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‘Oro blanco’: Los monopolios y el feudalismo rural

Ardís Hrönn Egilsdóttir, protagonista de la cinta. (NAIZ)

ORO BLANCO
Islandia. 2019. 92
Tit. Orig.: “Héradid”. Dir. y Guion: Grímur Hákonarson. Prod.: Grímar Jónsson. Int.: Ardís Hrönn Egilsdóttir, Svein Ólafur Gunnarsson, Sigurdur Sigurjónsson, Alfrun Rose, Hannes Óli Ágústsson, Daniel Hans Erlendsson, Hadfís Helga Helgadóttir, Siggi Holm. Fot.: Mart Taniel. Mús.: Valgeir Sigurdsson. Mont.: Krstján Lodmfjörd. Dir. Art.: Stígur Steinhórsson.

 

El cineasta islandés Grímur Hákonarson se dio a conocer internacionalmente con su segundo largometraje ‘Rams’ (2015), premiado en la sección Un Certain Regard del festival de Cannes. Esta película, al igual que su nuevo y tercer largometraje ‘Oro blanco’ (2019), definen a un autor paisajístico, que sabe expresar muy bien la desolación que se vive en las zonas rurales de su país, castigadas por un clima nórdico inclemente. Sus retratos sociales no son nada idílicos tampoco, tal como lo dan a entender los silencios y diálogos escasos que remarcan la incomunicación ambiental, si bien no faltan los toques irónicos que rompen el hielo con un humor muy localista y extraño.

Presentado en los festivales de Toronto y la Seminci de Valladolid con el título original de ‘Héradid’ y el inglés de ‘The County’, este sólido trabajo es una denuncia de los monopolios capitalistas en que se constituyen determinadas cooperativas agropecuarias, controlando y explotando la mano de obra local. Las granjas ya no pueden autoabastecerse y dependen de un entramado que regula los precios y las ganancias, rebajándolas de forma especulativa. El autor se basa en una casuística real observada en la comarca de Skagafjördur, situada al noroeste de Islandia. En general la mayoría de las granjas se avienen al sistema para poder subsistir, pero no falta algún que otro foco de resistencia. Aquí está representada por la antiheroina Inga (Ardís Hrönn Egilsdóttir), una granjera de mediana edad transformada por la viudedad, ya que en lugar de venirse abajo tras la muerte supuestamente accidental de su marido se vuelve más luchadora y reivindicativa, sin importarle la falta de apoyos. No duda en enfrentarse con el director de la cooperativa (Sigurdur Sigurjónsson). Dicho papel no cae en esquematismos maniqueos, gracias a la compleja interpretación del actor.