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Bolsonaro mantiene su pulso con Macron y condiciona la ayuda del G7

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, afirmó ayer que solo aceptará la ayuda de 20 millones de dólares acordada por el G7 para combatir los incendios en la Amazonía si su homólogo francés, Emmanuel Macron, retira los «insultos» en su contra. El lunes, el jefe de gabinete de Bolsonaro instó a Macron a ocuparse de «su casa y sus colonias».


Después de las declaraciones de su jefe de gabinete, Onyx Lorenzoni, y del embajador brasileño en Francia, Luís Fernando Serra, rechazando la ayuda de urgencia acordada el lunes en Biarritz por los países que componen el G7 para combatir los incendios en la región amazónica, el presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, afirmó que solo aceptará dicho ofrecimiento si su homólogo francés, Emmanuel Macron, retira los «insultos» contra su persona.

«En primer lugar, el señor Macron tiene que retirar los insultos que hizo contra mí. Primero me llamó mentiroso y, después, por las informaciones que obtuve, dijo que nuestra soberanía en la Amazonia era un asunto abierto», manifestó Bolsonaro.

El viernes pasado Macron anunció que no respaldará el acuerdo de libre comercio anunciado hace dos meses por la Unión Europea y el Mercosur debido a que Bolsonaro supuestamente le mintió cuando dijo que Brasil cumpliría todos sus compromisos ambientales. Asimismo, planteó que en algún momento habrá que discutir la posibilidad de darle un «estatus internacional» a la Amazonía para impedir su destrucción o que un gobernante de algún país amazónico adopte medidas contrarias al bienestar mundial.

La declaración fue interpretada en Brasil como una amenaza a la soberanía de los países amazónicos sobre la mayor selva tropical del mundo

«Para conversar o aceptar cualquier cosa con Francia, aunque sea con las mejores intenciones posibles, va a tener que retirar esas palabras», dijo ayer al salir del Palacio de Alvorada.

Bolsonaro mantiene así su pulso particular de los últimos días con Macron y viene a confirmar lo adelantado por la prensa brasileña ayer: que su Gobierno estaría dispuesto a rechazar la ayuda ofrecida por los países más ricos del mundo.

El cruce de palabras entre los dos presidentes han llegado al terreno personal, después de que Bolsonaro hiciera un comentario despectivo sobre la esposa de Macron en las redes sociales. Macron pidió el lunes a su homólogo brasileño que estuviera a la «altura» de su cargo.

«Que se ocupe de sus colonias»

En este ir y venir de declaraciones, el lunes por la noche, a la salida de la reunión que mantuvo con el propio presidente y el canciller Ernesto Araújo, Lorenzoni ya dejó entrever que iban a rechazar el ofrecimiento del G7.

«Agradecemos, pero tal vez esos recursos –valorados en 20 millones de dólares– sean más relevantes para reforestar Europa», sostuvo en un blog del portal de noticias G1. En el mismo, instó a Macron a ocuparse de «su casa y sus colonias».

En un tono desafiante añadió que «Macron no logra siquiera evitar un previsible incendio en una iglesia que es un Patrimonio de la Humanidad y ¿qué pretende enseñarle a nuestro país?». «Él tiene mucho que cuidar en su casa y en las colonias francesas», sostuvo.

Lorenzoni incidió también en que «Brasil es una nación democrática, libre y nunca tuvo prácticas colonialistas e imperialistas como tal vez sea el objetivo del francés Macron»,

Ayer, horas antes de las declaraciones de Bolsonaro, su embajador en París dijo otro tanto. «Rechazamos la asistencia porque vemos interferencia. Es ayuda que no hemos pedido», remarcó a la TV pública francesa. Alegó que el ofrecimiento era «muy ambiguo».

Por su parte, el canciller Araújo dejó claro que «Brasil no aceptará ninguna iniciativa que implique relativizar la soberanía sobre su territorio, cualquiera que sea el pretexto y cualquiera que sea el ropaje».

La mayor selva tropical

Aseguró que los incendios están bajo control y que son comunes en esta época del año, pero que algunos países están aprovechando la situación para justificar sus restricciones comerciales a Brasil.

La cuenca amazónica alberga la mayor selva tropical del mundo, cubriendo más de cinco millones de kilómetros cuadrados. Pero alrededor de un 20% ha desaparecido durante el último medio siglo. El 60% de la superficie de la Amazonía está en Brasil, y se extiende también sobre Bolivia, Colombia, Ecuador, Guayana francesa, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela.

En 2017, de los aproximadamente 160.000 kilómetros cuadrados de bosque tropical perdido, el 35% se encontraba en la Amazonía y más de una cuarta parte en Brasil.

En declaraciones a AFP, Frances Seymour, experto del World Resources Institute, advirtió de que «las selvas tropicales del mundo están en estado de emergencia». «La salud del planeta está en juego. Con cada hectárea perdida, nos acercamos a escenarios aterradores del galopante cambio climático», alertó.

En la Amazonía, cuando se desmaleza una selva, se sacan los troncos pero el resto de la vegetación se quema en el lugar durante la temporada seca, que dura de julio a noviembre.

En las tierras agrícolas, o de pastoreo, la vegetación y las malas hierbas también se acumulan, esperando la llegada de la sequía. Esto es lo que está ardiendo en este momento, explican los expertos.

Cuando la selva se quema –generalmente para permitir cultivar soja, palma, o para la cría de ganado– una parte del carbono que contiene se libera súbitamente a la atmósfera y acelera el calentamiento del planeta.

Además de captar y almacenar el carbono, las selvas influyen en la velocidad del viento, los regímenes de lluvias y la composición química de la atmósfera.

En cuanto a Brasil, un gráfico del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) permite constatar que de 1988 a 2008 las áreas deforestadas de la Amazonía brasileña siempre se situaron por encima de los 11.000 kilómetros cuadrados anuales, con picos por encima de los 20.000 en cinco ocasiones (1988, 1995, 2002, 2003 y 2004). En 2005 se inició una clara reducción y a partir de 2008 el desmate nunca superó los 10.000 km2, alcanzando un mínimo histórico de 4.600 km2 en 2012. La tendencia volvió a invertirse en los últimos años: en 2016 hubo 7.500 km2 de selva deforestada y «la estimación para 2019 es de algo cercano a los 10.000 km2», calculó el investigador brasileño Paulo Moutinho, del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM), una organización científica no gubernamental.

En los últimos años se ha producido un «aumento gradual» de la deforestación y con la llegada de Bolsonaro al poder en enero de este año se dio «un cambio de la visión gubernamental, con la desmovilización de políticas públicas de combate a la deforestación», criticó Moutinho. Destacó que en la época estival suele haber muchos incendios de tierras ya deforestadas y que lo preocupante del alto número constatado este año no es tanto la cantidad como que «la mayoría son incendios de deforestación».