Juan Carlos I ensayó con Bono cómo dar la mano enfadado a Errekondo (Amaiur)
No es broma, aunque sí ridículo. En el libro que acaba de publicar, el expresidente del Congreso José Bono revela que Juan Carlos de Borbón ensayó con él cómo iba a dar la mano a Xabier Mikel Errekondo, de Amaiur. Quería garantizar que se le veía serio.
El 15 de diciembre de 2011, el Rey español recibió a un representante de la izquierda independentista vasca por vez primera desde 1993, cuando había tenido que reunirse con Jon Idigoras. Esta vez fue Xabier Mikel Errekondo quien, representando a Amaiur, que había logrado siete diputados, acudió a Zarzuela dentro de la ronda de contactos previa a la investidura de Mariano Rajoy.
Hasta aquí todo público y solemne. Pero el acto tuvo un prólogo previo privado y manifiestamente ridículo. José Bono, entonces presidente del Congreso y antes presidente de Castilla La Mancha y ministro de Defensa, acaba de revelarlo en un libro de memorias. Apunta que Juan Carlos de Borbón estaba tan preocupado con el apretón de manos que ensayó cómo realizarlo... tomando precisamente a Bono como conejillo de Indias.
Cuenta el político del PSOE que en la reunión postelectoral de aquel 2011 el monarca «me comenta que va recibir a diputados de la coalición nacionalista vasca Amaiur, pero que los va a atender exclusivamente por mandato constitucional. Le aconsejo que los reciba con circunspección, dándoles la mano con un gesto grave. Entonces el rey se levanta y me dice que ensayemos cómo les tiene que dar la mano, y así lo hacemos. Resulta ingenuo y, por otra parte, es una prueba de confianza que el rey me diga: ‘Mírame a la cara a ver si estoy serio mientras te doy la mano, como si tú fueras de uno de ellos’».
Efectivamente, en el apretón de manos con Errekondo ante los medios Juan Carlos de Borbón puso el gesto más serio posible, ahora se sabe que directamente impostado, mientras Xabier Mikel Errekondo aparecía bastante más natural.
Para aumentar lo grotesco de la escena en Zarzuela, Bono detalla que el Borbón acudió a esa reunión «desfigurado, con un ojo lleno de moratones, y también le observo en la mano alguna herida». Lo atribuye el autor a que se lo hizo «un ayuda de cámara al abrir la puerta».