre le guardó la máquina cuando vinieron los militares y le devolvió cuando regresó. Aún la guardo en casa. La ama tenía que ir todas las semanas al cuartel a fichar. Eso es todo lo que sé. De joven no preguntaba, no me interesaban estas cosas. Ahora sí que les sacaría toda la información», declara este beratarra de 65 años.

AXURI ZAPIAIN eta KEMEN RUIZ

 

«Plaza bat zen militarrez betea, dena tristea»

Plaza lasai eta eder batean elkartu gara Axuri Zapiain (10 urte) eta Kemen Ruiz (12 urte) haur beratarrekin. Bat lasterka ailegatu da, bertzea bizikletan. Lagun eta familiakoekin oporrez gozatzen ari dira. Bihar herriko bestak hasiko dira, gainera, eta irrikaz daude. Orain dela 82 urteko plaza hagitz desberdin irudikatzen dute: «Dena militarrez betea, dena tristea. Eta umeak, etxean, gurasoekin, izutuak».

Duela bi urte pasatxo “Harritik hazia” herri antzerkiko tailerretan parte hartzen hasi aitzinetik, ez zekiten «kasik deus» 1936an gertatu zenaz. Orain, makina bat tailer, entsegu eta emanaldiren ondotik, badakite «frankistak sartu eta gerra hasi zela», baita «matxismoa izan zela ere emakumeen kontra».

Gustura ibili dira antzerkian adin desberdinetako lagunekin. Eurak izan dira gazteenak memoria historikoa landu duen aktore eta musikari taldean. 1936tik gaur arte herrian eta inguruan gertatutakoak jorratu dituzte emakumeen ikuspuntutik. «Ozen irakurri ditugu historiak eta irudiak ere ikusi ditugu; agertokiaren gibeleko pantaila handian agertzen ziren. Zerbait gogorra bezala ikusten dugu gerra», adierazi dute Axuri eta Kemenek. Atarrabian eta Arantzan egindako emanaldiekin bukatu da antzerkia, baina proiektuak segida du Arantzako Emakumearen Oroimen Baratzean.

Gaur egun oraindik gerra ugari dago bazterretan eta haur hauek gobernuan egoteko aukera balute, zerbait egiten saiatuko lirateke «gelditzeko».