La plaga negra de los All Blacks asola una raquítica Irlanda
Trabajo de demolición de Nueva Zelanda ante un combinado del trébol que continuará sin saber qué es meterse entre los cuatro mejores de una Copa del Mundo.
La realidad más cercana invitaba sin dudas a jugarse los cuartos por los de negro. Pero Irlanda había ganado dos en sus tres últimos encuentros ante Nueva Zelanda, aunque ya han pasado mucho meses de eso. Y también pesaban las ganas de disfrutar de un partido parejo y el miedo a ser demasiado rotundo y luego tener que tragarse las propias palabras.
Sin embargo, las dudas se han disipado pronto. Lo que ha tardado Aaron Smith en traducir en puntos el monólogo de los 20 primeros minutos. Dos ensayos del medio melé, 17-0 en el marcador, y la sensación de que estaba todo el pescado vendido.
Así era. Posaba Beaduden Barret antes del descanso (22-0), Codie Taylor y Matt Todd le daban continuidad después. Mediada la segunda parte, en el luminoso brillaba un rotundo 34-0.
No era lo mejor para la despedida del talonador y capitán irlandés Rory Best, a sus 37 años. El de Ulster entra en la categoría de leyenda. Aplausos de la grada, al margen de colores, y sus compañeros afanándose por borrar el rosco. Lo han conseguido, dos ensayos más por bando y 46-14 final.
Irlanda sigue sin cruzar su Rubicón de los cuartos, las semifinales mundialistas son terra ignota para los de verde. En el otro lado de la moneda aparecen los All Blacks, que cabalgan hacia su tercer título consecutivo. Pero ojo, en semifinales les espera una Inglaterra que se lo pondrá difícil.