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¿Pudo la erupción de un volcán de Alaska acabar con la República de Roma?

Ocurrió mucho antes de que se hablara de «efecto mariposa» y de cambio climático; un estudio de cinco países liga la erupción de un volcán en Alaska con la caída de la República de Roma hace más de 2.000 años. Esta es la historia.

El cráter del Okmok, en Alaska. (WIKIMEDIA)

Un grupo de investigadores de cinco países afirma haber encontrado en el hielo ártico pruebas que relacionan uno de los años más fríos en la antigua Roma, el 43 a.C, con la erupción del volcán Okmok, situado en la actual Alaska (EE.UU), y atribuye a este fenómeno ser el desencadenante del fin de la República.

El descubrimiento de este grupo liderado por el doctor Joe McConnell, del Desert Research Institute en Reno, Nevada, se publica este lunes en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, en la que aseguran haber encontrado restos de tefra -roca volcánica- en el hielo ártico que corresponden a este volcán norteamericano.

El equipo, integrado por científicos de Reino Unido, Suiza, Irlanda, Alemania, Dinamarca y de la universidad de Yale, investigó además registros climáticos en China, EE.UU., los países escandinavos y Austria, que, cruzados con muestras de hielo obtenidas en la década de 1990 en Groenlandia y Rusia, permitieron datar dos grandes erupciones volcánicas en el planeta: una en el 45 a.C y una segunda, más potente, en el 43 a.C.

Esta segunda es la correspondiente al Okmok, y su tiempo coincide con un periodo descrito por las fuentes de la época como frío, lleno de hambruna, enfermedades e inestabilidad en el Mediterráneo.

Unos factores que los historiadores creen que, junto a la muerte de Julio Cesar en el 44 a.C, contribuyeron a poner fin a la República de Roma y el Reino Ptolemáico de Egipto.

Y es que los modelos climáticos del estudio sugieren que las temperaturas medias del verano y el otoño posteriores a la erupción del este volcán de Alaska estuvieron hasta 7 grados celsius por debajo de lo normal.

Asimismo, los científicos creen que las precipitaciones en el sur de Europa fueron entre un 50% y un 120% superiores a lo habitual en verano y un 400% en otoño.

Además, apuntan que los dos años posteriores a la erupción del Okmok fueron los más fríos en el hemisferio norte en 2.500 años, y que la década posterior fue la cuarta más fría de ese mismo lapso de tiempo.