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La urna secreta de las cosas buenas


Lo contó Guillermo hablando de la nota de suicidio en la que su hermano le contaba los abusos del padre Basilio. «En el Arzobispado me dijeron que tenían un cajón o una urna donde estas cartas se introducen y no vuelven a salir jamás». Ahí es nada. Ayer, durante mi conversación con el portavoz del arzobispo, le leí la frase. Pensé que me iba a negar la mayor. ¿Qué otra salida le quedaba? Pero no, el señor Morrás no lo hizo. Él aseguró no ser el responsable no identificado de la Iglesia navarra que se reunió con Guillermo hace un año. Estaba entre los candidatos, pero le creeré. También dijo que no fue nadie que él conozca. El caso es que admitió que el Arzobispado tiene un archivo secreto y que quizá Guillermo entendió mal cuando le hablaron de él. Se trataría de un archivo dedicado solo a «cosas buenas». Puso el ejemplo de bautismos a escondidas o de bodas clandestinas.

No paso de pensar en ese archivo. ¿Existe? ¿Por qué le hablaron de él? ¿Cuáles son los límites de las cosas buenas? Desde luego, la ética de la Iglesia en casos como los del padre Basilio (unos abusos en los que Morrás ni cree ni deja de creer) parece distinta de la del resto de la sociedad. El cardenal Blázquez dijo ayer que no investigarán viejos casos de abusos a niños en el Estado. ¿Es eso bueno?