Los absurdos protocolos de la nueva anormalidad en la vuelta a los campos
Uno tiene el dudoso privilegio de ser el único periodista de NAIZ-GARA que ha podido acceder a un campo de fútbol en el primer fin de semana con la reanudación de LaLiga, dentro de lo que nos venden como «nueva normalidad» cuando en realidad es una anormalidad, sometidos a unos protocolos absurdos e improvisados que dificultan nuestra labor.
En el nuevo Reale Arena pueden entrar más de 10.000 personas sin acercarse en ningún momento a menos de dos metros de alguien con el que no se conviva y se ha decidido, como en el resto de los campos de fútbol, que solo puedan entrar unos pocos trabajadores. Con unos protocolos que se cambian constantemente, con una improvisación tal que hasta el martes a la tarde no se comunicó cuales eran los criterios establecidos para los medios de comunicación para una reanudación de la Liga que se iba a producir al día siguiente con un partido de Segunda.
El martes se nos comunica que, «siguiendo criterios del CSD y del EGM», a Anoeta han podido entrar para informar del derbi contra Osasuna sin público las radios RNE, SER, COPE, Onda Cero, Radio Marca, Radio Euskadi y Euskadi Irratia, con un narrador para cada emisora y dos técnicos para todas las radios, a las que se instaba a ponerse de acuerdo para elegirlos.
También pueden entrar catorce fotógrafos, el de la agencia EFE y trece más «siguiendo criterios del CSD y de los medios que acceden. No se puede cambiar de portería, habrá siete por cada portería y se decidirá en orden de llegada».
La agencia Foku –que proporciona las imágenes a GARA, NAIZ y Berria– no ha podido acreditarse por el exceso de celo y las prisas de todo el dispositivo. El martes a la tarde se envió una comunicación que establecía el plazo de acreditarse hasta el miércoles a las 12:00. La petición se envió fuera de plazo y, aunque Foku solicita a LaLiga, que es la que los acredita, y a los dos clubes vascos que se haga una excepción por lo sucedido y en Anoeta solo han pedido acreditación otros once fotógrafos, dos menos del límite establecido, no ha habido flexibilidad alguna. Foku se ha quedado fuera.
En lo que afecta a GARA y NAIZ, pueden entrar a los campos en cada partido seis medios escritos «según el EGM de cada provincia». En un principio, en lugar del Estudio General de Medios que mide la difusión se pretendía que determinaran los periódicos que entraban las Asociaciones de Prensa, que se negaron a asumir ese papel discriminador. Nuestra audiencia está medida por un estudio bastante más real que ese EGM, el CIES, que sitúa a GARA como el segundo medio más leído de Gipuzkoa. Pero resulta que el CIES no vale.
Pese a ello hemos podido entrar a Anoeta porque solo cuatro medios escritos hemos querido asumir las limitaciones que nos ponen. Uno no tiene que escribir nada hoy y otro se marchará al descanso. Solo dos intentaremos completar la crónica a pesar de las trabas desde dentro del tiempo. En San Mamés han sido más las solicitudes al ser un horario más favorable para los medios y nos hemos quedado sin opción de acceder al campo.
La verdad es que hasta el último momento dudamos en pedir la acreditación de NAIZ-GARA para Anoeta porque el protocolo es más absurdo aún que los criterios para decidir cuántos y quiénes entran y dificultan nuestro trabajo. Sobre todo porque no vamos a ver a un futbolista a menos de 50 metros, solo cuando estén en el campo, tenemos espacio para que los periodistas mantengamos más de diez metros entre cada uno y no hay ningún riesgo de contagio.
Salir del campo nada más terminar el partido
A los periodistas se nos obliga a abandonar el campo en un plazo máximo de diez minutos tras el final del partido, lo que supone un gran problema para acabar las crónicas de un derbi que va a terminar casi cuando empiece el lunes y las páginas deberían estar ya en la rotativa para entonces. Nos dicen que el CSD impone ese criterio también.
Ese es el peor punto del protocolo para la prensa escrita, pero no el único sinsentido. Por ejemplo, el periodista que accede al campo no puede participar en las ruedas de prensa telemáticas vía zoom de los dos entrenadores posteriores a los partidos, cuando la mayoría de los medios no podemos tener dos personas para cubrirlos y muchos debemos encargarnos de retransmitir el partido o de escribir la crónica y de las declaraciones.
Además nos obligan a presentar un documento firmado por la empresa que nos declara «aptos» para entrar en el campo en el que certificamos que hemos superado una revisión médica que incluye un test. Los relacionados con el fútbol somos los únicos trabajadores a los que nos obligan a pasar esa prueba para poder realizar nuestra labor a pesar de que las medidas de protección impiden cualquier contagio porque no pueden ser más restrictivas.
El protocolo implica que a todos los que accedemos al campo nos obligan a tomarnos la temperatura antes de entrar, a llevar guantes y mascarilla en todo momento y a lavarnos las manos con hidrogel. Para garantizarlo el protocolo contempla que «como al resto del personal se les entregará, a la entrada del estadio, el kit de material compuesto por una mascarilla, dos pares de guantes y un bote de hidrogel».
Las normas implican que «cualquier actuación que no cumpla con los protocolos establecidos supondrá la expulsión del estadio y prohibición de acceso para el resto de los partidos que falten por disputar».
Además se establecen unos horarios de acceso al campo por los que la prensa escrita –los que antes necesitamos entrar para adelantar, por ejemplo, este reportaje– hemos sido los últimos que hemos podido hacerlo 40 minutos antes del pitido inicial acompañados de un empleado de la Real y un empleado de seguridad.
Eso obliga a establecer la oficina en el coche y a aparcarlo cuanto antes lo más cerca posible de la puerta de acceso para poder adelantar este reportaje y acabar la crónica y enviarla cuanto antes al abandonar el campo.
Unas medidas excepcionales
Osasuna y Real han llegado al campo hora y media antes del inicio del partido por el nuevo acceso próximo a la estación del Topo, con los jugadores repartidos en dos autobuses para cada equipo con mascarillas y guantes. Menos de un centenar de aficionados se han acercado a recibir a los equipos, mientras en el otro fondo del estadio, donde está situado el Graderío Aitor Zabaleta, había una pancarta que denunciaba que «futbola ez da bueltatu, zuen negozioa baizik».
Esa entrada en el estadio de los autobuses, esa pancarta y las pocas furgonetas de la Ertzaintza que se acercaron al estadio eran lo único que invitaba a pensar que había un partido de fútbol en un recinto de Anoeta desierto, salvo las pocas personas que paseaban y corrían como cualquier tarde de domingo.
Dentro del campo los jugadores salían el campo para el calentamiento 25 minutos antes del inicio del partido y a partir del inicio los titulares y los primeros entrenadores han vivido el partido como cualquiera antes del parón y los demás integrantes del staff han seguido con sus mascarillas y sus guantes separados hasta que han entrado el campo en ese pulso entre la anormalidad de los protocolos y la normalidad que exige la práctica del fútbol.
Una lona en la tribuna principal con Imanol como patrón de una trainera con 23 jugadores, otra que ocupaba el fondo Aitor Zabaleta que representa a toda la afición y cuatro más pequeñas en el otro fondo que recordaban a los sanitarios, a los mayores y a toda la sociedad que ha padecido la crisis del coronavirus han cubierto las gradas vacías del derbi entre Real y Osasuna más triste.