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El Gobierno de Urkullu tiene todo a su favor para seguir como hasta ahora

Pandemia, presupuestos, Nuevo Estatus y otras leyes remitidas ya al Parlamento mostrarán si el Gobierno de Urkullu hace una apuesta partidista, con su mayoría absoluta, o empieza a buscar acuerdos de país. Tiene todo a favor para seguir como hasta ahora.

Urkullu y Ortuzar. (Marisol RAMÍREZ/FOKU)

El año 2021 estará desgraciadamente marcado, al menos hasta el verano, por la pandemia del covid-19 y sus consecuencias sanitarias, sociales, económicas y también políticas. Y las formas con las que el lehendakari, Iñigo Urkullu, ha gestionado la crisis primero con un Gobierno en minoría, después en el paréntesis digamos que alegal de la suspensión de las elecciones, y finalmente con una mayoría absoluta, no hace prever una actuación colaborativa con la oposición, sino la reiteración en el aprovechamiento de las ventajas propagandísticas con las que cuenta la coalición PNV-PSE (sobre todo por parte de los jeltzales) para imponer su relato de la actualidad.

Para entender todo lo que acontece en el escenario político de la CAV hay que tener en cuenta que la primera fuerza de la oposición, y con una trayectoria ascendente, es EH Bildu. Si se repasan, por ejemplo, las últimas elecciones autonómicas, fue la única candidatura que subió en votos, mientras las demás listas se veían afectadas por la enorme abstención, un dato que está siendo ignorado públicamente por la mayoría de los analistas. La relevancia política de la izquierda independentista ha crecido y la derecha españolista ha pasado a ser prácticamente irrelevante. Esto hace que las fuerzas económicas y mediáticas dominantes de la comunidad se vuelquen en sostener a Iñigo Urkullu –hombre de orden en lo económico y en lo autonómico (no nacional)–, cuando su apuesta fáctica natural, lamentablemente, estaría en el terreno de Carlos Iturgaiz.

Si la alternativa a Iñigo Urkullu no fuera Maddalen Iriarte, la presión mediática sobre el Ejecutivo autonómico, por ejemplo por los trágicos datos de la pandemia, sería mayor que la actual. No se le perdonarían tal cantidad de errores, previsiones fallidas, inexactitudes, devaneos e improvisaciones.

Los poderes económicos, por contra, no necesitan contrapesos para estar satisfechos con las prácticas de Sabin Etxea, aunque preferirían que en el Congreso de los Diputados estuvieran más cerca de Pablo Casado que de Pedro Sánchez, aunque eso, en este momento, no sea una posibilidad real.

Demasiadas muertes

A las puertas de una tercera ola de contagios de covid-19, hospitalizaciones, ingresos en la UCI y, no lo olvidemos, fallecimientos, el Departamento de Salud ha sufrido dos bajas estratégicas de última hora.

El coordinador del plan de vigilancia y control ante la pandemia, Ignacio Garitano, presentó el 21 de diciembre su dimisión por motivos personales y profesionales. Fue quien durante un tiempo dio la cara ante los medios, sin que su opinión contara en la toma de decisiones que estaba en manos más políticas.

El 28 de diciembre, y sin ser una inocentada, quien anunció que dejaba su cargo fue el viceconsejero de Salud, Iñaki Berraondo. Se justificó diciendo que acababa de cumplir los 65 años y, por tanto, daba un paso atrás, pero lo cierto es que no se jubila.

Poco antes del nombramiento del nuevo Gobierno en setiembre, la anterior consejera de Salud, Nekane Murga, dijo contar con fuerzas para seguir, pero fue relevada por Gotzone Sagardui. También se fueron el director de Osakidetza Juan Diego y el responsable de Salud Pública Juan José Aurrekoetxea. Y la directora de Gabinete de Jon Darpón y Nekane Murga, Isabel Octavio, ha regresado a ETB.

Sin embargo, no se sabe si son abandonos o una reestructuración, puesto que en el Gobierno de Urkullu nadie da explicaciones, nadie hace autocrítica, nadie admite ningún error. Ni con el covid-19 ni con nada.

El último dato oficial de mortalidad relacionado con el coronavirus difundido por el Gobierno de Lakua es de 3.031 fallecimientos. Eso supone un 5,97% de las muertes consignadas en el total del Estado español. Hay que recordar que la población de la CAV es el 4,67% de la del Estado. Ese 1,3% de más suponen nada menos 676 personas muertas en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa por encima de la media.

Pero, lo dicho, ni hay autocrítica ni tampoco presión mediática que ponga el acento en las prácticas del Ejecutivo de Iñigo Urkullu. En nuestro ecosistema comunicativo somos más, en todo caso, de mirar a Madrid y centrarnos en Isabel Díaz Ayuso, puesto que mientras con alto consenso en nuestra comunidad la convertimos en pimpampum no nos fijamos en lo que tenemos más cerca.

Escenificación presupuestaria

El próximo capítulo de la escenificación política será la negociación presupuestaria, si es que llega a darse en serio. Y tiene una cronología marcada, del 11 de enero al 11 de febrero. Pese a contar con la mayoría absoluta que garantiza la aprobación de las cuentas, PNV y PSE intentan hacer ver que quieren ampliar su consenso a algún grupo de la oposición. No son pocos quienes creen que el Ejecutivo de coalición busca atraer a Elkarrekin Podemos-IU solo para tratar de poder presentar a EH Bildu como un grupo maximalista con el que es imposible negociar. Algo de esto se ha visto ya en lo que va de legislatura, aunque los partidos de Gobierno no se han prodigado mucho en la búsqueda de consensos.

En todo caso, fijándose en los antecedentes, también EH Bildu podría adecuar su táctica a esta realidad, pues ya conoció en su momento la enorme capacidad propagandística de la trituradora gubernamental.

 

Otra vuelta al Nuevo Estatus

Aunque en estos momentos está fuera de la agenda política y mediática, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, anunció en una entrevista en GARA el 20 de diciembre que el PNV está pensando en volver al debate sobre el Nuevo Estatus después de las elecciones catalanas y aprovechando la «ventana de oportunidad» que supone el actual Gobierno de coalición de Sánchez e Iglesias. Dijo barajar dos fórmulas: «Una, es darle una vuelta más como grupos parlamentarios al texto de los expertos con las aportaciones que tienen consenso y con las que no tienen tanto consenso, a ver si somos capaces de llegar a mayores acuerdos. O tenemos una segunda posibilidad: que el PNV asumiera la tarea de redactar una proposición de ley que luego sea susceptible de ser negociada y enmendada. Esto no le da miedo al PNV, pero preferiría la primera. Creo que en el último proceso no hicimos las cosas bien», aseguró.

Añadió que «probablemente teníamos las elecciones muy cerca y eso hizo que sobre todo nosotros y Bildu no hiciéramos el esfuerzo político sincero que habría que hacer para salvar un acuerdo. Yo le echo la culpa a Bildu y ellos nos la echan a nosotros. No voy a entrar en eso. Quizá ahora podríamos tener un margen para llegar a un acuerdo».

Según ha sabido este diario, las palabras del presidente del EBB, Andoni Ortuzar, han sido tomadas en cuenta en la dirección de EH Bildu.

En paralelo al debate del Nuevo Estatus se dará la negociación con Madrid de las transferencias pendientes, entre las que está la de Instituciones Penitenciaras, que pretende colocar a la CAV en una situación similar a Catalunya, mientras se siguen acercando presos.

Y, para todo ello, con los grandes desafíos que presenta el 2021 empezando por la pandemia, sería conveniente que Gobierno y oposición plantearan su acción más en términos de país que partidistas. Pero no se trata aquí de hacer un reparto equidistante de responsabilidades. Únicamente quien ostenta el poder tiene la posibilidad de compartirlo.