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Una jugadora de "Diablillas de Hondzonot" en mitad de la carrera. (Víctor RUIZ)

«Diablillas de Hondzonot», con bate en mano y descalzas, buscan combatir el patriarcado

Mujeres mayas de la comunidad Quintana Roo han encontrado en el softball una forma de luchar contra las costumbres machistas que les habían encorsetado a practicar deporte. Con la rebeldía por bandera, se han adueñado de la pista de juego de Hondzonot, comunidad de cerca de 400 habitantes.


En huipil –vestimenta maya– y sin deportivas, así practican el softball las más rebeldes de Hondzonot, comunidad ubicada a 80 kilómetros de Tulum (México), en Quintana Roo.

Las costumbres mayas les encorsetan practicar deporte con libertad por el qué dirán y porque «las mujeres tienen cosas que hacer en casa». Una costumbre que las mujeres de todo el mundo llevan tratando de erradicar desde tiempo inmemorables.

Un nuevo combate frente al patriarcado nos lleva a esta localidad del sureste de México que recuerda un poco a "Las Cholitas escaladoras", mujeres indígenas aymaras de Bolivia que escalan las montañas más importantes de Lon Andes con sus trajes tradicionales.

Las "Diablillas de Hondzonot" –así se hacen llamar porque están consideradas las «diablas» de la zona por no seguir los esteriotipos del patriarcado– juegan al softball descalzas y en huipil, una blusa o vestido adornado con motivos coloridos que suelen estar bordados, tal y como se puede apreciar en las fotos de Víctor Ruíz. Es una vestimenta propia de los indígenas y mestizos de la parte del sur de México y Centroamérica.

«Dicen que es juego de hombres, que las mujeres tienen cosas que hacer en la casa y es para hombres, no para mujeres», cuenta Fabiola May Chulin, capitana del equipo, en este reportaje de Televisa.

«Las mujeres aquí nunca salían a jugar, que no les hablaban por los maridos… Y dijimos, vamos a ponernos diablillas porque nos dicen que somos malas», explica, entre risas, Fabiola.

«No importa cuant@s nos critiquen les invito a q nos conozcan antes de juzgar y conocer realmente quienes somos», escribieron hace apenas un mes en su cuenta de Facebook, demostrando la lucha diaria que conlleva luchar contra los estereotipos.

El equipo tiene origen en un torneo de béisbol que se celebró en la comunidad a finales del año 2018 y desde entonces, estas mujeres "diablas" toman los bates cada tarde, siempre después de completar las labores de casa: «Nos encanta el softball porque nos libera».

Para algunos, se han vuelto el orgullo de la comunidad y hasta han recibido la visita del equipo "Diablos Rojos de México" o el reconocimiento del equipo "Leones de Yucatán". Los guantes, cascos y las pelotas, la mayoría en mal estado, son obsequios de equipos que por su fama han jugado con ellas.

En cuanto al huipil, todos bordados a mano, suelen arreglarlos por su coste elevado. Algunas solo tienen una vestimenta porque según cuenta María Tuz May su coste puede llegar a los 600 pesos «y con cada una de ellas solemos hacer como dos meses».

Sin zapatos porque «así corremos más rápido», con orgullo por escribir un nuevo capítulo de empoderamiento de las mujeres, tanto en la comunidad maya como en la sociedad de forma general, estas "diablillas" batean con rebeldía al patriarcado.