Corea del Sur vota en las elecciones legislativas con el virus bajo control
Corea del Sur ha celebrado este mércoles sin problemas aunque con fuertes medidas de protección las elecciones legislativas, toda una constatación de que las medidas drásticas de contención y tratamiento que tomó desde el principio han frenado la propagación del coronavirus.
Los votantes debían llevar mascarillas protectoras, eran sometidos a un control de temperatura a la entrada a los colegios electorales y debían desinfectar sus manos y ponerse guantes de plástico antes de emitir sus votos. Además, se les sugirió mantener una distancia de al menos un metro entre ellos.
Un 26,6% del electorado ya emitió su voto durante los dos días de votaciones anticipadas, el viernes y el sábado, para evitar aglomeraciones ayer. Se prevé una alta participación, superior a un 60% (dos puntos más que en 2016).
La presidencia de Moon Jae-in no estaba en juego en las elecciones legislativas. Sin embargo, estos comicios se consideran como un referéndum sobre la gestión del présidente, que concentra los principales poderes.
Su formación, el Partido Democrático (DP) habría logrado según las encuestas a pie de urna, 155-178 escaños (300), confirmando que la respuesta del Gobierno a la crisis derivada de la pandemia del coronavirus es valorada positivamente por el electorado.
Y eso que la confianza pública en su Administración iba en caída libre, debido a una desaceleración económica prolongada y un escándalo de corrupción en el que estaba presuntamente implicada la familia del ministro de Justicia, Cho Kuk, que terminó dimitiendo en octubre.
El Partido Futuro Unido (UFP), oposición conservadora, exigía «juzgar» al Gobierno por sus fracasos en economía. Habría logrado entre 107-130 escaños.
Pionero en la lucha contra el coronavirus
Corea del Sur fue uno de los primeros países afectados masivamente por el coronavirus tras China, donde comenzó la epidemia.
Tras ser durante las primeras semanas el segundo foco de contaminación en todo el mundo, logró rápidamente invertir la tendencia gracias a una estrategia que preferentemente combinó test masivos con el seguimiento, a través de mecanismos como aplicaciones de telefonía móvil, a los infectados y a las personas que pudieran haber estado en contacto con ellos.
Su última medida es la imposición de brazaletes electrónicos a aquellas personas que se salten las cuarentenas obligatorias para evitar una mayor propagación del coronavirus.