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Muere Olivia de Havilland, la última dama del Hollywood clásico

La actriz Olivia de Havilland, una de las últimas supervivientes de los años dorados del Hollywood, ganadora de dos Oscar, y recordada por su legendaria participación en ‘Lo que el viento se llevó’ y su enemistad con su hermana Joan Fontaine, ha fallecido a los 104 años de edad, según ha confirmado su publicista a ‘The Hollywood Reporter’.

Olivia de Havilland, en 1938. (AFP)

Cuando el pasado 1 de julio Olivia de Havilland llegó a una edad como los 104 años, el mundo le recordó tres extremos de su vida: su papel de Melania Hamilton en ‘Lo que el viento se llevó’, su enemistad con su hermana Joan Fontaine, y que se enfrentase a la industria del cine y, gracias a ella, cambió Hollywood para siempre.

De su pelea contra el llamado el ‘sistema de las estrellas’ surgió una ley que, de hecho, lleva su nombre. En aquel Hollywood de la época dorada a la que llegó Olivia de Havilland siendo una niña, los productores hacían con sus actores lo que querían; los manejaban como titiriteros por medio de contratos casi en régimen de esclavismo.

A ese mundo llegó siendo una niña Olivia de Havilland, dirigida por una madre que solo buscaba ganar dinero. Una madre que incentivó la enemistad entre las hermanas Olivia y Joan desde niños, favoreciendo a Olivia y creando el caldo de cultivo para una rivalidad que arrastrarían toda la vida.

De Tokio a Hollywood

Nacida el 1 de julio de 1916 en Tokio, Olivia era la hija primogénita del abogado británico Walter de Havilland y la actriz Lillian Fontaine. Su hermana menor, Joan Fontaine (1917-2013), también nació en Tokio. A causa de su mala salud y, tras la separación de sus padre, se trasladó con su madre y su hermana a los Estados Unidos, a California, donde cursó sus estudios.

La mala relación entre ambas era legendaria. Hasta el punto de que hasta la muerte de Joan, estuvieron cuatro décadas sin hablarse. «Me casé la primera, gané un Oscar la primera, tuve un hijo la primera. Si me muero, ella estará furiosa porque otra vez la habré ganado», se había jactado Joan Fontaine en una entrevista.

Dicen que Robert Aldrich se inspiró en su enemistad para rodar ‘¿Qué fue de Baby Jane’, protagonizada por Bette Davis y Joan Crawford en 1962.

Descubierta en el teatro, en su tercera película con la Warner Brothers Olivia encontró al que sería su pareja en la pantalla, Errol Flynn. ‘El capitán Blood’ fue un éxito inmediato, el dúo se convertiría en epítome de películas de romance y aventuras, y Olivia ascendió al Olimpo de Hollywood.

La ley De Havilland

Pero Olivia no tenía poder sobre su carrera. Para poder interpretar a Melania Hamilton en ‘Lo que el viento se llevó’, tuvo que suplicar su permiso al jefe de su estudio, Jack Warner, para que la ‘prestara’ a David O. Selznick. «Estaba acostumbrada a los típicos papeles de chico conoce chica», rememoraba Havilland años después. «Se enamoran, ¿la conseguirá? ¿la familia de ella pondrá algún impedimento? Siempre era lo mismo. Pero Melania pasa por la guerra, tiene hijos… ¡muere! Era un personaje que pasaba por todo tipo de experiencias, un gran espectro de emociones humanas fantástico para interpretar y yo estaba deseando hacerlo».

No deja de ser curioso que el último vestigio del Hollywood clásico siempre estuviera incómodo con el sistema de estudios, al que prestó una intensa lucha.

El empeño de Havilland por conseguir el papel de Melita le valió su primera nominación al Oscar en 1939, que acabaría ganando su compañera de reparto Hattie McDaniel, la primera actriz negra en conseguir la estatuilla. Encasillada en papeles de chica buena, la actriz anhelaba otros trabajos. Dos años después, se produciría un punto de inflexión cuando vio cómo su hermana Joan conseguía la nominación al Oscar al mismo tiempo que ella. Pero ganó Joan, por ‘Sospecha’.

Olivia se resignó pensando que su contrato de siete años estaba a punto de acabar, pero no contaba con que le harían trampas: dos veces quiso usar la Warner la figura de la ‘suspensión’ para mantener su contrato; es decir, se le contaban los meses que no había trabajado realmente para ir alargando su contrato.

Según la ley californiana, sin embargo, un trabajador no podía estar sujeto obligatoriamente a un contrato más de siete años. Pero las productoras hacían trampas. Aquello no tenía fin y Olivia decidió llevar a la productora ante los tribunales.

El juicio ‘De Havilland vs. Warner Bros’ duró dos años y medio, entre 1943 y 1946, en los que la estrella no pudo rodar una sola película ni ingresar un dólar. Finalmente, el tribunal le dio la razón a Olivia y cambiaron las cosas para los otros actores. Fue la ‘Ley De Havilland’ o ‘Decisión De Havilland’, y así se la conoce hasta hoy en la jurisprudencia americana.

Regreso triunfal

Cuando volvió, el público no la habían olvidado. En1946 hizo cuatro películas en diferentes productoras, con papeles alejados de la imagen meliflua en la que Jack Warner la había encasillado. Por ‘Vida íntima de Julia Norris’, de la Paramount, fue nominada al Oscar y ganó. Era el regreso triunfal de una actriz que se había reivindicado frente a todos y el agradecimiento de Hollywood por su valentía y talento.

También recibió otro Oscar por ‘La heredera’.

Durante su ilustre carrera cinematográfica, De Havilland también se alzó con dos Premios del Círculo de Críticos de Cine de Nueva York , el Premio National Board of Review a la Mejor Actriz, y la Copa Volpi del Festival de Cine de Venecia.

Por sus contribuciones a la industria cinematográfica, recibió una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Los últimos años de su vida los pasó en París.

De Havilland era, además, la última superviviente del reparto de ‘Lo que el viento se llevó’, cinta por la que fue nominada al Oscar a la mejor actriz de reparto por su papel como Melanie Hamilton.