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PAÍSES BAJOS Y LA RETICENCIA AL USO DE LA MASCARILLA

El Gobierno de Países Bajos cerró colegios y locales de ocio durante el primer impacto del coronavirus. Ahora, en la calle, en los supermercados, casi nadie lleva mascarilla, salvo en el transporte público. Pese a los más de 500 positivos diarios, el peor dato desde finales de abril, las autoridades no imponen su uso en todo el país.


Entre el 12 y el 18 de agosto, Países Bajos sumó 4.013 nuevos positivos por coronavirus y 16 fallecidos: el mayor repunte de casos desde finales de abril, aunque aún lejos datos en nuevos positivos diarios y el Estado español.

La sociedad, al comparar, respira aliviada en el país de los tulipanes. Pero lo hace sin mascarilla: solo es obligatoria en el transporte público y en varios distritos de Ámsterdam y Rotterdam y casi nadie la utiliza en el resto de espacios cerrados.

Uno piensa que, si el virus no es caprichoso, todo tiene que explotar en algún momento en este país de 17 millones de habitantes. Es cuestión de tiempo. Pero no ocurre, y la moderación neerlandesa y unos políticos que llaman a la calma contrastan con histeria y la búsqueda de responsables en el Estado español.

Como ocurre en todo el norte de Europa, en Países Bajos son más de recomendar que de imponer: las libertades y los derechos obtenidos no se limitan con facilidad. El enclaustramiento obligatorio de meses en el Estado español fue solo una recomendación de las autoridades neerlandesas. Lo denominaron «confinamiento inteligente» Así, en un soleado día de un abril quebrado, las familias podían salir a pasear a la calle o disfrutar de sus parques. Había mucha menos gente, la mitad, dice un padre del barrio de Tuinwijk, en Utrecht, «pero había gente».

Las restricciones del Gobierno neerlandés afectaron al ocio, ya que se cerraron bares y restaurantes, y a la enseñanza: se suspendieron las clases entre el 16 de marzo y el 11 de mayo. A partir de esa fecha, los alumnos de primaria y especial comenzaron a acudir a las aulas. Es la similitud con Alemania o Dinamarca y la diferencia con Suecia, que apostó por no tomar medidas restrictivas en busca de una inmunidad de rebaño que hoy parece imposible. En este experimento educacional progresivo, en Países Bajos los padres y las madres no pueden acercarse a la puerta del centro escolar; pero dentro del recinto educativo nadie utiliza mascarilla. Habrá que ver qué medidas de prevención se mantienen de cara al próximo curso lectivo, aunque seguro que en el Estado español se puede tomar alguna nota de las cifras en el contagio en niños en Países Bajos, donde varios centros han tenido que detener la actividad por positivos en el personal docente.

Distancia de seguridad

Es sábado, y en el centro histórico de Utrecht la gente se aglomera en calles y terrazas. Hay carteles que recomiendan mantener la distancia, pero es casi imposible no tocarse. Hace sol, y en un día así es inevitable que un neerlandés salga a la calle. En la plaza de Neude, siempre llena, nadie diría que hay una pandemia. Antes del coronavirus, siempre había cola en las terrazas cuando hacía sol. Ahora la cola se mantiene, aunque entre las mesas hay más de 1,5 metros de distancia. En las tiendas de ropa, los clientes esperan en la calle para entrar. No guardan la distancia de seguridad. Dentro, nadie usa mascarilla. Ni siquiera los trabajadores. Es posible que tengan un sistema de ventilación especial. ¿Todas las tiendas del país? ¿Un sistema que ni los alemanes poseen?

En el mundo científico aún no existe consenso sobre las propiedades de la mascarilla como forma de prevencións. En Países Bajos, hay un debate sobre si obligar a usarla en todos los espacios cerrados y se impuso en distritos concurridos de Ámsterdam y Rotterdam desde el 5 de agosto. La medida podría extenderse a todo el país si se mantiene la tendencia al alza de casos. De momento, la sociedad sigue confiando en la calma que promueve el Gobierno liberal de Mark Rutte.

Asusta tanta normalidad, sobre todo porque la OMS Insiste en que el virus se transmite principalmente por vía respiratoria y en espacios cerrados. Pero Países Bajos sigue sin imponer el uso de la mascarilla e insiste en que la distancia social es una medida de prevención más efectiva. Así, en el Albert Hejin, la cadena de supermercados más popular en el país, casi nadie se cubre boca y nariz. Sin embargo, es obligatorio entrar con el carro aunque se compre solo una barra de pan; posarl el pan parece más temerario que sostenerlo en la mano, pero así es la regla en Países Bajos.