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Una temporada notable de un equipo ya asentado

Los azulgranas disputarán su sexta campaña consecutiva en Primera tras haberconseguido la permanencia con holgura y algunos momentos para la historia.


Cada permanencia del Eibar sigue siendo poco menos que un milagro. Pero el equipo azulgrana lo ha convertido en hábito. Y con el objetivo anual nuevamente conseguido, el club se acerca, si no lo ha logrado ya, a la meta a más largo plazo con la que suspiraba desde que llegó a Primera hace cinco años: asentarse en la categoría.

Lo ha vuelto a hacer firmando una temporada notable. No sólo ha logrado la permanencia, sino que lo ha hecho holgadamente en tiempo y en puntuación –ha acabado el curso con diez puntos de ventaja sobre el descenso–. Y eso que en la caseta, como insiste José Luis Mendilibar, queda la sensación de que ni el 12º puesto ni los 47 puntos hacen justicia al rendimiento de un equipo que, tras sobreponerse a un arranque complicado, ha ofrecido algunas de las mejores actuaciones desde que arribó a la categoría.

Ha sido lejos de Ipurua donde más «agraviadas» han visto sus buenas intenciones los armeros. Pese a mantener su vocación ofensiva en todos los escenarios, saldan la Liga con sólo dos victorias a domicilio (Girona y Valencia), 14 puntos en total, que le convierten en el cuarto peor visitante de Primera. Lo han compensado fortaleciéndose en Ipurua, donde han vivido dos de los grandes momentos que deja la temporada: la inédita, y deslumbrante, victoria ante el Real Madrid y el primer punto, igualmente histórico, ante el Barcelona con el que despedía la Liga.

Curiosamente, también ha sido en casa donde ha vivido alguno de sus momentos más dolorosos. Como la derrota inaugural frente al debutante Huesca o los tres puntos que volaron, ya en la segunda vuelta, a Valladolid. La primera fue la avanzadilla del complicado inicio liguero –aunque sólo llegó a ocupar posición de descenso en una jornada, la cuarta desde que está en Primera– que el Eibar, en un ejercicio inmaculado de confianza en la caseta y el cuerpo técnico, volteó ya con el otoño en marcha. La segunda, ya superado su mejor momento, cuando a los armeros se les complicaron las cuentas, a falta todavía de un puñado de puntos para certificar la permanencia. También esta vez se repuso el equipo, que ha cerrado la temporada con un gran sabor de boca. De hecho ha sido al final, en la 36ª jornada, cuando ha conseguido enlazar dos victorias por primera vez en todo el curso.

Las lesiones

Y eso que en la recta final la plantilla se ha visto muy mermada por las lesiones. En una campaña que ya empezó con malas noticias, con las operaciones de Pedro León y Dmitrovic, otros jugadores fundamentales en los esquemas de su entrenador como Rubén Peña –hasta su lesión era el segundo futbolista más utilizado por Mendilibar– o Arbilla, que también pasó por el quirófano, han acabado la Liga en la enfermería, por la que también han pasado Diop, Ramis o Bigas.

 

La irrupción de Cucurella, excepcional

Pese a haber sufrido bajas de calado, el Eibar mantuvo buena parte de su espina dorsal para afrontar la temporada que acaba de terminar. Un bloque al que apenas se han incorporado nuevos jugadores.

La de Marc Cucurella es la gran excepción, el único futbolista llegado en verano que acaba la Liga entre los once más utilizados por Mendilibar. Tardó algunas semanas en hacerse hueco pero supo aprovechar la oportunidad y su nueva ubicación en el campo para convertirse en titular indiscutible.

Con altibajos, pero De Blasis también ha acabado acumulando un puñado de minutos. Sobre todo tras su reconversión en lateral por la baja de Peña. Algo similar ha sucedido con Sergio Álvarez, que ha jugado tanto o más como central que en el pivote.

Mucho menor ha sido la aportación de Cardona, Bigas –lesionado precisamente cuando más posibildades de jugar ha tenido por la acumulación de bajas–, Pere Milla y, sobre todo Calavera: el lateral cierra el curso habiendo disputado un solo minuto.A.U.L.