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Miles de trabajadores palestinos vuelven a Israel tras el coronavirus

El coronavirus cerró durante casi dos meses las puertas de Israel a más de 70.000 trabajadores palestinos, como Ali Shamasni, un joven obrero que aguardaba esta mañana en el control militar israelí de Qalandia, impaciente por recuperar su jornal.

Trabajadores palestinos que trabajan en Israel cruzan el puesto de control de Mitar en la ciudad ocupada de Cisjordania de Hebrón. (Hazem BADER/AFP)

«Tengo que trabajar para alimentar a mis hijos», dijo a Efe este trabajador de la construcción, oriundo de la urbe cisjordana de Ramala. Apostado con una mascarilla al lado de la carretera, indicaba por teléfono su ubicación a su jefe, que le recogió para llevarle de vuelta a la obra en la ciudad de Petaj Tikva, cerca de Tel Aviv.

La imagen de vehículos privados de empresas israelíes que pasaban a buscar a empleados palestinos fuera de Qalandia -el principal paso custodiado por soldados que conecta Ramala con Jerusalén Este ocupado- fue común durante la jornada.

Ahmed, de 46 años, estaba sentado bajo el imponente muro de ocho metros israelí con la ropa de obra ya puesta y esperando con un grupo de compañeros a que le recogieran. Tras casi 60 días sin trabajo, volvía a la construcción en Israel, un sector precario, pero donde puede ganar un sueldo más alto del que cobraría en una empresa palestina.

Igual que ellos, miles de trabajadores de Cisjordania ocupada han cruzado hoy varios puestos militares para retomar su trabajo tras el levantamiento parcial de las restricciones israelíes por la pandemia. La región ha superado su fase más crítica del virus con un impacto moderado (235 muertos en Israel y 4 en territorios palestinos), y vuelve a la normalidad progresivamente.

Casi 40.000 empleados de vuelta
En torno a 39.000 personas deben acceder a Israel en dos días: 8.500 lo hicieron el pasado domingo y este martes se esperaba la entrada de miles más, según un acuerdo entre las autoridades de ambos lados.

Esto supone un flujo relevante para reactivar el mercado laboral israelí, dependiente de los palestinos para empleos no cualificados y sectores caracterizados por la mano de obra barata, como la construcción o la agricultura, donde la mayoría están empleados.

Sin embargo, se trata de una cifra aún baja: antes de la pandemia había 87.000 palestinos trabajando en Israel y 35.000 en las colonias judías de Cisjordania. No es una cifra menor: constituían el 20 % del total de palestinos con empleo en ese territorio, marcado por una precaria economía y una ocupación que dura décadas.

Pero miles de ellos dejaron el trabajo por las restricciones o el miedo al virus y, pese al inicio del retorno y a que algunos se quedaron a vivir en el lado israelí para seguir trabajando, muchos siguen hoy a la espera de volver.

Entradas con permisos especiales
Hasta ahora, los que entran a Israel lo hacen con permisos especiales y coordinación previa con las empresas que les contratan.

Estas, ante las precauciones requeridas para contener el virus, deben darles alojamiento para que se queden las próximas semanas y no vuelvan a Cisjordania, por lo que esta vez no se verán largas colas de gente a diario esperando cruzar los controles militares, algo que solía pasar a menudo.

Shamasni, con una mochila y una bolsa grande de deporte, va cargado con todo lo necesario para estar fuera de casa hasta el fin del mes sagrado de Ramadán, que acaba a finales de mayo y es la fecha marcada para volver a visitar a su familia y celebrar que recuperó su empleo con la festividad del Aid al Fitr.

Comenta que su jefe le alojará en un hotel, una comodidad a la que no está acostumbrado: durante los dos años en que trabajó por la misma compañía hacía diariamente un largo viaje de casa al trabajo, algo común para muchos palestinos que pierden muchas horas al día con el transporte y las trabas de comunicación propias de la región.

Alojamiento precario
Aún así, según denuncia la ONG israelí Kav LaOved, de apoyo a trabajadores extranjeros, hay empresarios que no cumplen con lo requerido y alojan a sus obreros en condiciones miserables, sin ninguna higiene ni seguridad, una realidad precaria que ya era la tónica general en sectores como el de la construcción.

«Las condiciones son malas», señala a Efe su portavoz, Mijal Corech, que lamenta que muchos obreros están sin seguro médico y alojados casi a la intemperie, en las mismas obras donde trabajan, por lo que varios grupos han exigido al Gobierno israelí que garantice unas condiciones dignas a estos trabajadores, que se hacen cargo de algunos de los empleos más duros del país.