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De autor


Franco Battiato es desde ayer leyenda, aire, sombra, pensamiento convertido en polvo cósmico. Décadas ofreciendo una visión del mundo a través de sus canciones, donde fue capaz de hacer convivir conceptos de la filosofía, la ciencia, convirtiendo lo popular en materia de alta cultura, y la música que estaba atrapada en los gustos de la alta burguesía transformarla en cánticos que entraban en la mística de las cosas corrientes. Su obra es la de autor de emociones, de concepciones experimentales que debían maridar con lo pop, entendido esto como la herramienta para que cada idea concebida en la noche del desafío fuera un canto de esperanza, pese a tener siempre esas gotas de melancolía ácida que nos hacía soñar con la posibilidad de que todo lo que escuchábamos conformaba en nuestro interior una ilusión inmaterial de una delicadeza sanadora, que nos hacía bailar y leer a la vez.

Un gran autor, un gran maestro, un artista polifacético, global, colocado siempre en territorios de donde estiraba los límites. Un artista del que podremos escuchar durante siglos algunas de sus obras más emblemáticas. Forma parte ya de la historia reciente de un arte musical que se quiso siempre etiquetar para reducirlo pero que ha dejado en la música y la poesía joyas que se han arraigado de manera horizontal. Battiato es, además, el que más empujó hacia la excelencia. Y lo consiguió de manera ejempla y excelente.