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Serenidad y empatía, el gran examen de la clase política

Salir de la caverna a cazar a la bestia o buscar alternativas para vencer el peligro. Dos metáforas que reflejan la diferencia entre las formas que adoptan los líderes políticos frente a la crisis. ¿Guiarse por la testosterona o actuar con serenidad?


La excelencia de la empatía es la serenidad en un líder», son palabras de la experta en comunicación política Patrycia Centeno preguntada sobre lo que los líderes políticos deberían transmitir en un momento de crisis como el actual, un contexto lleno de incertidumbres en el que la ciudadanía necesita respuestas y certezas que no siempre se le pueden dar. De ahí la importancia de la serenidad. Una cualidad que cuesta percibir si vemos a un presidente rodeado de mandos militares o airado mientras transmite su mensaje a la ciudadanía.

Actuar con empatía parece el mínimo exigible, más cuando hablamos de miles de muertos, personas enfermas, trabajadores sanitarios saturados y una crisis económica que se avecina. Sin embargo, Centeno recuerda que antes de esta crisis, al hablar de empatía incluso llegábamos a frivolizar con humanizar al político. Por ello, cree que esta crisis ha servido para que nos diéramos cuenta de la importancia de ciertas cualidades en un líder. Tiene ejemplos claros de ello. «Eso lo hemos visto y por eso también estamos aplaudiendo la gestión de todas esas mujeres que han hecho una gestión increíble en sus países. Una de las cualidades y una de las emociones que han transmitido es la serenidad. Puedes llegar a sufrir o a alegrarte por algo, pero esa gestión tanto de emociones negativas como positivas que pasen por ti siempre la puedes filtrar para poder ser efectivo ante una situación tan difícil como ha sido esta», explica.

Esto choca con la naturaleza de una parte de nuestros líderes y se traslada al origen del ser humano para desarrollar su análisis. Se remite al hombre de las cavernas que tenía que salir a cazar y cuando se enfrentaba con una bestia o con un problema tenía tres opciones. Una era enfrentarse y pelear. «Hemos visto casos, como el de Pedro Sánchez, de gestionar la crisis como si pudieras enviar a los militares y estos pudieran acabar con el virus», expresa.

Otra de las respuestas es tratar de pasar desapercibido, disimular para que la bestia no te vea. «Se trata de negar la realidad, como es el caso de Trump o Bolsonaro, que siguen negando el azote de la pandemia».

La tercera opción es la de huir, salir corriendo e intentar que no te alcance. Algo arriesgado y bastante poco probable ante una crisis de semejante escala.

«En el caso de las mujeres, ese carácter evolutivo que hemos visto en los hombres y que persigue este modelo de comunicación política tan testosterónico cambia radicalmente. No tenemos esa gran cantidad de testosterona para ver un problema y enfrentarnos a golpes. Tampoco nos planteamos pasar desapercibidas porque durante siglos se nos ha impuesto silencio, con lo cual estamos en un momento en el que intentamos no callar, intentamos pasar a la acción. Y salir corriendo tampoco ha sido nunca una posibilidad para la mujer, porque sabíamos que al final la bestia nos acabaría alcanzando», afirma. Por lo tanto la única solución era buscar alternativas. Ahí está la capacidad de todas estas mujeres.

Centeno es una firme defensora de la necesaria transición hacia una feminización de la comunicación y la política. «Esta crisis lo que ha hecho es confirmar que esto no era una transición sino que es una realidad. ¿Por qué? Porque todos los ejemplos que podamos encontrar positivos de liderazgo en estos meses de pandemia se alejan de ese liderazgo testosterónico, heteropatriarcal que había acompañado siempre a la imagen del poder», señala. Y una puntualización, esta feminización no excluye a los hombres.

Todos somos vulnerables

En todo esto, qué transmitimos y qué escenografía utilizamos para ello cobra una gran importancia. «Lo primero que tienes que hacer es identificar a qué te enfrentas. Si tu te estas enfrentando a un virus pues lógicamente no te puedes vestir de militar, que es lo que hizo Felipe VI», sostiene. En este sentido, cree que uno de los aciertos de referentes como la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, o su homólogo canadiense, Justin Trudeau, entre otros, es haber tenido en cuenta a todos los ciudadanos. «Mensajes dirigidos concretamente a niños, a ancianos, a profesores, a mujeres maltratadas… Esta conciencia de que cada uno estaba viviendo la crisis de una manera diferenciada. Sin caer en el despropósito de ruedas de prensa como la de Pedro Duque y Fernando Simón, en una intentona de hablar con los niños que acabó siendo cómico», ejemplifica.

No se trata de mostrarse duro como una roca. Confundimos vulnerabilidad con debilidad. «La debilidad no nos la podemos permitir, desde la persona más anónima hasta el gran líder. Menos en un momento de crisis, después habrá tiempo de recuperarse. Vulnerables lo hemos sido todos», afirma Centeno. Es por eso que cree que el hecho de poder reconocer que no tenían todas las herramienta e, incluso, que se habían equivocado porque no tenían capacidad para liderar una crisis que nadie podía imaginar no los hace débiles sino que los hace vulnerables. Y cuando tu eres vulnerable puedes empatizar con el resto». Y la empatía mutua, facilita mucho más el camino.