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Estupor en Alemania por la radicalización contra la «dictadura sanitaria»

Una imagen vale más que mil palabras e, incluso, más que la suma de decenas de miles de personas. La manifestación del sábado en Berlín contra la «dictadura sanitaria» hubiera pasado como una noticia más si no hubiese dado paso a un intento de asalto del Reichstag.

 

Manifestantes, muchos de ultraderecha, ante el Reichstag.

Algunos líderes políticos alemanes han calificado de «ataque a la democracia» lo que consideran un intento de asaltar la sede del Parlamento nacional durante una manifestación «anticoronavirus» que podría marcar una nueva etapa en la radicalización de un movimiento heterogéneo y, por tanto, difícil de definir en pocas palabras, aunque muchos medios europeos incidían ayer en que la movilización fue impulsada por la extrema derecha.

La agencia France-Presse señaló que, como es habitual en este tipo de convocatorias, se dieron cita militantes antivacunas, complotistas, gente realmente preocupada por lo que considera restricciones a su libertad y, según las autoridades cada vez más numerosos, simpatizantes de extrema derecha.

Las imágenes de la noche del sábado difundidas por televisión y redes sociales mostraban a varios cientos de personas forzando un cordón policial para ascender por la escalinata del emblemático edificio, intentando irrumpir en su interior, lo que ha provocado un shock en Alemania. Por un momento, la Policía, con solo un puñado de oficiales intentando bloquear a la multitud, parecía desbordada. En el último momento impidió a los manifestantes entrar al edificio, utilizando aerosoles para dispersar a la multitud.

Este incidente fue la culminación de una manifestación “antimascarilla” que reunió a unas 40.000 personas –según indicaba ayer AFP– que protestaban contra las restricciones vinculadas a la pandemia. Además, durante la jornada hubo alrededor de 300 arrestos en enfrentamientos con la Policía.

También se produjeron detenciones ayer en relación a otras concentraciones que tuvieron lugar en la ciudad. La más numerosa, que reunió a unas 2.000 personas junto a la Columna de la Victoria, fue disuelta por la Policía. Un portavoz policial indicó que los asistentes estaban demasiado cerca del monumento, sin mascarilla y no respondieron a las peticiones de los agentes, lo que supone una violación de la Ordenanza de Protección de Infecciones.

El presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, se mostró indignado por el «ataque insoportable al corazón de nuestra democracia» registrado el sábado. Denunció los «excesos de extrema derecha», así como las «banderas del Reich» (colores negro, blanco y rojo) que ondeaban los manifestantes en memoria del Imperio desaparecido tras la Primera Guerra Mundial.

La ministra de Justicia, Christina Lambrecht, apeló a «defenderse de estos enemigos de nuestra democracia». De momento ya se ha abierto un debate sobre la conveniencia de seguir autorizando este tipo de manifestaciones.