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Hemorragia de votos de un M5S eclipsado por su socio de Gobierno

Se las prometía felices el M5S cuando en marzo de 2018 salió victorioso del paso de las urnas, para luego acordar con la Lega la formación del Ejecutivo italiano. Casi un año después, la coyuntura que afronta el partido ha dado un giro de 180º, con varios fracasos en diversas elecciones regionales y jugándose el futuro en los próximos comicios europeos.


Echemos la vista atrás, hasta principios de marzo de 2018. Todo pintaba de rosa en aquel entonces para el Movimiento 5 Estrellas (M5S por sus siglas en italiano); el país se acercaba a una contienda electoral, cita a la que los grillini llegaban con la vitola de favorito. De hecho, fueron los liderados por Di Maio, junto a la Lega de Matteo Salvini, los grandes ganadores en las urnas. De aquellos comicios, y tras un tumultuoso proceso de formación de Gobierno, salió el actual Ejecutivo, con Giuseppe Conte en el papel de primer ministro y Di Maio y Salvini como lugartenientes.

En términos futbolísticos se dice que lo más fácil es llegar, que más difícil es mantenerse. Pues bien, la llegada del M5S al Palacio Chigi se llevó a cabo por todo lo alto; los grillini se las prometían felices, se mostraban desafiantes y parecía que los italianos habían digerido bien su alianza con la extrema derecha. Pero gobernar no es lo mismo que protestar, como prometer no es sinónimo de cumplir. Y el año de gobierno le ha pasado factura al M5S, hasta el punto de que varios analistas hayan puesto en duda la pervivencia misma de la coalición de Gobierno.

Cierto que las previsiones apocalípticas aportan poco al análisis, pero el año que acaba de arrancar puede resultar en un «annus horribilis» para los «grillini», al menos en lo que a citas electorales se refiere. Desde principios de 2019 Italia lleva tres pasos por las urnas, y en todos se repite la misma tónica: la hemorragia de votos del M5S. Desde Abruzzo hasta Sardigna, los grillini han sido protagonistas de debacles electorales, que han obligado a la dirección nacional del partido a actuar.

Los sardos han sido los últimos en pasar por las urnas y los resultados hablan por sí solos: el M5S ha pasado de cosechar el 42% de los votos en las elecciones generales de marzo de 2018 en la isla mediterránea a hacerse con poco más del 10% en las regionales sardas del pasado domingo. Fuentes del partido achacan la derrota al escaso arraigo que el partido tiene a nivel local, y anuncian reformas en ese sentido. Pero sería una irresponsabilidad por su parte no hacerse algunas preguntas sobre su actuación al frente del Ejecutivo del país transalpino.

Es evidente que existe una clara subalternancia entre los socios de Gobierno en Italia, donde el que a priori era el hermano menor de la coalición –la Lega– se ha comido al mayor –el M5S–. Salvini ha conseguido erigirse como en el primer ministro de facto del país a costa de un Di Maio que se muestra incapaz de imponer una agenda propia. Como consecuencia, gran parte de los votantes del M5S se ha quedado en casa en las últimas citas electorales –hasta un 46,3% en las regionales de Abruzzo– según un estudio del Instituto Carlo Cattaneo, pero también hay quien ha desertado, la mayoría a la Lega.

Pocos analistas hablan de un tropiezo puntual y muchos sobre una tendencia que se inicia poco después de los comicios generales del año pasado. Porque si 2019 va camino de convertirse en un quebradero de cabeza para los grillini, el final del pasado no fue mejor. La formación solo salvó los muebles en las regionales de Molise –31,5%– y Lazio –26,9%–, pero fracasó en las del Trentino –7,1%–, Friul-Venecia Julia –11,6%– y Lombardia –17,36%–. Y el denominador común de los fracasos electorales del M5S, coinciden los analistas, es la desilusión de su electorado hacia la actuación del partido en el Ejecutivo nacional.

El último paso por las urnas en Italia antes de las europeas del próximo mes de mayo es la última expresión de una clara tendencia: la decadencia del M5S frente al crecimiento de la Lega. Di Maio ha visto cómo ha ido perdiendo el apoyo del electorado desde las generales de 2018 y los últimos resultados no hacen más que incrementar la presión de cara a los comicios europeos, en los que los grillini, además de la continuidad del Ejecutivo de Roma, se juegan su propio futuro.