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Entrevue
SABIN AZUA
SOCIO DIRECTOR DE B+I STRATEGY

«Estamos en un momento de cambio importante, pero no debemos ser pesimistas»

Sabin Azua (Ciudad de México, 1957) es un gran conocedor de la realidad económica vasca y una persona apasionada de este país, que aprendió a amar a diez mil kilómetros de distancia y cuyos retos le ocupan y le preocupan, pero al que mira con optimismo.


Sabin Azua presenta hoy su libro “Empresa, País, Vida: Reflexiones para el diálogo”, donde recopila una parte importante de los artículos publicados en los últimos años, con esos tres elementos como hilo conductor. Explica que en sus páginas podremos hallar «todas mis sinceras opiniones» sobre todo tipo de temas, algunos de los cuales abordamos en esta entrevista.

¿Qué es lo que vamos a encontrar en el libro?

Normalmente escribo artículos en varios medios, en los últimos años fundamentalmente para “El Economista”, pero también he escrito en GARA, Deia, “Estrategia Empresarial”, en la revista de la APD… y en el extranjero, y lo que hemos hecho ha sido recopilar artículos publicados en ellos. Es un poco la síntesis de mi trayectoria profesional y de mi experiencia vital. Para mí, el país es un compromiso personal desde que nací, y a la empresa he llegado porque considero que es un instrumento vital para garantizar la viabilidad futura del país. La idea es animar al diálogo. Hemos tenido la enorme suerte de que en cada uno de los apartados contamos con el prólogo de personas a las que tengo cariño. En el apartado «País» se lo pedí a mi referente en el ámbito ideológico, que es el lehendakari Ibarretxe; a mi hermano Jon le pedí el de «Empresa»; y a Pili Kaltzada el del apartado de «Vida», que sintetiza la cultura, identidad, desarrollo… Y luego, cada capítulo lleva también un cuadro de empresarios o directivos que han tenido una enorme trayectoria y que además pintan. Hay un cuadro de Miguel Lazpiur, otro de Javier Gutiérrez, director durante años de Vidrala, y uno de quien fue mi primer jefe, Felipe Prósper, que fue presidente de Idom.

Usted conoce muy bien el tejido económico y empresarial vasco, ¿cómo lo ve después de casi una década de crisis?

La crisis ha golpeado muy fuerte a las empresas, pero si uno mira los índices, hemos resistido razonablemente bien. Es verdad que se ha llevado por delante muchísimas empresas, lo cual es preocupante sobre todo para la capacidad de generación de empleo a futuro, y se ha quedado en el camino mucha gente, pero dentro de lo que ha sido la crisis global hemos resistido razonablemente bien. La preocupación es de cara al futuro, porque esas crisis han dejado las empresas con balances no muy fortalecidos. Tenemos muchos retos, pero estoy confiado en que podemos tener un tejido empresarial que salga adelante.

¿Alguna inquietud especial?

Sobre todo en el sector de la automoción. La preocupación mayor es la transformación hacia la nueva movilidad y el vehículo eléctrico, dado que nuestra industria está en el vehículo convencional y los requerimientos de la nueva industria son muy diferentes. Nos jugamos mucho de nuestra competitividad futura como país en la capacidad de ser protagonistas activos de este nuevo mundo. Por otra parte, las empresas están haciendo los deberes, cada vez están más internacionalizadas, apostando por productos de mayor valor añadido, tenemos un sistema donde los modelos participativos avanzan, políticas públicas razonablemente buenas, sobre todo porque mantienen una coherencia desde que tenemos autogobierno... pero me preocupa que la política estatal orientada al desarrollo económico y a la industria es inexistente, y la parte que nos corresponde la tenemos que paliar con nuestros recursos y capacidades. En resumen, estamos en un momento de cambio importante, pero no debemos ser pesimistas.

La automatización, la robotización, la inteligencia artificial, son retos a muy corto plazo...

Hay gente que dice: «no debemos hacer automatización». Hay negacionistas de la automatización, pero cuando compites en entornos internacionales cada vez más abiertos, en determinadas industrias o estás automatizado o no vas a poder competir. O tienes incorporados en tus mecanismos de gestión la inteligencia artificial, la realidad aumentada, etc., o no vas a poder competir. Es como la revolución industrial, lo que no puedes hacer es negar una realidad.

Lo que yo creo que va a producirse, y se está viendo en los países más avanzados, es que al principio generará una pérdida de empleos muy específicos en procesos repetitivos. Entonces, vamos a tener que arbitrar mecanismos públicos para paliar esas situaciones de gente que entrará en desempleo. Pero lo que se está demostrando en Alemania, los países escandinavos, algunas regiones de EEUU, Holanda, etc., es que aunque al principio se produce esa pérdida luego se generan nuevos puestos de más valor añadido. Hay que jugar inteligentemente con el ritmo de aplicación de la automatización, con los elementos paliativos sobre las personas que queden en desempleo, y hay que dar formación y capacitación a la gente.

Y un país pequeño como el nuestro, ¿qué tiene que hacer para desenvolverse en un escenario de globalización?

Lo primero, ahondar en nuestro autogobierno. Una de las razones fundamentales para acceder a mayores cotas de autogobierno es que nosotros tenemos un modelo tanto nacional como social que es diferencial. A mí no me gustaría que accediéramos a un nivel total de autogobierno si solamente fuera para poner fronteras, barreras, hacer una cuestión identitaria de lo cultural, etc. A mí lo que me preocupa es tener un modelo social más elevado, una sociedad lo más justa posible, con sistemas de solidaridad, de colaboración. Creo que esa es la primera cuestión. En el libro hago una similitud entre la selección de fútbol de Islandia en el mundial y Euskadi, y digo que lo pequeño no solamente es hermoso, también es potente. Luego, hay algunos espacios donde, o eres grande y tienes dimensión, o no puedes competir. Cuando CIE Automotive está comprando plantas por el mundo es porque o tiene presencia internacional, tamaño, o no tiene nada que hacer. Sin embargo, se van produciendo segmentos de clientes más pequeños con necesidades concretas a los que se les atiende con una oferta específica. Y ahí tenemos juego. Cuando se dice que a las empresas vascas les falta tamaño... pues a algunas sí y a otras no. A algunas les sobra. Hay que fijar a quién quieres servir, cómo le quieres servir y qué modelo de negocio quieres hacer. Creo que tenemos que ir a modelos de negocio de mucho valor añadido. Las empresas deben tener un tamaño mínimo eficiente, no un tamaño grande. El tamaño eficiente a veces es muy grande, y a veces es pequeño.

Nuestro pueblo tiene tradición de trabajo en común, colectivo, ¿puede ser una ventaja?

Sí. Yo a mí mismo me defino como comunitarista. Nosotros tenemos una naturaleza comunitaria en el país, tenemos el auzolan que se ha practicado históricamente en los pueblos sin necesidad de organismos públicos ni de organizaciones privadas, que se ha desarrollado de manera natural. Tenemos el mayor nivel de economía social de Europa, no es casualidad. Ahora bien, debo confesar que en este momento quizá mi mayor preocupación es el deterioro del espíritu comunitario en esta sociedad, creo que hay un exceso de individualismo, que se ha perdido algo de ese compromiso que hemos tenido con la sociedad. Y me preocupa. Quizá tenemos que recuperar algunas de esas palabras feas que suenan a carca, como responsabilidad, esfuerzo, solidaridad…

Y hay otra preocupación: yo vivo en Euskadi desde que volvimos de México hace 42 años, y me parece que no hemos avanzado mucho en multiculturalidad, en la aceptación de lo multicultural. Ahí también hay un problema; tenemos una población envejecida, unos indices de natalidad muy bajos, no tenemos tasas de reposición, y por lo tanto tenemos un problema de futuro. Debemos tener capacidad de integrar, y ahí opino que todavía tenemos un déficit importante. No digo insolidaridad, creo que la solidaridad sí la tenemos, hablo de apertura mental a incorporar formas distintas de pensar, de ver las cosas. Esas dos cosas me preocupan; estamos en una situación de riesgo de pérdida de solidaridad comunitaria, y el tema de la multiculturalidad, que no sé cómo la vamos a abordar, porque no la estamos tratando bien. Que no se nos olvide que la comunidad no es sólo la gente que vivimos en el país, sino también todo ese mundo que va a venir y que se va a integrar. Igual que cuando vamos fuera; no tratamos a los indios igual que a los de Hernani, no los tratamos igual.

La educación es un tema que cita en muchos de sus artículos, ¿qué importancia le concede?

Hay una frase de Peter Senge que dice que la única ventaja competitiva que tiene un país en el largo plazo es su sistema educativo. Y coincido con ello. Creo que tenemos un nivel educativo bastante alto, pero creo también que es un sistema demasiado gremial, demasiado estructurado en torno a intereses creados y de difícil modificación. Lo que hacemos siempre es un parcheo, y yo abogo por una revolución educativa. Pondría el principal esfuerzo del país en hacer una revolución educativa, como hizo Finlandia, como han hecho Corea u otros países. Y hacer pactos educativos de treinta años; la educación no se reforma en un periodo legislativo. Tenemos que enseñar a los alumnos a pensar, a tener curiosidad intelectual, a afrontar riesgos, a tener capacidad de comunicación, a trabajar en equipo, y esas no son habilidades que se enseñen como asignaturas, se trata de cambiar las actitudes, y eso implica cambiar todo, también el modo en que los profesores se forman.

No hay nada más serio que atender a un niño. Creo que tiene que ser una profesión muy bien pagada, pero a profesores que hagan bien este trabajo. Hay que cambiar el sistema. Creo que hay una enorme calidad en la FP, la Universidad está avanzando, los colegios están avanzando..., pero tenemos que hacer una reforma educativa decente, y creo que no lo estamos haciendo bien. No es que no estemos gestionando bien lo actual, pero hay que gestionar el futuro, y no veo a los grupos políticos, ni a los sindicatos ni a gran parte de la sociedad a favor de hacer este proceso de cambio que, para mí, es la revolución pendiente que tiene este país.

 

hausnarketa xede duen liburua

Sabin Azuak hainbat hedabidetan argitaratu dituen artikuluen bilduma egin eta liburu forma eman dio. Gaur aurkeztuko du, EHUko Bizkaia Aretoan, eta lagun izango ditu Juan Jose Ibarretxe, Andres Arizkorreta, Juan Ignacio Vidarte eta Pilar Kaltzada. Herri honen ehun ekonomikoaren gaineko ezagutza handia izanik, baikor agertzen da etorkizunera begiratzen duenean, baina badaude arduratzen dituen gauzak ere, besteren artean, nagusitzen ari den indibidualismoa. Hezkuntza-sistema erabat aldatzea nahiko luke.