No encuentran el camino
El equipo, falto de referencia ofensiva, se fue diluyendo ante un Villarreal que acabó siendo mejor que unos leones desconocidos.
ATHLETIC 0
VILLARREAL 3
Fue hace justo veinte años, un 26 de setiembre de 1998, precisamente en el viejo San Mamés, cuando Ismael Urzaiz dibujaba una chilena en el aire, con sus muchos kilos de músculo y centímetros, para batir al germano Bodo Ilgner ante la mirada resignada de Fernando Hierro e Iván Campo, pero que el ínclito, nunca fue más apropiada la palabra, trencilla Daudén Ibáñez la anuló para afrenta al propio fútbol. Anoche, a falta de su sucesor natural, Aduriz, que ni entró en la convocatoria y no parece que sea el más idóneo para comandar el ataque en un partido tan exigente en lo físico como el del Camp Nou, le tocó en suerte a Williams liderar la ofensiva rojiblanca. Un delantero que suma dos años sin ver puerta en San Mamés y en la única ocasión franca en todo el partido ante el Villarreal se topó con Asenjo. Fue la mejor y podríamos decir que única jugada de verdadero marchamo de gol que tuvo un Athletic sin referente atacante arriba y que no fue ni de lejos el que promete Eduardo Berizzo, el que venía de empatar con el Madrid o hacer lo propio con el Betis, y sí más el de las primeras dos jornadas.
Decepción. Seguramente es la palabra que de forma más ajustada resume lo que el aficionado y los propios jugadores sintieron tras el doloroso 0-3 que le infligió un equipo levantino que, en términos generales, fue mejor y ganó hasta con merecimiento. El tercero amarillo, ya casi sobre la bocina, con el equipo bilbaino muy tocado y abatido tras, eso no se puede negar, un generoso esfuerzo, fue como echar más sal en una herida que esperemos no deje secuelas. El cuarto que casi llega y evitó el mejor león, Unai Simón, con la yema de su manopla, hubiera sido un palo moral excesivo.
No se asemejó el Athletic al que esperábamos, por mucho que luego Eduardo Berizzo quisiera ver la botella medio llena. Su Athletic apenas sí duró veinte minutos, los primeros, en los que el equipo salió a mandar, a mover la pelota con criterio, a generar algunas llegadas reseñables aun sin remate, a no dejar maniobrar a los orfebres del ‘Submarino amarillo’. Fueron los mejores minutos de un Beñat, de los pocos salvables a nivel global, que formó esa dupla por delante esta vez de Iturraspe, junto a Raúl García. El técnico argentino decidió dar descanso a un intocable Dani García que seguramente necesitaba descanso tras las pechadas a las que nos viene acostumbrando. Cuatro cambios en total en los leones con respecto al Villamarín, con Núñez debutando en lugar de Yeray, la inclusión de un Muniain ayer con muy poco protagonismo, y de nuevo Capa por delante de De Marcos. El mismo once, en cambio, en el Villarreal que ante el Valencia.
Salió entonado y con movilidad el Athletic, Beñat movía de acá para allá mientras en banda derecha De Marcos protagonizaba cada incursión del equipo en esos primeros compases, incluidas algunas buenas triangulaciones. Con paciencia y criterio ante un Villarreal esperando, y es que el Villarreal solo tuvo que esperar. Esperar a los errores del rival. Como el de Beñat, casi sobre la media hora, que propició una llegada de Bacca que Iñigo Martínez abortó in extremis. Al saque de esquina, Funes Mori remataba de cabeza completamente solo y lo hacía muy desviado para fortuna de un Athletic que, de repente, empezó a dar síntomas de aluminosis, se dejó el fuelle por el camino, empezó a ceder la pelota y fue permitiendo que por fallos propios y un rival que también sabe manejar la pelota, los levantinos se fueran al descanso con la sensación de ser mejores. Incluso pudieron irse a vestuarios con ventaja si Fornals acierta en una cesión del virtuosista Gerard Moreno y la mano milagrosa, abajo, de Simón no se hubiera interpuesto en su camino al gol.
El Villarreal marca y domina
Primeros cuarenta y cinco minutos en los que el Athletic fue como esos restaurantes cutres a los que acude a poner orden Chicote y ves al cocinero probar con indiferencia los platos que le sirven sin gracia ni sal. El dueño le pone empeño pero el menú parece una de esas ensaladillas deslavazadas que ofertan en los chiringuitos de playa. Así acabó el Athletic la primera mitad y así fue, por desgracia, el Athletic en la segunda. Solo un par de chispazos iniciales, como a la gallina que le cortas la cabeza y sale corriendo, es lo que dio de sí el conjunto de San Mamés. El Villarreal no se amilanó, salió respondón y avisando de que a la mínima iba a aprovechar esas praderas que le dejaban a la espalda de la medular bilbaina. Y eso que Williams la tuvo en el cabezazo que Asenjo sacó. Fue la única clara ocasión de un duelo que se alocó, que tenía pinta de caer de uno o de otro lado si es que alguno embocaba el balón entre los tres palos. Y fue en una de esas cuando Fornals, que firmó justo el día en que cumplía tres años de su debut un partido para enmarcar –su truco de magia sobre la línea de fondo a Iñigo Martínez fue antológico–, la enganchó desde 45 metros y se la coló a un Simón que estaba en su sitio pero que solo pudo, como diría aquel, aplaudir.
Ese gol sentenció a un Athletic que ya venía dando síntomas alarmantes de su incapacidad ofensiva o de generar la más mínima ocasión de verdadero peligro para la meta de Asenjo. Berizzo maniobró dando entrada a Unai López y Córdoba– que no tuvieron la mínima incidencia– pero para entonces el Villarreal era mucho mejor equipo que un Athletic irreconocible, desaparecido, sin referencias arriba, en el que Simón volvió a salvar a tiro de Gerard, esta vez con un pie, pero nada pudo hacer en el testarazo inapelable de Funes Mori, que arrolló a Iñigo Martínez en su salto y el VAR dictaminó que no había habido falta, esa misma que vio y protestó todo San Mamés y hasta Berizzo. 0-2 y ahí se acabó todo.
Los rojiblancos se vieron sobrepasados con diez minutos todavía por delante en los que, de tirados al río, se fueron arriba como el general Custer a la batalla de Little Bighorn, y al Athletic le cayó el tercero y casi el cuarto. Desde hacía ya unos cuantos minutos San Mamés se había casi vaciado, lo que debería ser motivo de análisis. Y por si fuera poco la grada popular adornó la despedida con gritos de «Urrutia kanpora!», respondida con silbidos por otros.
El Athletic no marca en ninguna competición sin que estén Aduriz o Raúl García en el campo desde el 30 de abril de 2017. Un año y 5 meses. Si enfrente está un Villarreal que solo había encajado tres goles y que ayer no cedió nada, se explica también en parte lo sucedido. Eso y que el equipo no fue el esperado en intensidad y profundidad. Toca seguir buscando el camino.
Berizzo ve la botella medio llena
«Creo que jugamos un partido hasta el 0-1 correcto, con circulación, es verdad que sin crear peligro, pero sujetando a sus atacantes. Pero ese gol abre el partido, tomamos riesgos, vamos a empatarlo, viene el segundo y el partido se nos aleja», analizó Eduardo Berizzo, que, no obstante, dijo que «fue el partido que queríamos jugar, de posesión, de no dejarles, porque son un equipo peligroso a la contra, que encontró ese juego al romperse el partido». El argentino, en cualquier caso, asumió que «tampoco tuvimos ocasión manifiesta de gol con el dominio que tuvimos». Dicurso buenista del técnico que añadió «presionamos bien, no jugaron cómodos... Hablo hasta el gol, el gol transforma el partido y pasamos a atacar con prisa, dejando espacios y nos contragolpearon con peligro. Pero el ritmo del partido estaba bien jugado. En el descanso ya dijimos que un detalle iba a decidir la balanza y el Villarreal lo aprovechó». Berizzo admitió también que
«nos cuesta arrimar el peligro, que alguien destrabe al ataque con una jugada inesperada. Willy tiene otras cualidades, quizá hoy nos faltó generar en banda o embocar un buen centro, pero no terminamos de encajar ese centro».J.V.