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Órdenes vendo y para mí no tengo

Vence un mes del Estado de Alarma, con sus protocolos sanitarios, su confinamiento en domicilios y sus restricciones de movimientos. Pero aquellos que firman estas órdenes en los boletines oficiales no siempre las cumplen ni son el ejemplo a seguir

Pedro Sánchez, reunido cuando debería estar aislado por el contagio de su esposa. (J.M.CUADRADO/POOL MONCLOA)

La emergencia sanitaria por el Covid-19 ha cambiado por completo nuestras vidas, nuestras relaciones sociales, nuestra forma de trabajar. Nuestro domicilio es nuestro fortín, del que queremos y a la vez tememos salir, porque fuera está el aire libre pero también el temido virus. Pero buena parte de estos cambios no han sido voluntarios, sino ordenados y en muchos casos bajo amenaza de multa e incluso cárcel para los casos más impenitentes o pendencieros.

Sin embargo, los firmantes de esas órdenes, no siempre han sido un ejemplo de cómo hay que comportarse. Se ve que además de ese tuneado «órdenes vendo y para mí no tengo» que sirve de título a estas líneas, nuestros gobernantes también se aplican el refrán de «haz como digo, no como yo hago».

«Contactos directos» sin cuarentena

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, anunció el 14 de marzo la imposición del Estado de Alerta. Ese mismo día se dio a conocer que su esposa, Begoña Gómez, había dado positivo en el test de Covid-19. De las pocas cosas que para entonces habíamos aprendido sobre la prevención ante el virus era que los «contactos directos» con los contagiados debían guardar 15 días de cuarentena sin contacto social. Sánchez no lo hizo. El lunes 16, día en el que arrancaba el confinamiento obligatorio, el presidente del Gobierno reunió de forma presencial al comité de crisis del coronavirus. La justificación oficial fue que en test anteriores había dado negativo, pero ahora se nos cuenta que han de pasar unos días de síntomas para que la prueba sea efectiva. Pedro Sánchez siguió luego también con su agenda, aunque «siguiendo las recomendaciones de los expertos y autoridades sanitarias», según las fuentes oficiales.

Para entonces, la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, ya estaba contagiada, y antes había dado positivo la de Igualdad, Irene Montero. Su pareja, el también ministro Pablo Iglesias, tampoco cumplió con el mandamiento de aislarse durante dos semanas, y ni siquiera con su propio compromiso expresado en este tuit firmado el 12 de marzo: «No tengo coronavirus. Por delante me quedan 14 días de cuarentena cuidando a mi familia y trabajando por medios telemáticos. Gracias a los profesionales de la sanidad pública; sois los héroes y heroínas de nuestro país».

Dos días después, acudió personalmente al Consejo de Ministros. Poco después participó en una rueda de prensa junto al ministro de Sanidad, Salvador Illa. Al contrario de lo prescrito para el resto de los mortales, desde el Gobierno se indicó que «no hay una restricción oficial para los contactos de positivos» y añadieron que tenía el visto bueno del Ministerio de Sanidad, o sea, como la nota del padre o madre para justificar al profe que no habías hecho los deberes del día anterior porque habías estado enfermito.

Gobernantes en movimiento

Lo del confinamiento es algo que tampoco va con nuestros gobernantes, que tienen una idea muy particular sobre lo que es una tarea esencial por la que puedes salir de casa. Desde el lunes 16 en el que entró en vigor el Estado de Alarma y la Urgencia Sanitaria decretada por el lehendakari, Iñigo Urkullu, se ha movido y ha obligado a moverse a otros. Ese mismo día, convocó en Lehendakaritza a los líderes de los partidos que tuvieron que desplazarse a Gasteiz para decidir aplazar las elecciones autonómicas. Al siguiente, el Consejo de Gobierno fue presencial, aunque manteniendo las distancias entre consejeros. El 18 de marzo se fue a la Academia de Arkaute, junto a las consejeras de Salud y Seguridad, para hacerse una foto con tres furgonetas de la Ertzaintza y sus componentes que se emplean para llevar al personal sanitario a los domicilios a atender a contagiados. Luego se fue al Hospital de Galdakao, a agradecer a los profesionales la labor que hacen.

Urkullu, en Arkaute. (IREKIA)

El lehendakari también visitó el 25 de marzo la cuarta planta de Consultas Externas del Hospital Universitario de Araba habilitada con habitaciones y al día siguiente el centro de coordinación de la Ertzaintza y la Guardia Municipal de Donostia. Este mismo lunes, festivo en Hego Euskal Herria, el lehendakari visitó la empresa Maier, en Anjangiz, acompañado de la consejera de Salud, Nekane Murga, y la consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia. La empresa, del sector de la automoción, ha reorientado su producción para y fabricar viseras de protección sanitaria.

Malditas entrevistas

Tanto Iñigo Urkullu, como Nekane Murga y Arantxa Tapia, aparecieron en esa visita cubiertos con mascarillas. En la situación actual el dato sería intrascendente, si no fuera porque la consejera de Salud había declarado poco antes que esas mascarillas eran innecesarias. Entrevistada en ‘El Correo’ el 5 de abril, Nekane Murga aseguró que ella no usaba mascarilla en su vida diaria. Cuando el periodista le planteó que el presidente Pedro Sánchez sí lo hace, su respuesta fue que «tendrá coronavirus». La recomendación de la consejera era que la mascarilla la usen únicamente «aquellas personas que tienen síntomas respiratorios o que son más vulnerables». Al menos, era así hasta que el lunes llegó a la empresa Maier y se fotografió con su mascarilla.

Urkullu y Murga, en Maier. (IREKIA)

También llamó la atención que la consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia, que una y otra vez defiende la vuelta más rápida posible de las trabajadoras y los trabajadores a sus puestos, preguntada en ‘El Diario Vasco’ sobre si salía al balcón a aplaudir a los sanitarios, diera esta respuesta: «(Sonríe) Pues no. Igual es que por mi mente ingenieril me preocupo en exceso por la labor de distanciamiento y esas cosas. A lo mejor estando en el balcón… no sé… Yo lo que hago es aplaudir, y mucho, a todos, pero desde dentro de casa».

¿Segunda residencia?

Otro de los comportamientos prohibidos y más perseguidos durante este mes de confinamiento ha sido el intento de acudir a la segunda residencia para el fin de semana o periodos vacacionales. Las multas van de 600 euros para arriba. En estas fechas, por contra, hemos visto al lehendakari, Iñigo Urkullu, tanto en Ajuria Enea –que es la residencia oficial del lehendakari, en la que dispone, como sus predecesores, de una estancia de 400m2 reservada únicamente para él y su familia– como en su vivienda de Durango, en la que se fotografió el domingo, Aberri Eguna, colocando la ikurriña en el balcón. También ha hecho discursos desde Lehendakaritza, que es su puesto de trabajo. A muchos les gustaría tener tantas posibilidades en estos días de encierro en casa.

Y en estos días en los que no se puede recibir visitas, Felipe de Borbón se ha reunido ya en su casa con once ministros y  ministras. Este martes se ha visto con la consejera de Educación, Isabel Celaá, a la que recibió en La Zarzuela, «para analizar la situación generada por la crisis del Covid 19 en su ámbito», según informó la Casa Real. Como si el Borbón pudiera hacer algo en la materia, más allá de –como en tantas visitas de esto días de todos los gobernantes– hacerse la foto, el vídeo y ocupar un espacio en los informativos.


Felipe de Borbón e Isabel Celaá, en Zarzuela. (CASA REAL)