Japón, con cifras aún muy bajas, no logra evitar que la curva del Covid-19 se dispare hacia arriba
Los datos de Japón –con más de 125 millones de habitantes– son bajísimos si los comparamos con los de Euskal Herria. Este viernes contabiliza muchos menos casos de contagio (poco más de 10.000) y de fallecidos (203) que nuestro país. No obstante, desde que concluyó marzo la curva de la epidemia del Covid-19 en el archipiélago nipón se ha empinado de forma preocupante.
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, anunció este jueves la extensión del estado de emergencia al conjunto del país. Desde la semana pasada se aplicaba en 7 de las 47 prefecturas, incluidas las grandes áreas metropolitanas de Tokio y Osaka. La medida estará en vigor hasta el 6 de mayo.
Este cambio de estrategia a nivel estatal llega después de una reunión mantenida por Abe con los expertos médicos encargados de vigilar la epidemia del Covid-19. Además, prefecturas como las de Kioto y Aichi ya habían reclamado que se las incluyera en este dispositivo, para evitar convertirse en focos de atracción para quienes querían evadir las restricciones impuestas en las zonas más pobladas.
Desde que el nuevo coronavirus se extendiera fuera de China, Japón se había presentado como un ejemplo de cómo frenar su propagación. Y a fecha de hoy todavía puede alardear de unas cifras muy bajas comparativamente hablando: unos 10.000 casos de contagio y 200 decesos.
No obstante, en las últimas jornadas hay motivos para la preocupación, sino para temer que la epidemia puede quedar fuera de control, como se observa en esta imagen.
Si el 15 de febrero contaba 53 casos y el 1 de marzo 256, el pasado mes concluía con 2.178; esta cifra se dobló cuatro días después (4.667) y ha vuelto a doblarse transcurridas otras dos semanas, para alcanzar los 9.231 casos el 16 de abril.
Sin confinamiento obligatorio
El estado de emergencia no ha conllevado el confinamiento general de la población en ningún momento. No obstante, en su alocución de este viernes ante la prensa, el primer ministro ha pedido a la ciudadanía que mantenga las distancias físicas, el denominado distanciamiento social, lo cual resulta paradójico en un país que alberga muchas de las ciudades con mayor densidad de población del mundo, y ha abogado por «quedarse en casa».
«Si todos evitamos desplazamientos no esenciales, podríamos contener la expansión de la enfermedad y la presión sobre el sistema sanitario», ha indicado Abe, quien ha señalado que «todavía no se ha alcanzado» la reducción de entre el 70% y el 80% del «contacto social», objetivo que se ha marcado su Gobierno como factor principal para contener al virus.
Por su parte, la gobernadora de de Tokio, Yuriko Koike, ha resaltado que la lucha contra el coronavirus «acaba de comenzar en Japón y en la capital», comentando que es demasiado temprano para que se vean los efectos de las recomendaciones de no salir de casa que viene haciendo el Gobierno metropolitano desde mediados de marzo.
Mascarillas reutilizables por correo
Por otro lado, el servicio de correo ha iniciado este viernes la distribución de dos mascarillas reutilizables por cada domicilio, medida que fue anunciada por el Gobierno nipón a principios de este mes de abril.
Este reparto, que llegará a cerca de 50 millones de hogares, ha comenzado por los barrios de Tokio que acumulan el mayor número de casos de Covid-19.
«La distribución se hará sin contacto físico con los clientes; simplemente, las mascarillas se depositarán en cada buzón», ha explicado Hideo Aoyama, uno de los responsables de Japan Post.
El anuncio realizado por Abe fue recibido con burlas por muchos japoneses, que comenzaron a denominar a estos elementos como “Abenomask” (máscaras de Abe), al igual que coloquialmente se habla de "Abenomics" al referirse a las medidas que el primer ministro intenta implementar en los últimos años para reactivar la economía del país.
Las bromas se hacían a cuenta de la talla de estas máscaras, que cubren el rostro en menor medida que las máscaras quirúrgicas, ampliamente utilizadas en este país antes de la epidemia.
Como señala AFP, otras críticas inciden en el supuesto despilfarro de dinero público –este programa costará 46.600 millones de yenes (unos 400 millones de euros) cuando los japoneses pueden fabricar sus propias máscaras reutilizables sin mayor problema.
En vista de esta acogida, algunos portales de venta on-line ya han adoptado medidas para asegurarse de que estas máscaras no terminen en sus mercados virtuales.