El país de los ‘Derechos del Hombre’, no de la mujer
Lo que en castellano se denomina Derechos Humanos, y en inglés ‘Human Rights’, en el Estado francés se llama ‘Derechos del Hombre’. Derechos ante los que la mujer parece tener un segundo lugar. Una visión social que queda en evidencia con el nombramiento de un ministro del Interior acusado de violación y un ministro de Justicia conocido por sus declaraciones públicas contra el movimiento #MeToo y el término feminicidio, que sustituye al crimen familiar, que era costumbre.
Que el Gobierno de Emmanuel Macron, y su primer ministro, Jean Castex, hayan decidido dejar dos de los ministerios más importantes en manos de estos dos hombres deja en evidencia el sentimiento de impunidad respecto a estos temas que sienten los mandatarios. Pero lo más terrible es que tal vez tengan razón. El cambio de Gobierno en el que se nombró a Gérald Darmanin como ministro del Interior y a Éric Dupond-Moretti como ministro de Justicia tuvo lugar el 6 de julio, y tan solo estos últimos días están levantándose las voces de algunos políticos contra esta decisión. Hasta entonces los movimientos feministas estaban prácticamente solos al mostrar su indignación y enfado, ante este «Gobierno de la Vergüenza».
Como es evidente, lo que más revuelo está causando es el nombramiento de Darmanin, pero para sus compañeros de Gobierno y de partido, lo que está en juego en estos momentos no son los derechos de las víctimas de violencia sexista, sino el derecho a la presunción de inocencia. La que fuera Secretaria de Estado para la Igualdad de Género y ahora ascendida a ministra delegada a cargo de la Ciudadanía, Marlène Schiappa, le ha mostrado su apoyo; el Ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, dijo no entender por qué había tanta polémica, y 167 parlamentarios de su partido, la République en Marche, han publicado en ‘Le Monde’ un artículo para defenderlo.
Incluso Macron, que prometió que los derechos de las mujeres serían una prioridad en su mandato, salió en su defensa el 14 de julio, en el que defendió la presunción de inocencia de la que se estima «garante» como presidente de la República. También añadió que tiene «una relación de confianza, de hombre a hombre», algo que le ha acarreado un gran número de críticas.
Empoderado por el gran apoyo que está recibiendo y la falta de crítica generalizada por parte de la sociedad, Darmanin ha osado decir que es objeto de «calumnias», y que está viviendo «una gran injusticia». La falta de respuesta social la pudimos ver el pasado 11 de julio, también en Ipar Euskal Herria, cuando el ministro del Interior viajó a Baiona para mostrar su apoyo a los compañeros y a la familia de Philippe Monguillot, conductor de autobús que murió tras ser atacado mientras ejercía su trabajo en la capital labortana. Y fue precisamente en la plaza del Ayuntamiento de la ciudad donde se llamó a una concentración feminista contra el nombramiento del ministro, en la que tan solo participaron una veintena de personas.
Tras los nombramientos, los primeros días no se realizó ninguna intervención en la Asamblea Nacional a este respecto. Tan solo este miércoles 15 de julio se han posicionado Rachida Dati, la que fue ministra de Justicia con Nicolas Sarkozy, y la también exministra Valérie Pécresse, criticando el mensaje que se envía a las víctimas a través de este nombramiento. El secretario general del Partido Socialista, Olivier Faure, es otro de los políticos que también ha salido públicamente criticando esta decisión estos últimos días, pero entre las personas de relevancia en el ámbito político del Estado la lista no se alarga mucho más.
¿Qué se puede decir ante esta postura, como poco, anacrónica, claramente machista y altamente peligrosa que está tomando el Gobierno francés? Desde el punto de vista del Estado español, de Italia, Gran Bretaña, EEUU… donde se han hecho eco de esta situación, se trata de una decisión incomprensible, ofensiva y un claro ataque a todos los avances que se han hecho estos últimos años respecto a la lucha contra la violencia machista y a favor de los derechos de la mujer. Aunque también hay otros países donde no se ha avanzado tanto, y para los que el Estado francés representa un referente de los derechos fundamentales. Es por ello que, en un artículo de opinión publicado este 15 de julio en ‘Le Monde’, 91 «militantes, intelectuales, mujeres políticas feministas» provenientes de 35 estados tachan esta decisión como parte de una «política antifeminista de la que los efectos van mucho más allá de las fronteras de Francia».
Pero no hay que olvidar que las palabras determinan nuestra manera de mirar al mundo, cada vez que en los medios franceses, hablan de «les droits de l’homme» en mi mente se apostilla: «et de la femme» (y de la mujer). Pero creo que en el que se autodefine, orgulloso, «El país de los Derechos del Hombre», una gran parte de la sociedad no cree que este acotamiento sea necesario, ni tampoco que la defensa de ciertos derechos de las mujeres sean importantes, y es ahí de donde beben los mandatarios para tomar estas y otras decisiones, cuyas consecuencias muchas mujeres sufren y padecen todos días.