La valentía tiene recompensa
Los de Berizzo se adelantaron con gol de Muniain a la media hora y aguantaron con entereza tras el empate merengue de Isco.
ATHLETIC 1
R. MADRID 1
El Athletic sumó un punto, pero supo a victoria. Los leones dejaron muy buen sabor de boca en un enfrentamiento exigente ante el tres veces ganador de la Champions, al que sometieron en la primera parte y supieron contener hasta cierto punto en la segunda. Una magnífica piedra de toque que aventura una campaña ilusionante para los seguidores rojiblancos.
Con un once que aventuraba cierto cambio táctico –Muniain se escoraba a la izquierda cuando el rival tenía el balón, pero se manejaba en entretejer el fútbol ofensivo rojiblanco cuando los locales disponían de la pelota–, la escuadra vizcaina firmó una fenomenal primera parte. Apretando a los merengues arriba, con robo y salidas muy rápidas, buscando pases verticales a la velocidad de Williams y también saliendo sin miedo y raso desde el mismo Unai Simón.
Los de Berizzo no se arrugaron cuando el campeón europeo decidió llevar la iniciativa. Bien resguardados en un arropado medio campo, esperaron al error y apretaron los dientes ante la celeridad con la que los blancos movían el cuero. Ni siquiera el que apenas cumplido el primer minuto el Real Madrid estuviera a punto de ponerse por delante en un despeje in extremis de la zaga vasca hizo quebrar el plan inicial de los anfitriones.
Ayudó a ello el que Raúl García, Williams y Susaeta firmasen las primeras aproximaciones sin que todavía se hubiese cumplido el primer cuarto de hora de juego. Al ritmo al que se estaba jugando, con un desgaste físico impropio de estas alturas de temporada, adelantarse en el electrónico se antojaba cuestión trascendental.
Tuvo que sufrir antes el cuadro rojiblanco con los disparos de Benzema, Carvajal y, sobre todo, la mala intención que llevaba un chut colocado de Marco Asensio al que correspondió su compañero de hornada futbolística en la meta vizcaina con un vuelo a mano cambiada que abortó el camino de las redes que llevaba el esférico.
Casi a renglón seguido llegó el 1-0. Tras picar con insistencia en la veta de buscar la espalda a los centrales madridistas, apareció el premio. De Marcos buscó ese hueco por detrás de Sergio Ramos para asistir a dos obuses, Williams y Muniain, que entraron como lobos hasta ver el balón dentro de las redes blancas.
El sacrificio, la valentía y el buen hacer tenían su recompensa para regocijo de una grada totalmente entregada al derroche físico de los suyos. El Athletic había logrado lo que pretendía –ponerse por delante en el marcador– para llevar a buen puerto sus intereses y se marchaba con mínima ventaja al descanso para encarar una segunda parte que se presagiaba exigente y trepidante.
Agonía y resurgimiento
Y también agónica. Porque esa reanudación no empezó nada bien para los de Berizzo. Para empezar, porque casi en su inicio el buque insignia del fútbol ofensivo rojiblanco, Muniain, no aguantaba la intensidad del envite y se tenía que marchar lesionado. Y el equipo notó en demasía la ausencia del de la Txantrea, ya que se quedó sin apenas salida, precisamente cuando más achuchó la escuadra visitante.
Julen Lopetegi realizó dos cambios que propiciaron un cambio de signo en el encuentro. Casemiro le dio más equilibrio a los suyos, mientras que Isco trajo consigo mayor presencia merengue en el área vizcaina, resultando decisivo a la postre. Un intento de retención equivocado –único error de Unai Simón– a falta de un Bale que estuvo prácticamente desaparecido en San Mamés fue reparado al parar con el cuerpo el rechazo rematado por Sergio Ramos en fuera de juego.
No pudo hacer nada, sin embargo, en el lance siguiente. El cántaro estaba llegando demasiadas veces a la fuente. Un centro de Bale era rematado de cabeza demasiado fácil por Isco para poner las tablas en el luminoso. Tocaba apretar los dientes. El guardameta gasteiztarra volvía a salir victorioso en otro mano a mano con Asensio y mantenía metido a su equipo en el encuentro.
Tal y como había cambiado la dinámica, parecía que el Real Madrid podía remontar, especialmente porque al Athletic se le veía bastante fundido, pero los rojiblancos sacaron fuerzas de flaqueza para aguantar la embestida. Ayudaron los cambios para oxigenar el medio campo, en un final de partido en el que hubo oportunidades para desnivelar por ambos bandos. Finalmente, se mantuvo el equilibrio en una contienda de las que gusta ver a cualquier amante del fútbol.