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Los patinetes del futuro toman la ciudad en estado salvaje

La ausencia de regulación tiene paralizadas a varias empresas de alquiler de patinetes eléctricos en las capitales de Euskal Herria. Mientras, su venta a particulares sigue incesante. Estos aparatos revolucionan la movilidad. Son ecológicos, baratos y peligrosos.


El patinete del futuro no es el de Marty McFly. No tiene forma de tabla de skate voladora, sino el formato del patinete más clásico, el que nació de madera a principios del siglo XX como un juguete. Eso sí, los de ahora llevan motores eléctricos que corren que se las pelan. Alcanzan los 40 kilómetros por hora y trucarlos para que vayan todavía más rápido también resulta un juego de niños. Basta con seguir un tutorial en Youtube. Los patinetes eléctricos pesan y tienen una tabla algo más larga y ancha, porque se pensaron para los adultos. Este extraño cruce entre patín y ciclomotor no es cosa de niños.

Lo mejor es echarlos a andar dándole a la zapatilla. Ahí no hay cambios. Después, en un enclenque manillar que incorpora el freno como en cualquier bici, se encuentra un botón acelerador que se controla con el pulgar derecho. Y voilà. Como un tiro. Resulta condenadamente divertido. Este endemoniado artilugio que tantos juramentos arranca a peatones, coches y ciclistas se ve diferente cuando lo pilota uno mismo.

«Tienes que ver cómo chuta cuando subo la cuesta de Santo Domingo. Me cepillo a todos los ciclistas», comenta Vicente. Este carnicero trabaja en Alde Zaharra de Iruñea y es un entusiasta de su patinete que corre como un miura. Ha acortado a la mitad el tiempo que tarda en llegar a su puesto de trabajo. Él lo tiene claro: «No es un juguete». Se pone casco cada vez que lo coge, aunque de momento no sea obligatorio. Y está pensando en sacarse algún tipo de seguro. Ha tenido algún sustillo, no gran cosa. En un par de ocasiones casi se le escapa el manillar. «Algunas veces he conducido llevando bolsas de la compra. Sé que no hice bien. Una vez bajé a casa con un jamón», confiesa.

Maite Álvarez, secretaria de Kalapie, no comparte el entusiasmo de Vicente por su patinete. Asume que estos vehículos «son el futuro» y que vienen para quedarse, pero afirma que sin una regulación que les ponga coto, son un problema. «Son vehículos sostenibles, porque no contaminan, pero no son saludables como la bici. No se hace ejercicio», explica Álvarez, poniendo voz a esta asociación ciclista donostiarra. «De momento, quieren mandarnos a todos al bidegorri y no estamos de acuerdo. Los patinetes tienen una potencia superalta, alcanzan los 40 kilómetros por hora. Dicen que quieren limitarles la velocidad a 20 kilómetros por hora, cinco más de lo que podemos ir nosotros en las bicicletas».

La portavoz de los ciclistas ha tenido ya algunos encuentros con estos nuevos patinadores. Dice que, cuesta arriba, van rapidísimo y que, tal como se diseñaron los bidegorris, los adelantamientos supondrán un problema. Cada dirección tiene 70 centímetros que no dan para mucho. Kalapie lo tiene claro: estos vehículos con motor eléctrico juegan en la liga de los coches, no de las bicis. «Tienen que ser valientes, hay que quitar espacio al coche y habilitar carriles para estos nuevos aparatos».

El control de estos patinetes es mínimo. Recientemente, el consistorio donostiarra ha empezado con controles informativos, es decir, sin multa. Se vigilarán tres cosas: que viaje una persona por patinete, que no se transite por aceras y la edad del conductor.

Despegue el pasado verano

El bombazo de los patinetes eléctricos llegó el verano pasado. Fue una moda tan repentina que pilló a las autoridades mirando a otro lado. Ahora, la industria contiene la respiración a la espera de que la DGT ponga un poco de orden y declare que los patinetes ya han dejado de ser un juguete, luego cada ciudad regulará el detalle. No obstante, en Iruñea van algo más avanzados y ya los bajan a la brea en la nueva Ordenanza que entrará en vigor los próximos meses. Mientras tanto, el anecdotario de los denominados técnicamente como VMP (Vehículos de Movilidad Personal) se va acrecentando. Este mes, un tudelano acabó detenido por cirular en patinete por la acera fumando un porro de marihuana. Pero el asunto es muy serio y, en 2018, murieron cinco patinadores en accidente en el Estado.

Txutxi, gerente de Gasteiz Urban Mobility, explica que el incremento de ventas de estos vehículos es «constante», desde que empezó hace tres años. «El interés va a más», apunta, y explica que este modo de transporte le está ganando terreno a la bicicleta, pero que la bici eléctrica le aguanta el tipo. Señala que el patinete se ha convertido en una «herramienta de trabajo» para muchos, que ya no cogen el coche en la ciudad. El único freno para que la venta se dispare es la ausencia de regulación. «El cliente tiene miedo de lo que vaya a pasar».

Que hay una demanda latente a la espera de que la DGT clarifique la normativa es evidente. En Donostia se han paralizado licencias a tres empresas de alquiler de estos patinetes y en Bilbo, otras seis se mantienen en esta situación, según desveló el teniente de alcalde. El debate en el Consistorio bilbaino se dio a raíz de una moción presentada al pleno de octubre por Goazen, que advertía que se lleva dos años esperando a esa directriz. Alfonso Gil, que también es el responsable de movilidad, llegó a amenazar con requisarles los vehículos aunque a nadie se le escapa que cada vez es más frecuente verlos transitar por paseos y calles del Botxo.