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El agua de nuestras playas, al laboratorio

Playas de costa o de interior, el agua de baño de Euskal Herria es muy buena y no debemos preocuparnos por ello este verano. Pero, ¿cuáles son los indicadores que se tienen en cuenta? ¿qué metodos de muestreo se utilizan?

La playa de Zarautz, a vista de pájaro (Gorka RUBIO/FOKU)

El informe anual realizado por la Agencia europea de Medio Ambiente y la Comisión Europea apunta a que la calidad del agua de baño de los Estados español y Francés han empeorado en el último año. De hecho, estos dos, junto a Italia, son los países que cuentan con más zonas de baño de agua de calidad «insuficiente». Paradójicamente, el Estado español se encuentra ligeramente por encima de la media europea (87% frente a 85,1%) en cuanto al porcentaje de zonas de baño de calidad «excelente», y el Estado francés algo por debajo (78,8%), aunque aún con buena puntuación. Esto significa que mientras estos estados cuentan con una mayor concentración de zonas de baño malas –tiene sentido por tener miles de kilómetros de costa–, la mayoría de zonas son muy buenas.

Las zonas de baño de Euskal Herria forman parte de estas últimas y cuenta con una calidad de baño excelente en sus playas de costa e interior. En los ríos y lagos el agua es también de buena calidad, aunque sus indicadores no se miden para el baño sino para la biodiversidad que existe en sus aguas. Está en mano de todos cuidar nuestro entorno, y para ello es importante conocer el tesoro natural que nos rodea y valorarlo como se merece para no tener que lamentar su pérdida.

«Cuando hablamos de calidad hay varias formas diferentes de evaluar. En este caso hablamos de calidad sanitaria. En las playas la gente se baña y queremos identificar si hay problemas para el baño. Hay otras evaluaciones que regulan la situación ecológica y la química. En el caso del baño solo se tienen en cuenta los contaminantes microbiológicos, y en ese sentido, en la costa vasca, no hay ninguna tendencia al empeoramiento del agua. Es bastante estable y de alto nivel (buena o muy buena)», explica Alberto Manzanos, Técnico de seguimiento de masas de agua de la agencia vasca del agua URA.

Que una playa cuente con el certificado Bandera Azul no significa que su agua sea mejor, sino que dispone de mejores instalaciones que hace que la experiencia del usuario sea mejor. «La localidad que quiera obtener una Bandera Azul debe presentar una candidatura, y se tienen en cuenta varios factores para otorgarla, pero no es una regulación. Esa no es nuestra referencia», comenta el experto.

Cuando hablamos de playas debemos distinguir dos partes: por un lado, el agua, y por otro, la playa. «Nuestra responsabilidad es el agua, no su entorno. Para conseguir la Bandera Azul se necesitan servicios como duchas, papeleras, socorristas... pero cuando hablamos de calidad nos referimos solo al agua», asegura.

En Hego Euskal Herria son cinco las playas que cuentan con este certificado: Ereaga y Arrigunaga de Getxo, Garaio Sur en Barrundia, Garaio Norte en Burgelu y Landa en Arratzua-Ubarrundia. Así, también son playas aquellas instalaciones preparadas en los embalses de interior: «En los embalses se miden los mismos indicadores para el baño aunque los límites son diferentes».

Los ríos y lagos, aunque suelan usarse para refrescarse en verano, no se regulan igual que las playas. Hoy en día hay un censo con decenas de playas de costa y unas pocas de interior que se rigen por los criterios de agua para baño. En el resto de los casos los controles son diferentes, según nos cuenta Manzanos. «En nuestros ríos nos podemos bañar, pero no son zonas de baño. Nadie nos va a prohibir bañarnos en un río o en un lago, pero no son playas, y por ello los indicativos son diferentes. El objetivo es preservar la vida que hay en los mismos: peces, plantas, fitoplancton... para ello se miden los indicadores biológicos. Y por otro lado, también se miden los contaminantes».

En este caso, la tendencia de los últimos 10 años es positiva pero lenta. «La situación más grave está en las rías, donde el saneamiento es mejorable. Dado que en su entorno suele haber una gran población los humanos somos una gran presión, nosotros cambiamos el estado del agua y la vida que hay en ella, aunque está en vías de recuperación», dice.

Los contaminantes

Cuando se prohibe el baño es cuestión de seguridad, igual que se prohibe cuando hay galerna, incendio o es una zona muy rocosa. En cuanto a la calidad del agua, Europa exige dos indicativos microbiológicos: Escherichia coli y Enterococcus faecalis –ambas bacterias fecales que constituyen un riesgo para la salud humana–. En base a eso se clasifica el agua como excelente, buena o no tan buena.

«Normalmente la calidad empeora cuando hay vertidos. Como usuarios debemos ser responsables y limpios, pero los bañistas no vamos a cambiar la calidad del agua. Sin embargo, los vertidos de las zonas industriales o los saneamientos de los residuos urbanos, sí», sentencia. También puede aumentar la contaminación en zonas de explotación agrícola o en caso de fuertes lluvias e inundaciones, o debido al desbordamiento de las alcantarillas.

De evaluar el estado ecológico y químico del agua del mar se ocupa el centro tecnológico Azti, que actualmente forma parte del proyecto europeo Monitool, junto a otros siete socios. Se trata de una iniciativa que comenzó en 2017 y culminará el año que viene, diseñada para validar nuevas herramientas que permitan evaluar con mayor precisión la calidad del agua. 

La técnica tradicional de muestreo consiste en recoger agua puntualmente. «Vas un día, coges una muestra, la llevas al laboratorio, la filtras y la procesas para el análisis. Al cabo de unas semanas o unos meses vuelves a hacer lo mismo, y vas obteniendo valores de concentración en momentos concretos y puntuales. No sabemos lo que ocurre en aquellos intervalos de tiempo en los que no se ha tomado muestra. Nos podemos haber perdido un vertido o un pico de contaminación», explica Maria Jesús Belzunce, investigadora de Azti. Mientras que las técnicas de muestreo pasivo permiten dejar un dispositivo en el agua durante días, semanas o meses y va acumulando contaminantes durante todo el tiempo de exposición en el agua. De esta manera la concentración de contaminantes que obtenemos es una concentración integrada en el tiempo. Es decir, integra la variabilidad y los picos de contaminación que ocurren durante un tiempo de exposición largo. Es una concentración mucho más representativa de lo que ocurre en el medio marino, comparada con las concentraciones obtenidas en tiempos muy concretos y puntuales mediante el muestreo tradicional.

La técnica es muy sencilla. El muestreador pasivo que utilizamos es un dispositivo de pequeño tamaño, de unos dos centímetros de diámetro de exposición, y consta de tres capas. La primera es un filtro que impide el paso de partículas gruesas que puedan estropear las dos capas interiores. Debajo de este filtro hay una membrana de difusión que permite el paso de metales hasta la última capa que es una resina que tiene gran afinidad por los contaminantes, metales, en este caso. Es un proceso muy sencillo por el que los metales quedan atrapados en las resinas.

La técnica que están poniendo a prueba en el proyecto Monitool es de fácil manejo y bajo coste. Los muestreadores pasivos se han de colocar en lugares que sean fáciles de acceder y a la vez discretos para que los curiosos no los roben. Se dejan sumergidos en el agua por un tiempo determinado más o menos largo y, al cabo de ese tiempo, se retiran. Una vez en el laboratorio, solo se tiene que retirar la resina y diluirla con ácido para extraer los metales atrapados. No se necesitan otros pasos intermedios. «Viene directamente del mar a la probeta, y de esta manera evitamos problemas adicionales de contaminación externa o pérdida de muestra».

Otra de las ventajas frente a los métodos tradicionales de muestreo es que se realiza una pre-concentración in situ de los contaminantes presentes en el agua. Esto garantiza el análisis de metales a muy bajas concentraciones. Aspecto que no siempre está garantizado mediante los métodos tradicionales. Por ejemplo, algunos de los metales que pueden pasar inadvertidos con el método tradicional son el cadmio o el plomo. «Al ser metales tóxicos, aunque estén en bajas concentraciones, es importante detectarlos. Los muestreadores pasivos nos garantizan el poder detectarlos y cuantificarlos», explica la investigadora.

Nuevos estándares

Actualmente el proyecto se encuentra en proceso de analizar los resultados obtenidos. «Ya hemos hecho las campañas de muestreo, una en época de lluvia y otra en época seca para estudiar la influencia de los factores externos, cómo se comportan los muestreadores pasivos en distintas situaciones», comenta. 

En el proyecto participan ocho centros de investigación, a los que se les unen otros diez socios interesados en el desarrollo del proyecto y en sus resultados. En los centros de investigación han seguido el mismo protocolo de muestreo, con los mismos materiales y en los mismos tiempos. «A la vez que poníamos muestreadores pasivos, a lo largo de ese tiempo en que estaban sumergidos en el agua, hemos ido tomando muestras de agua cada día o cada dos días. Si era en estuario, en marea alta y baja, y si era en la costa solo en una marea. Ahora, con todos los datos que tenemos, estamos correlacionando los resultados del muestreo pasivo y del muestreo tradicional para calcular los estándares de calidad».

Los centros de investigación que forman el consorcio se encuentran repartidos a lo largo del marco Atlántico Europeo, de norte a sur, desde las Highlands escocesas hasta las islas Canarias. También cuenta con un centro de referencia en el Mediterráneo, en Cerdeña. Las campañas de muestreo se han realizado en todas las regiones que constituyen el consorcio: en una zona portuaria cerca de Cagliari, en Cerdeña; en Las Palmasde Gran Canaria; en una zona cercana a la desembocadura del río Tajo en Portugal; en Hego Euskal Herria en los estuarios de los ríos Oiartzun y Deba y en el Golfo de Bizkaia; en el Estado francés; en las costas de Irlanda; en las costas surestes de Inglaterra; y en las Highlands de Escocia. 

El objetivo de Monitool es obtener estándares de calidad para los muestreadores pasivos que permitirán dar el estado químico requerido por la Directiva Europea del Agua. «Esto se derivará en poder utilizar estas técnicas para los programas de seguimiento rutinario. Como ahora no tenemos estos estándares de calidad no los podemos utilizar en el contexto legislativo y perdemos mucha información. No tenemos esos umbrales que nos dicen si las aguas cumplen o no el estado químico», apunta Belzunce.