La impotencia de una madre que no puede viajar para ver a su hijo preso, en una conversación
Un post de Facebook recoge la tristeza e impotencia de una madre que ya no puede viajar para ver a su hijo preso.
El documental ‘Azken arnasa arte’ nos acerca la realidad de las cárceles, el alejamiento y la dispersión desde el prisma de nuestros mayores. Abuelas y abuelos o madres y padres de avanzada de edad de presos y presas políticas vascas son las grandes protagonistas de este proyecto audiovisual de Kurkuluxetan Kultur Elkartea.
Los largos viajes a los que tienen que hacer frente personas de avanzada de edad, muchas de ellas con importantes problemas de salud, para poder ver a su ser querido son reflejados en este documental de 22 minutos.
Tras presentarse en distintos puntos del país, el documental ‘Azken arnasa arte’ se puede ver de manera íntegra desde ayer en NAIZ.
Casualmente, hace unos días un post de Facebook llamaba nuestra atención. Su autor era Mikel Gallaga, hermano del preso político Javier Gallaga Ruiz que se encuentra en prisión de Córdoba, y en el describía la conversación mantenida con su madre.
Madre e hijo ultiman, durante el desayuno, los preparativos de la visita con Javier. Hablan, por ejemplo, de las revistas que hay recoger para preparar el paquete. La madre sin embargo, entristece al recordar que ya no es capaz de viajar todos los meses a ver a su hijo. Mikel le anima, asegurando que con la llamadas telefónicas y con que vaya cada dos o tres meses para darle un abrazo y un beso ya es suficiente. El hijo le insiste en que no está «para hacer 1600km en 24 horas».
La madre es consciente de su situación pero asegura que le da «muchísima pena». Madre e hijo acuerdan que se organizarán para hacer el siguiente viaje con más tranquilidad; «ya me pillaré días de vacaciones para bajar en coche y con hotel para hacer la visita en 3 o 4 días y así nos cansamos menos», apunta Mikel.
La conversación viaja al pasado, a hace dos décadas, cuando detuvieron a Javier en el Estado francés. Mikel recuerda que aquellos primeros años su madre viajaba todas las semanas, después cada quince días, más tarde todos los meses y ahora sólo es capaz de viajar cada dos o tres meses.
En el camino ha perdido a un marido con el que viajar y la fuerza que le llevaba hasta su hijo, pero tal y como insiste Mikel lo que no le falta es el amor que le une con su hijo preso.
El post no es nuevo. Fue escrito hace tres años, pero los recordatorios que la red social rememora todos los días lo ha vuelto a poner en circulación, siendo compartido en más 500 ocasiones.