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15 de junio de 2010: mucho más que el último título de Liga para el Baskonia

Parecía imposible, pero aquel Caja Laboral Baskonia lo logró. Liga y MVP de Splitter el año de su despedida; San Emeterio convertido de carne para venta a héroe de la final y un equipo que logró rehacerse de sus problemas para brillar cuando nadie se lo esperaba, destruyendo la «liga bipolar» que entre el Barça y el Real Madrid habían planeado.

Tiago Splitter pudo despedirse del Baskonia levantando el trofeo de campeón de Liga ACB y siendo el MVP de la final. (Raúl BOGAJO /FOKU)

«Esta noche la realidad ha demostrado que es mucho más bonita que los sueños». Era un 15 de junio de 2010 y Dusko Ivanovic resumía en una sola frase la explosión de alegría de todo el baskonismo, después del milagroso «dos más uno» con el que Fernando San Emeterio conseguía el 79-78 final ante el Barça, un Barça que caía por 0-3 en aquella final de la Liga ACB solo un mes después de coronarse campeón de la Euroliga y tras dominar por completo durante toda la temporada en la que también ganó la Copa que se disputó en el BEC de Barakaldo, pasando por encima de todos sus rivales.

Nadie hubiera creído el 0-3 final con el que los gasteiztarras se acabarían imponiendo. Más aún, casi nadie hubiera apostado por algo que no fuera un 3-0 para la entidad blaugrana. Es más, más de uno y más de diez añadían el corolario de «y con la gorra» al vaticinio de «barrida» culé a un Caja Laboral Baskonia que superó una temporada llena de trompicones para levantar el que, hasta la fecha, es su último título.

«Antes de empezar esta final, si recordáis bien, dije que somos el único equipo que puede ganar al Barcelona y no porque éramos el único equipo que íbamos a jugar, sino porque sentíamos y creíamos que podíamos ganar. No me creía nadie». Este «recado» también pertenece a Dusko Ivanovic, recordatorio expreso a una prensa en la que en exceso se cree en los a prioris y lo que dicen las estadísticas, en buena medida porque el trabajo diario queda en exceso lejos de la vista de la mirada de los narradores.

Aquel 15 de junio de 2010 se cerró un año durísimo, en el seno de un Baskonia que vivía una renovación absoluta de su plantilla, ya que perdió a jugadores como Pablo Prigioni, Vlado Ilievski, Sergi Vidal, Igor Rakocevic, Pete Mickeal o Will McDonald. O por ser más precisos, solo Fernando San Emeterio, Mirza Teletovic y Tiago Splitter –y Dusko Ivanovic– seguían de una campaña tan buena como la 2008/09, en la cual se ganó la Copa, se alcanzó la Final de la Liga ACB con factor cancha a favor –se perdió por 1-3 ante el Barcelona– y se rozó colarse en la Final Four de Atenas –el Barça, imponiéndose por 2-3 en el cruce de cuartos, le cerró el camino–.

La plantilla de aquella campaña, aparte de los tres mencionados, la compusieron, en algún momento de la temporada, Stanko Barac, Martín Buesa, Lior Eliyahu, Carl English, Vladimir Golubovic, Walter Herrmann, Marcelinho Huertas, Chris Lofton, Vladimir Micov, Brad Oleson, Milt Palacio, Pau Ribas y Sean Singletary.

«Quiero felicitar a este maravilloso grupo de chicos que tengo detrás de mí», recordaría el propio Ivanovic en la celebración de la balconada de San Miguel. «Tienen mucho mérito porque han ganado este título y lo han ganado para vosotros (en referencia al público), porque han trabajado todo el año con mucha ambición y mucha convicción de que podían ganar cuando nadie creía». La realidad de aquella balconada, una vez más, superaba cualquier sueño.

La «liga bipolar»

Aquella campaña 2009/10 se definió como «bipolar» desde el primer momento. Después de un largo deambular, y con amenazas no muy veladas de cerrar la sección de baloncesto, el Real Madrid había decidido apostar por renovar su plantel de baloncesto. Ettore Messina se sentó en su banquillo en sustitución de Joan Plaza, y jugadores tales como Darjus Lavrinovic, Novica Velickovic, Tomas Van den Spiegel, Jorge Garbajosa, Ante Tomic y Marko Jaric acompañaban a los clásicos Felipe Reyes, Sergi Llull –que empezaba a vivir su explosión– o Louis Bullock. Pero no solo, porque familiares nombres como Travis Hansen, Sergi Vidal y sobre todo Pablo Prigioni, también habían caído en las redes de un Real Madrid que no escatimó en gastos.

Y si el Real Madrid así anduvo, no fue mejor un Barça que confeccionó uno de los mejores equipos de su historia, con Xavi Pascual doctorándose como entrenador, rozando el triplete. Respecto a la campaña anterior habían perdido a Ilyasova, Dani Santiago, David Andersen o Lubos Barton, pero a los Navarro, Basile, Jaka Lakovic, Víctor Sada o Fran Vázquez se les unieron Erazem Lorbek, Terence Morris, Boniface Ndong, Ricky Rubio y Pete Mickeal.

Es decir, que los dos conjuntos futboleros no tuvieron ningún empacho en debilitar a rivales directísimos con tal de reforzar sus plantillas, y no parecía que nadie pudiera hacerles frente en aquella Liga ACB.

Y en lo que respecta al Baskonia, a los muchos fichajes –alguno tan controvertido como Lior Eliyahu, el primer jugador israelí en enfundarse la camiseta baskonista y que en su día posó con el ejército de su país en los Territorios Ocupados de Palestina– se le unieron las muchas lesiones, al punto de que corrió el chiste de que el equipo se llamaba no la Caja Laboral, sino la «Baja Laboral» Baskonia. Walter Herrmann, Lior Eliyahu, el propio Tiago Splitter... por no hablar de un Brad Oleson que aterrizaba en Gasteiz de rebote, después de que el Real Madrid lo fichara del Fuenlabrada y recibiera el veto de Ettore Messina, y que además padeció de multitud de problemas físicos.

Temporeros como Vladimir Micov –aún muy joven y lejos del jugador que es hoy–, Milt Palacio –llegado por un Sean Singletary totalmente decepcionante, cortado después de 18 partidos–, Vladimir Golubovic –en lugar de un Stanko Barac que, entre las lesiones y su escasa capacidad de concentración, jamás llegó a lo mucho que apuntaba por su combinación de altura, clase y movilidad– o Chris Lofton –solo dos partidos jugó el pequeño tirador norteamericano, que llegó y se fue como buen temporero, sin poder lucir su buena muñeca– fueron pasando o quedándose en un Baskonia basado casi en exclusiva en San Emeterio, Teletovic, Marcelinho Huertas, que se redimía de un horroroso año en Italia, y Tiago Splitter, en el que iba a ser su último año en Gasteiz después de una década larga desde que llegara de Joinville.

Mención aparte merece Fernando San Emeterio. El alero cántabro se quedó en Gasteiz de rebote, literalmente. Después de un año en el que fue el cuarto alero de la rotación gasteiztarra –por detrás de Rakocevic, Mickeal y Vidal–, promediando poco menos de 14 minutos y 6,16 puntos, tenía la puerta de salida abierta y el contrato casi firmado con el Cajasol –actual Betis– de Sevilla, un equipo que en la campaña 2009/10 llegó a disputar la Copa. Pero la marcha de Sergi Vidal –junto con Prigioni– al Real Madrid obligó a la entidad que preside Josean Kerejeta a retener a un buen «cupo» pese a sus limitaciones en el tiro y el uso de la mano izquierda.

El santanderino respondió mejor que nadie al envite. De golpe pasó a la titularidad; si en la campaña 2008/09 jugó solo 3 partidos de titular en los 38 de Liga ACB que dispuso, un año después jugaría 41 de los 44 partidos de la competición doméstica saltando en el cinco inicial. Pasó a disponer de más de 31 minutos de promedio y a anotar 10,66 puntos, solo por detrás de loa 15,3 de Splitter y los 13,6 de Teletovic.

«Por su trabajo, desde el principio hasta el final, si alguien ha merecido meter la última canasta y el tiro libre del último segundo, es San Emeterio», diría después Dusko Ivanovic. «Él es el torero, el que cortó las dos orejas y el rabo y salió a hombros del Buesa Arena», diría de él Tiago Splitter en la balconada de San Miguel. Por eso el 15 de junio el santoral baskonista celebra San Emeterio.

El obstáculo del Real Madrid

El Barça, que solo perdió seis partidos en toda la temporada en la competición doméstica –incluyendo los tres de la Final–, pronto marcó las distancias, mientras que el Baskonia y el Real Madrid pelearon por una segunda plaza que al final acabó siendo gasteiztarra, y crucial para el devenir de la temporada.

Los precedentes de la Supercopa, con derrota por 62-87, y la Copa, con otra paliza por 50-78 no dejaban en buen lugar a los de Ivanovic, incapaces de hacer frente a unos merengues comandados por Pablo Prigioni. La impotencia quedaba reflejada en aquel «Queremos la cabeza de Prigioni» que le dedicó «Indar Baskonia Hintxa Taldea» al base argentino como si se tratase del mismísimo Alfredo García de la película de Sam Peckinpah.

Pero a falta de pocas jornadas para terminar la Liga Regular de aquella campaña 2009/2010, aquel Caja Laboral Baskonia asaltó la cancha madridista por 74-80, con Huertas, English y Teletovic compensando los 22 puntos y 5 asistencias de Prigioni. De esa forma, los gasteiztarras lograban superar en el average individual a los merengues, obteniendo la segunda plaza liguera y el factor cancha en semifinales, ronda en la que volverían a verse las caras y que acabaría dirimiéndose por 3-2 para los gasteiztarras.

«Es muy fácil estar con nosotros ahora que hemos ganado», recordaría a la afición Tiago Splitter con el trofeo en las manos. «Pero vosotros habéis estado con nosotros en los peores momentos, como cuando perdimos de paliza en la Copa y estuvisteis con nosotros, dándonos lecciones como la de la Copa». Hasta 45 minutos estuvo la afición baskonista saltando en las gradas del BEC a pesar de perder en semifinales, obligando a la plantilla a salir a la cancha y a llevarse un inesperado baño de multitudes.

En la misma balconada, Dusko Ivanovic volvió a ser lapidario. «No lo olvidéis nunca: sois los mejores».

Enterrando el «Herrerazo»

Fue una eliminatoria repleta de duelos individuales. Huertas contra Prigioni, Teletovic contra Velickovic y sobre todo, Splitter contra Tomic, un pívot croata de 2,17 metros rebosante de clase y que, a sus 23 años, aún no había dado muestras de una blandura que ha acabado limitando su buena carrera profesional. Para más inri, ya para entonces Barac estaba lesionado y Splitter, pese a la voluntad de Golubovic, iba a estar solo ante el peligro en la pintura.

Pero el principal factor a superar de aquel Baskonia fue la sombra del «Herrerazo», aquella Liga ACB de 2005 que se escapó en un minuto calamitoso y que, con perspectiva, enseñaba la incapacidad del Baskonia de cerrar en el desempate series al mejor de cinco que disputaba con el factor cancha. Aparte del «Herrerazo», Estudiantes eliminó a los gasteiztarras en el desempate de las semifinales del los playoffs de 2004, el Barça, con Dusko Ivanovic al frente, hizo otro tanto en 2007, en el último partido de Luis Scola como baskonista, por no hablar del desempate de la Euroliga que cedió el Baskonia ante el Barça en la campaña 2008/09.

El 62-60 del primer partido llegaba después de remontar en el tercer cuarto entre Oleson y Splitter, y con el suspiro final del triple ganador errado por Luis Bullock. El 85-80 del segundo partido, pese a establecer el 2-0, llegaba en la prórroga. Los 23 puntos y 10 rebotes de Splitter ponían al Baskonia a un paso de la finalísima, pero el Real Madrid, con dos triunfos sencillos, 80-67 y 80-62, empataría a dos, llevando el duelo al desempate.

El duelo, pese al dominio baskonista, jamás estuvo cerrado, y ya en el último cuarto, entre Velickovic y Felipe Reyes los de Ettore Messina se pusieron por delante. Pero Splitter, con 18 puntos y un inesperado Lior Eliyahu, autor de seis puntos seguidos en el tramo final del partido, llevaron el duelo al 64-56 final. Por tercer año consecutivo, se repetía una final entre el Barça y el Baskonia.

«3-0 y con la gorra»

El Barça venía de arrasar en la Copa y de ganar la Euroliga. Jugando a medio gas, se había plantado en la final de la Liga ACB sin ceder un solo partido y los pronósticos hablaban de «3-0 y con la gorra».

En la Liga Regular, fue Ricky Rubio quien marcó la pauta en los partidos que enfrentaron a culés y baskonistas, así que frenar al base del Masnou, con Palacio, Ribas y Oleson encargándose indistintamente en defensa de Rubio, Navarro y Lakovic fue una de las tareas fundamentales de los de Ivanovic.

Pero hubo más. El Barça promedió 80 puntos a lo largo de la temporada y en la final se quedó en apenas 68, con una muy pobre conexión con los pívots, cuando el juego por encima del aro de Vázquez, Morris y Ndong había resultado imparable para sus rivales. La defensa del pick'n roll funcionó como nunca, fruto de un trabajo que le granjeó grandes loas a Ibon Navarro, a la sazón segundo de Ivanovic. Asimismo, San Emeterio y Herrmann lograron secar a Pete Mickeal, y los coletazos de talento del Barça encontraron cumplida respuesta gasteiztarra.

Y a fe que lo consiguieron. El 58-63 del primer partido puede confundir a la gente pensando que fue un mal partido, pero la cuestión fue que Huertas dominó el ritmo e incomodó a un Ricky Rubio que llegó a fallar un mate. Splitter y un renacido Walter Herrmann fueron los otros artífices del triunfo gasteiztarra.

Y si Huertas fue el protagonista del primer partido, Pau Ribas lo fue del segundo, que se saldó con 69-70 para los gasteiztarras. Un error suyo en un saque de fondo, con 67-70 y apenas sin tiempo para jugar, provocó una flata antideportiva que colocó al Barça a un punto y con posesión. El badalonés, que después de pasarse media temporada de crisis existencial entre el puesto de base y de escolta, se redimió robando el balón al pase de Ricky Rubio. San Emeterio, con 19 puntos, más 13 de Huertas, amén de un Oleson que sumó a sus 10 puntos una tremebunda defensa sobre Navarro, suplieron el agobio interior que padeció Splitter.

Y así se llegó al 15 de junio de 2010. Sin duda, fue el mejor partido de la serie, en el que los gasteiztarras debieron sufrir para sostener a un Barça herido en su orgullo. No obstante, quizá la victoria baskonista no debiera haber precisado de tiempo extra, si es que un tiro de Eliyahu no hubiera sido taponado dudosísimamente por Terence Morris.

Ya en la prórroga, los culés se escaparon 70-75 a falta de minuto y medio y con siete segundos para el final, Gianluca Basile dispuso de dos tiros libres de los cuales solo anotó uno. 76-78 en el marcador, rebote para San Emeterio y el resto es historia, desde la desesperación de Teletovic poque el cántabro no se la pasaba, al horrible bote con la izquierda del «Santo» que propició que acometiera la entrada en rectificado para conseguir la canasta y la falta de Morris, la explosión contenida de Zurbano, e incontenible después de que hubiera entrado el tiro libre de la victoria.

Y por si fuera poco, MVP para Tiago Splitter, justo en el momento de su marcha a la NBA. Después de hacerse hombre en Gasteiz, el «Caminante» se marchaba a San Antonio, donde le esperaban otras aventuras y un anillo de la NBA, el más baskonista de todos.

Son diez años y parece que hubiera sucedido ayer. Son diez años soñando con lo que pasó aquel 2010, en vísperas de que los playoffs de la Liga ACB de 2020 demuestren si es verdad que, como dijera Ivanovic, la realidad es mucho más bonita que los sueños.