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Entrevue
GEMMA NIERGA
PERIODISTA, AUTORA DE “TRES DÍAS EN LA CÁRCEL. UN DIÁLOGO SIN MUROS”

Gemma Nierga: «Jordi Cuixart es un hombre que cree firmemente en lo que ha hecho»

Gemma Nierga (Girona, 1965) ha desarrollado su carrera periodística en radio y televisión, con programas que han sido líderes de audiencia y le han reportado muchos reconocimientos. Hace unos meses se embarcó en otro proyecto, un libro-entrevista con el encarcelado presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, “Tres días en la cárcel. Un diálogo sin muros”, que la periodista ha presentado en Bilbo.


Dudó si aceptar el encargo de entrevistar a Jordi Cuixart para escribir un libro. «Me sorprendió y no entraba en mis planes», admite Gemma Nierga. Pero, además, temía las consecuencias y las críticas, que no tardaron en llegar. Le acusaron de «blanquear» al líder social catalán, pero le pareció una oportunidad «impresionante» para conocer y entrevistar, pues no duda de su interés periodístico, al presidente de Òmnium Cultural, en prisión preventiva desde el 16 de octubre de 2017 y pendiente de la sentencia del Tribunal Supremo.

Ambos comparten una eterna sonrisa y su acérrima apuesta por el diálogo como vía para la resolución del conflicto. Esa es posiblemente la razón por la que le propusieron este trabajo.

¿Por qué era tan importante este libro para Jordi Cuixart?

Te daré la respuesta que da Marcel Mauri (portavoz de Òmnium). Dice que Jordi veía una imagen pública de él que no le gustaba y en la que no se reconocía: duro, antipático e, incluso, intransigente. Y le propuso a Mauri la idea del libro para darse a conocer. Tenía la obsesión de que fuera en castellano para que llegara a más gente.

No es la primera vez que entra en prisión como periodista, pero ¿se imaginó alguna vez entrevistar a un líder social encarcelado?

El hecho de estar en la cárcel le añadía mucho interés, porque es un personaje del que se hablaba mucho en Cataluña y está en la cárcel sin libertad para expresarse y conceder entrevistas en libertad. Era un aliciente periodístico ver cómo soporta meses de prisión, con qué estado de ánimo, y también entender qué lleva a Cuixart a defender la independencia hasta el límite de decir: ‘Si tengo que pagar con años de cárcel, pagaré con años de cárcel’. Todo lo que me movía era el interés periodístico. Me interesa escuchar a la gente que está en prisión, sin libertad.

¿Cuál fue su primera impresión al conocerle y cuál su opinión después de doce horas compartidas?

No le conocía y la primera impresión es que es muy entusiasta. Lo primero que pensé al verle es que no se correspondía con su imagen pública, de dureza. El primer día entré con Txell (Bonet, su pareja) y Amat (su hijo), y empezó a cantarle una canción. Eso me descolocó. Todavía no me había decidido, pero ese día ya me interesó el personaje, un padre que le canta a su hijo pero que, a su vez, es un líder social que defiende los derechos que cree que hay que defender. Y le dije que haríamos el libro.

Es un idealista que tiene algo del monitor de campamento (esplai) que siempre ha sido. Tiene ese entusiasmo y esa fuerza para arrastrar a la gente a lo que él cree y, a la vez, la capacidad de empatizar con quien habla con él. Sobre todo, cree firmemente en lo que ha hecho, tanto que se despidió de (el juez Manuel) Marchena diciendo: ‘Lo volvería a hacer’. Es muy coherente.

¿Ha llegado a entenderle como líder social independentista?

A entender sus acciones, sí. Puedo no compartirlas, pero entenderle, sí. Entiendes de dónde viene, con un pasado de lucha social muy importante, hermano de dos chicas mayores que siempre le han protegido un poco, y no sé si eso ha influido en su lucha, desde jovencito, por el débil... Llega un momento en el que cree que Cataluña tiene que ser independiente y el Estado español representa el poder contra el que tiene que luchar.

¿Es la persona que creía que iba a encontrar?

No. Me sorprendió. No tenía una imagen muy formada, sino más bien una pincelada de un hombre más rudo, casi antipático, intransigente... Y encontré una persona entrañable.

¿Siente no haberle formulado alguna pregunta? ¿Le decepcionó alguna respuesta?

No le pregunté si volvería a hacer igual todo lo que ha hecho. En el fondo no pregunté porque daba por supuesta la respuesta. Creo que hubiera dicho ‘sí’. Ahora que me lo preguntas, creo que tenía que haberlo hecho para que quedara escrito: ‘¿Volverías a hacerlo todo igual, Jordi? ¿Te arrepientes de algo?’. No lo hice y echo de menos esa pregunta.

Me decepcionó un poco cuando le hablé de que había visto con mis hijos un cartel que pedía una buena pensión para la abuela y uno de ellos me preguntó si se refería a la de Girona o a la de Córdoba. Le planteé el tema y me respondió con evasivas. Me hubiera gustado otra respuesta. Le dije que era tramposo, pero al día siguiente, a través de Òmnium, me mandó una carta en la que me decía algo así como que no podía olvidar el sufrimiento de mi hijo. Eso me gustó. No quiso retocar la respuesta cuando volví para revisar el libro. ‘Si no, no sería yo’, dijo.

¿Le ha servido para entender el conflicto catalán desde el punto de vista del otro?

Sí, me ha permitido meterme más de lleno en el mundo independentista a través de Jordi y de Òmnium, y, por tanto, tener otra mirada que yo recomiendo a todo el mundo: ponerse en el lugar del otro, intentar entenderle, intentar hablar con el otro aunque tenga una opinión que no te guste e intentar informarte a través de medios que quizá no son los más afines a tu forma de pensar, que es muy saludable. Hay gente que está en una burbuja y es bueno salir de ahí. Es la única manera de intentar entender al otro.

Ha tenido que defenderse de las acusaciones de «blanquear» a Cuixart. Como periodista, ¿qué opinión le merecen esas críticas?

No es ‘blanquearle’, es entrevistar a un personaje que claramente está de actualidad. No hay ninguna duda. Te puede gustar más o menos, pero quién puede dudar de que esta persona, a la que hemos visto en el Supremo, es actualidad. Le das voz para darlo a conocer a la sociedad, que lo criticará o lo aplaudirá... pero le ayudará a formarse una opinión.

Quienes no conocemos a Jordi Cuixart, vemos en su libro a una persona optimista, firme en sus convicciones y muy humana. Sorprende su optimismo y su visión tan positiva en esa situación y ante la posibilidad de una condena dura. Creo que dice que ahora es feliz.

Cuesta entenderlo.

¿La cárcel le ha cambiado?

Es una buena pregunta que me hago muchas veces. Le pregunto a menudo a Mauri si Jordi ha cambiado en la cárcel y me dice que siempre ha sido así de entusiasta. Sí es verdad que en la cárcel ha encontrado un sentido a la vida, un sentido a estar en la cárcel, un sentido a luchar por sus ideales y a tener que pagar con años de cárcel el defender derechos en los que cree firmemente. Medita cada día. Llegué a preguntarle si es una pose y no lo es, es un hombre que cree firmemente en lo que defiende y está en paz consigo mismo.

No se lamenta por su situación personal. Tiene muy claro que iba a acabar en la cárcel y lo tiene muy asumido.

Es muy curioso. Creo que tiene que haber cambiado porque la cárcel cambia a todo el mundo. Es imposible pensar que no te cambia. Y en prisión preventiva, sin sentencia. A la mayoría de la gente, en su situación, te la imaginas cargándose de rencor. Pero no es su caso. Tiene un mecanismo mental por el cual está en paz consigo mismo. Llama mucho la atención, incluso su actitud en el juicio, que ha sido más relajada que la del resto.

Igual la clave es que, como dijo, no lucha por salir de prisión sino por defender los derechos que cree que debe defender.

Es muy consecuente. Cuenta en el libro que lo primero que pidió al llegar a prisión fue las zapatillas de casa. Es una metáfora muy hermosa. El bienestar que quiere tener dentro lo traslada a unas zapatillas. Para sentir que ese es su espacio.

También se desprende del libro que el Jordi Cuixart político es con el que más choca.

Cuando se mete en el papel político, de presidente de Òmnium, se abre un abismo. En ese capítulo debía plantearle preguntas que no fueran cómodas para él. Le eché en cara que ese día se marchó casi sin despedirse.

Recoge varias veces en las que Jordi Cuixart se emociona y llora. ¿Cómo vivió esa imposibilidad física de darle ánimo?

Fueron los únicos momentos en los que el cristal se hizo presente entre nosotros, el resto del tiempo me olvidaba del cristal, no era un impedimento para la conversación, para la intimidad, para reírnos... Pero cuando alguien se emociona, llora, te das cuenta de que no puedes pasarle un pañuelo ni tocarle. Solo puedes poner la mano en el cristal para que él ponga la suya del otro lado mientras se recompone. Eran momentos duros, pero es un entusiasta. Intenta siempre estar bien, que no te sientas mal, ser divertido...

¿Cree que su estancia en prisión le ha reafirmado en sus ideales y en su defensa del derecho de autodeterminación como sinónimo de democracia, de la desobediencia civil como método de lucha y del diálogo como vía de solución?

Claramente, sí. Te respondo con esta contundencia porque he visto sus declaraciones en el Supremo y su actitud, y está convencidísimo de lo que ha hecho. De hecho, dijo que lo volvería a hacer: a manifestarse, a votar, la desobediencia civil... Es muy consecuente y muy coherente.

Ha seguido el juicio. ¿Cómo valora su desarrollo y qué opina de las elevadas peticiones de pena? ¿Qué sentencia espera?

He seguido el juicio con interés y con la esperanza de que las penas no sean altas. Las peticiones me parecen elevadísimas y creo que la solución al conflicto catalán no pasa por el Supremo, por su judicialización. Tiendo a ser optimista. Zapatero manifestó que espera que la sentencia no influya en el diálogo, remitiéndose al fallo del Estatut, y yo podría suscribir esas palabras. Ojalá la condena no sea elevada. Me parece desproporcionada la prisión preventiva, dos años en prisión para que no huyan me parece una exageración.

¿Cree que unas condenas que no sean altas podrían jugar un papel en la reconducción/resolución del conflicto catalán?

Podría ayudar a reconducirlo. Lo dijo un día el recién nombrado presidente del Senado, Manuel Cruz: ‘Unas penas bajas o una absolución ayudarían a la resolución del conflicto’. Y hubo un terremoto político, pero es tan evidente...

Muchos se han sorprendido por sus palabras al principio y al final del juicio. ¿Era una persona desconocida?

Sí, era muy desconocido. Se lo dijo, creo, al fiscal, que ellos le han hecho un personaje famoso y popular, porque no lo era. Tiene toda la razón. Mucha gente se ha sorprendido porque ha descubierto a un líder social que no conocía y que es un hombre que realmente tiene tirón.

Sin embargo, en la entrevista descarta que vaya a dar el salto a la política e insiste en que su ámbito de lucha es el de los derechos sociales.

Sí, y es curioso. Muchos lo ven como un futuro presidente de la Generalitat. Aúna muchas sensibilidades, ahora que el independentismo está tan dividido. Se le ve como un referente ideológico y moral.

Cuixart se muestra en el libro muy empático y muy humano frente a la deshumanización de los presos políticos que se ha construido desde algunos medios. ¿Cree que esa deshumanización es peligrosa?

El libro lo humaniza. Una buena estrategia de quien no quiere escuchar a los independentistas o a los presos es deshumanizarlos, vaciarlos de contenido humano y personal. Deshumanizarlos es casi cosificarlos, es un arma política que utilizan algunos. No interesa lo que sientan, piensen, digan... No son nadie. Y si nos paráramos a pensar que a esa persona le piden 17 años de cárcel, que lleva dos años viviendo y durmiendo cada día en prisión, sin ver a su familia... Eso es humanizar. Y soy totalmente partidaria de humanizar.