El Eibar cierra la primera vuelta con preocupación y una trayectoria atípica
Los azulgranas alcanzan el ecuador liguero con solo dos puntos de ventaja sobre el descenso y habiendo ganado un único partido en Ipurua. Solo el Huesca ha marcado menos goles que el Eibar que, sin embargo, tiene el aval de su buen rendimiento defensivo.
El Eibar prolonga la dinámica de las últimas temporadas y cierra la primera vuelta peligrosamente cerca de los puestos de descenso. Sólo dos puntos le separan del Elche, que además ha jugado dos partidos menos, en el ecuador liguero, que los azulgranas alcanzan con preocupación y una trayectoria atípica.
No es la primera vez que al Eibar le va mejor a domicilio que en Ipurua –en su primera temporada solo consiguió en su campo 12 de los 27 puntos con los que cerró la primera vuelta– pero nunca la diferencia había sido tan amplia como ahora, cuando ha logrado sólo siete de sus 19 puntos en Ipurua. Ha habido que esperar hasta la 17ª jornada, la penúltima, para que celebrase su primera victoria en casa. Antes apenas había podido rescatar tres empates, y encajado cinco derrotas, aunque no siempre sus actuaciones han merecido semejante castigo.
Pero el equipo se ha visto castigado por su falta de puntería. Ni siquiera el buen momento que atraviesa Kike García ha bastado. El Eibar es el segundo equipo menos goleador de Primera –apenas 16 goles en 19 partidos, una cifra que sólo empeoran los 14 marcados por el colista Huesca– y los números son aún peores en Ipurua, donde sólo ha marcado cinco goles. Y de ellos solo los dos que le hizo al Granada, en su única victoria como local hasta el momento, han servido para sumar algún punto.
Y es que pese a la fulgurante aparición de Bryan Gil, uno de los nombres propios de esta Liga aun habiendo disputado apenas once partidos en los que no ha llegado a los mil minutos, al Eibar le cuesta marcar y generar. En punta, aunque Muto va ganando en importancia, el equipo depende de Kike –Enrich apenas ha jugado 400 minutos y Quique González no llega a los cien–; la aportación desde las bandas, salvo en el caso de Bryan, no alcanza a lo que exige el juego del Eibar. No hay más que ver todos los jugadores que han ido pasando por la derecha, tanto en el lateral como en el extremo. Pozo en ambas posiciones, Correa –lesionado cuando mejor estaba–, Arbilla, Kevin, Inui, Muto, Kadzior…, sin que ninguno acabe de marcar la diferencia.
En la izquierda, con la baja de Cote desde julio, ni Kevin ni Soares, dos jugadores específicos, han podido desbancar a Arbilla del lateral –aunque ante el Atlético fue Bigas el que ocupó ese puesto–. Arriba hay menos dudas y, cuando no está disponible Bryan, el puesto es para Inui. En el centro del campo también se ha perdido la llegada que se tenía otras temporadas y, lo que es peor, el equipo va muy justito de creación. Algo que el club ha intentado solucionar, o al menos mitigar, con la reciente incorporación de Aleix García.
La aportación de los refuerzos
Habrá que confiar en que su rendimiento mejore la media del de los fichajes que se han realizado esta temporada. Lo de Bryan Gil es, desde luego, punto y aparte. Es el jugador más determinante del equipo junto a Dmitrovic y Kike García pese ser el 11º en reparto de minutos y haber participado en poco más que la mitad de los partidos. Pozo ha tenido más minutos pero en el extremo no acaba de convencer y solo se ha asentado en el lateral desde que Correa está lesionado.
De hecho Muto, 14º en minutos, está respondiendo mejor a las expectativas y ahora mismo es el mejor compañero de Kike en punta y una buena alternativa al conquense cuando Mendilibar opta por jugar con un solo delantero. Kevin tampoco se ha hecho con el puesto, ni el lateral zurdo ni el extremo derecho y punto y aparte merece lo de Recio y Kadior. La llegada del centrocampista cedido por el Leganés sorprendió en verano y su rendimiento está lejos de explicarla. El polaco, único jugador llegado por medio de un traspaso esta temporada, se acaba de marchar cedido a Turquía para buscar los minutos que no ha tenido aquí.
Es decir, que el Eibar ha perdido jugadores muy importantes de la temporada pasada a esta –empezando por Orellana, su jugador más desequilibrante, pasando por Charles, máximo goledor en el global de las tres temporadas que vistió de azulgrana, y acabando por Cote, básico en el juego del equipo y lesionado en la última jornada– pero apenas un par de los refuerzos que ha incorporado igualan o se acercan a su rendimiento.
Todo ello, unido a un mercado muy complicado, a que el límite salarial no da para más, y a que el margen de error es mínimo pese a que haya muchos equipos metidos en muy pocos puntos, provoca que el futuro cercano se mire con preocupación.
No todo es negativo, afortunadamente. Para empezar el Eibar, que solo ha pisado el descenso dos jornadas, depende de sí mismo. Y como ha comprobado en las dos últimas temporadas, en las que también llegó al ecuador liguero con menos puntos de los que le gustaría –los mismos 19 que ahora la temporada pasada, tres más la anterior–, la segunda vuelta puede dar mucho de sí. De algo tienen que servir, además, las buenas actuaciones que ha firmado el equipo en un buen número de partidos, incluyendo los que le han enfrentado a los rivales más fuertes de la Liga, aunque pocas veces lo hayan reflejado en puntos.
Puntos históricos
De la misma manera, si las cifras valen para preocupar, también deben hacerlo para tranquilizar. Y en ese sentido no se puede olvidar ni el trabajo defensivo de los armeros, ni si buena trayectoria a domicilio. El Eibar es, de hecho, el único equipo de Primera que ha marcado en todos sus desplazamientos. Eso le ha valido para sumar doce puntos, encajar sólo tres derrotas como visitante e incluso darse alguna alegría histórica, como su primer punto en el Camp Nou o su primera victoria en el Sánchez Pizjuán.
El equipo armero, además, se cuenta entre los mejos goleados de Primera. Pese a que es imposible hablar de una línea defensiva titular porque los cambios son constantes, sean forzosos o no, el Eibar ha encajado veinte goles. Una cifra que sólo mejoran cinco equipos, en algunos casos habiendo disputado menos partidos. Una virtud que el equipo de Mendilibar tendrá que mantener si quiere completar su séptima temporada en Primera con la misma satisfacción que los anteriores.