El GIC da por concluida su labor de normalización del diálogo político
El 6 de julio de 2017 fue la Comisión Internacional de Verificación quien dio por acabada su labor, tras producirse el desarme de ETA, y ahora es el Grupo Internacional de Contacto el que anuncia el fin de su misión, centrada en allanar caminos al diálogo político. Brian Currin y sus compañeros harán balance la próxima semana en Euskal Herria.
La máxima referencia de este Grupo Internacional de Contacto, el sudafricano Brian Currin, ya anticipaba este cierre de su actividad hace un año, en el sexto aniversario de la Declaración de Aiete, meses antes incluso del fin de ETA. «Hoy siento que podríamos dejar nuestro trabajo, aunque no es que quiera hacerlo ¿eh? me encanta venir al País Vasco».
En el acto celebrado entonces en el palacio donostiarra, Currin hizo un repaso de cómo se han ido cumpliendo sus tareas, en el que no escatimó algún tirón de orejas: «Muchas veces sentimos que tirábamos en solitario del carro. Lograr una agenda para el diálogo multipartito fue muy difícil. Había muy poco diálogo entre vosotros, incluso entre los que estáis ahora en esta sala, y cuando lo había era clandestino. Pero lo habéis hecho, y yo lo saludo con orgullo».
Ayer, siete años y medio después de su creación el 14 de febrero de 2011 y en vísperas del séptimo aniversario de esa Declaración de Aiete, el GIC anunció en una nota que pone fin a su actividad «al considerar que gran parte de su mandato ha sido completado».
Añade que la próxima semana, entre el martes 16 y el jueves 18, estarán en Euskal Herria tres de sus miembros para hacer balance final de su actividad ante la sociedad vasca, instituciones y representantes políticos. Los responsables de este descargo serán Currin, Alberto Spektorowski y Raymond Kendall.
Anteriormente (julio de 2017) ya dio por finalizado su trabajo la Comisión Internacional de Verificación, coordinada por Ram Manikkalingam, y cuya labor también reflejó el apoyo de la comunidad internacional a este proceso. Aunque en la opinión pública a veces se hayan confundido sus tareas e incluso sus estructuras, el GIC ha incidido en la faceta política y la CIV ha actuado en un ámbito eminentemente logístico, allanando el camino al desarme.
Acto en Aiete el 17
Una hora después de comunicarse esta decisión del GIC, el Foro Social Permanente hacía pública la convocatoria de un acto de séptimo aniversario de aquella Conferencia Internacional liderada por Kofi Annan (fallecido el pasado mes de agosto), que tendrá lugar en Aiete el miércoles 17.
Ahí, a partir de las 16.00 y a puerta cerrada, los tres miembros del GIC darán cuenta de su balance y posteriormente partidos políticos y sindicatos tanto de la CAV como de Nafarroa e Ipar Euskal Herria tomarán la palabra para realizar una valoración de este recorrido.
Ya a las 18.00 se dará paso al acto público, en el que se prevé la intervención de Currin, la de Anaiz Funosas en nombre de Bakea Bidea, Agus Hernán en el del Foro Social Permanente, y Eneko Goia en condición de alcalde de Donostia.
En un anticipo de este balance, el GIC destaca en su nota que en estos siete años y medio «nos hemos esforzado en acompañar a la sociedad vasca en su camino hacia la paz y la resolución del conflicto. Para ello hemos visitado el País Vasco en numerosas ocasiones, manteniendo una intensa actividad de reuniones y diálogo discreto con los principales actores políticos. Asimismo, hemos tenido el honor de participar y contribuir a momentos decisivos en este camino hacia la paz, como fueron la Conferencia de Aiete en 2011 y la reciente disolución de ETA en mayo de 2018».
Mandatos cumplidos
El GIC inició su labor en febrero de 2011, en un momento en que ETA mantenía únicamente suspendida su actividad armada, la izquierda abertzale estaba ilegalizada y había más de 650 presos políticos vascos, por citar tres datos ilustrativos.
Su mandato –terminología en que se basan este tipo de organismos y que equivale a su objetivo o misión– incluía seis puntos concretos, enunciados así: «Promover, facilitar y posibilitar la legalización de la izquierda abertzale»; «alentar medidas que generen confianza, tales como superar las medidas especiales que restringen su actividad política y adaptar la política penitenciaria a la nueva situación política»; «animar y asistir a los partidos en la preparación y desarrollo de una agenda para el diálogo político»; «alentar, facilitar y posibilitar el diálogo y la negociación multipartita, sujeta a los Principios Mitchell»; «a petición de las partes, mediar en caso de bloqueo»; y «generar confianza en la sociedad respecto a que un proceso de paz exitoso es ciertamente posible». Un análisis objetivo y ponderado de los seis puntos muestra que efectivamente el cumplimiento de ese mandato resulta casi total.
A aquella presentación realizada en Bilbo le replicó de forma abrupta el entonces vicepresidente primero del Gobierno español y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba: «No hacen falta mediadores, ni los queremos ni los vamos a utilizar, porque uno utiliza una mediación cuando está metido en el diálogo y no es el caso. Ni lo hay ni lo va a haber». No obstante, ocho meses después de la conformación del Grupo Internacional de Contacto llegaban la Conferencia de Aiete, el inmediato fin de la acción armada de ETA... y el resto es historia. Historia «por rematar», en palabras del propio Currin hace un año.