Final Four Colonia 2021, se busca sucesor para el triunfador de Gasteiz 2019
CSKA de Moscú y Anadolu Efes repiten en la primera semifinal, la final de hace dos años. Un Armani Milano sin presión, que llega a su primera Final Four desde 1992, se enfrenta a un Barça como gran favorito, en una edición de Colonia sin espectadores pero mucha expectación tras un año muy difícil.
Decíamos ayer, que el CSKA de Moscú conquistaba su octava Euroliga a costa de Anadolu Efes, en una finalísima que acabó por 83-91 y puso el punto final a una Final Four de Gasteiz tan largamente soñada por Josean Kerejeta que, al final, pasó a la velocidad del rayo y que, a pesar del innegable éxito de organización que supuso, dejó también sombras en forma de precios abusivos –cuando la delegación rusa se queja públicamente del precio, háztelo mirar– en camas, restaurantes y abonos, sobre todo para quellos que corrieron a hacerse con el suyo, ignorantes de que los abonos que se «liberaron» a pocos días del inicio de la Final Four de 2019 iban a costar un 50% menos; unas sombras que tampoco despejaron unos días de perros, en los que la lluvia, el viento y el frío dejaron a los aficionados con pocas ganas de jarana, o que huyeron (sic) de Gasteiz porque Bilbo y Donostia –«ciudades dormitorio» de esta Final Four–, resultaban más cálidad ¡y más baratas!
Decíamos ayer que la Final Four de Gasteiz 2019 fue la última en disputarse, porque la de Colonia 2020 no se pudo disputar. Es por esi que, aunque sea a puerta cerrada, el Lanxess Arena de Colonia vivirá la Final Four de Colonia 2021, después de haber vivido una Euroliga a trompicones, entre brotes de la covid-19, partidos aplazados mediante una reglamentación que la propia Euroliga cambió sobre la marcha y muchos sobresaltos en el camino.
Y no podía ser de otra forma, el primer partido que ponga en marcha esta Final Four este viernes a las 18.00 enfrentará al campeón CSKA de Moscú con el subcampeón. Un Anadolu Efes que llega a esta cita alemana con la espina de no haber podido ganar la edición de 2020 de la Euroliga, luego de haber practicado el mejor juego de todos los integrantes de aquella temporada truncada por la pandemia de la covid-19.
Como bautizara ese niño grande que es Ergin Ataman en la previa de la Final Four de Gasteiz, su Anadolu Efes –«los Golden State Warriors de Europa»– se volverá a cruzar con los «Milwaukee Bucks de Europa», con Will Clyburn, MVP en Gasteiz, erigido en el Giannis Antetokounmpo de los moscovitas.
Iguales, pero distintos
Esta semifinal, aunque haya pasado un mes desde que terminaran los cuartos de final de la Euroliga, llega después de que los de Dmitris Itoudis se reivindicaran al barrer por 3-0 a un Fenerbahçe tocado por las lesiones y el coronavirus, al tiempo que Anadolu Efes, aunque cumplió los pronósticos frente al Real Madrid, debió recurrir al desempate y sudar tinta para batir al cuadro merengue –pese a las evidentes taras físicas de los de Pablo Laso, a cuenta de las lesiones–, con Larkin y Micic –recientemente nombrado MVP de la temporada– alternando grandes partidos con grandes apagones, y salvados por la campana en forma de triplazo de Krunoslav Simon en el partido decisivo de la eliminatoria.
Es por eso que, a diferencia de otras ocasiones, Ergin Ataman esta vez se ha puesto la piel de cordero y ha dejado sus bravatas para mejor ocasión. «No sé si nuestro estilo imaginativo será suficiente para ganar», ha admitido el preparador otomano, que mientras se quita presión, se pone medallas.
«Les doy libertad en ataque a mis jugadores y eso hacen que jueguen cómodos», algo que le hace estar «orgulloso» tanto de sus jugadores como del club que los ha «protegido».
Micic y Larkin vienen a ser, de largo, la pareja de bases más demoledora de los últimos años en Europa, y esa capacidad de romper los partidos será su principal fuente de puntos e inspiración, y más ante un CSKA de Moscú que ha sabido sobrevivir al cisma entre Dmitris Itoudis y Mike James, que ha terminado con el exbase de Saski Baskonia en la NBA –y con contrato hasta final de campaña– y a Itoudis feliz de que no haya ningún ego por encima del suyo, amén de haber conseguido prorrogar su contrato –después de reconocer que en su día pudo haber parado por Gasteiz–, algo –en lo del ego y el contrato– en lo que comparte buena nueva con su colega Ataman.
Sin Mike James, pero con Will Clyburn plenamente recuperado de su lesión de rodilla, el CSKA de Moscú vive una cierta irregularidad que lo hace más imprevisible de lo normal, pero tan peligroso como siempre.
El equipo del que fue el Ejército Rojo ya no es aquella máquina trituradora inexpugnable en apariencia, pero llegan a Colonia en gran forma, superando pese a tener el factor cancha en contra al Zenit de San Petersburgo en las semifinales de la Liga VTB, y pese a tampoco disponer de Nikola Milutinov para la pintura, tienen arsenal de sobra como para ganar al que haga falta.
El que fuera capitán del Baskonia, Tornike Shengelia, se ha destapado en estos últimos meses, mientras que el base italiano Daniel Hackett, con 16,5 puntos de media, está siendo el principal artífice del juego perimetral moscovita, junto con otro exbaskonista como Darrun Hilliard, al tiempo que Clyburn funciona a la perfección indistintamente de alero o de ala-pívot, mientras que Johannes Voigtman tendrá sus momentos, amén de la intendencia que los Bolomboy, Antonov o Kurbanov siempre proporcionan.
Dicen las casas de apuestas que Anadolu Efes es el favorito, dando por supuesto que el juego de los Larkin y Micic podrá con los múltiples recursos rusos, por no hablar de las rachas anotadoras de Beaubois, la presencia silenciosa del «rey gitano» Simon o la revelación Sertaç Sanli, que deben desarbolar al vigente campeón, nada menos.
«Tienen –en referencia a Efes– al mismo entrenador, los mismos jugadores y la misma filosofía. El partido no lo va a definir un solo aspecto del juego y cada momento nos mostrará el camino. Preparamos la semifinal para que nos desafíen», ha comentado a este respecto el bueno de Dmitris Itoudis.
Si hasta Ataman se pone la piel de cordero es porque sabe que ir de víctima le ha ido mucho mejor a su equipo, como bien se vio en las semifinales de la Final Four de Gasteiz, en el que desarbolaron al Fenerbahçe. En cambio, ir de favoritos les ha pesado como piedras atadas al cuello, una presión que históricamente, y salvo ante «bestias negras» concretas como Olympiacos, el CSKA ha sabido llevar mejor.
El triunfo que le falta a Pau Gasol
Por increíble que parezca –o no, porque fue el líder de la Fase Regular–, el principal favorito a ganar su tercer entorchado es el Barcelona de Saras Jasikevicius, que regresa a una Final four por primera vez desde la edición de 2014. Increíble, después de ver los sufrimientos y padecimientos que tuvo que pasar el cuadro catalán para dejar atrás al Zenit de San Petersburgo, que ganó el primer partido en el Palau y llevó el segundo a la prórroga, para acabar cediendo por 3-2.
Increíble, porque si hay un jugador franquicia que hasta la fecha se ha hundido por completo bajo presión, no es otro que Nikola Mirotic, razón por la cual Vasilije Micic le ha ganado por la mano el MVP de la Euroliga –que toma en cuenta tanto la Fase Regular como el cruce de cuartos de final antes de repartir sus galardones individuales– al ala-pívot hispano-montenegrino.
El Barça afrontará la segunda semifinal a partir de las 21.00 ante un Armani Milano que también ha sudado tinta, pero que en principio ya ha cumplido con meterse entre los cuatro mejores del continente. Es por eso que, una vez más, será el bando culé quien deba gestionar mejor la presión de saberse favorito.
En ese sentido, Saras Jasikevicius afronta este evento con la ambición de siempre y cortando por lo sano con la manía de emplar gaitas que se estila a este lado del Atlántico. «A una Final Four se va con la idea de ganar siempre», ha declarado en la previa un Jasikevicius que ganó con el Barça, con el Maccabi y hasta Panathinaikos el entornchado europeo mientras fue jugador, y que haciendo las veces de técnico llevó a Zalgiris a la tercera plaza europea en 2018.
Observando el comportamiento del Barça del último mes, se aprecia el crecimiento del peso específico de Pau Gasol, en detrimento de jugadores como víctor Claver –muy condicionado por una lesión a lo largo de la campaña– y Pierre Oriola. El gigante de Sant Boi llegó desde los Estados Unidos como quien va a un cementerio de elefantes, pero desde luego que, amén de ir cumpliendo con su deseo de ponerse en forma y poder acudir a sus quintos Juegos Olìmpicos con un nivel digno, está ofreciendo un comportamiento mucho mejor que lo que cualquiera hubiera vaticinado para un jugador que entre marzo de 2019 y abril de 2021 estuvo parado por lesión.
Cierto es que los mejores minutos de Pau Gasol se han visto en la Liga ACB y que en el cruce ante el Zenit Jasikevicius lo empleó con cuentagotas, al verlo incapaz de seguir el ritmo físico que exigía el reto. Pero en el trascurso de este mes de mayo Gasol ha demostrado que, aunque se mueva tirando a nada, sigue sabiendo cómo se juega a esto, sobre todo por su forma de pasar, tirar o penetrar desde la bombilla –la frontal del ataque–, al tiempo que la ausencia de la regla de los tres segundos (en zona) defensivos convierten al de Sant Boi en un peligroso «protector del aro», mientras que los Brandon Davies, Rolands Smits, o los mentados Oriola y Claver con cuentagotas, se dedican a cubrir la cancha que las piernas de Gasol ya no alcanzan a cubrir.
Según Jasikevicius, Gasol «ha ido a más cada día que pasa», y pudiera ser que tenga más minutos en los que se juega el pase a la final, o en la final misma, caso de llegar a ella. En 2001, en plena eclosión, una inoportuna apendicitis dejó a Gasol y a su Barcelona sin poder avanzar en una Euroliga que tuvo a la Kinder de Bolonia y al Baskonia como protagonistas, meses antes de la triunfal marcha del ala-pívot catalán a la NBA. Es, junto con el oro olímpico, el gran título que le falta. Y desde luego, suena más realista para su palmarés añadir una Euroliga que el oro olímpico.
No obstante, pese a las múltiples armas que tiene este Barça –Cory Higgins, Abrines, Kuric, Hanga, Calathes, el joven Leandro Bolmaro...–, en principio debe llegar hasta donde llegue Nikola Mirotic. Una vez superado su atolondramiento del cruce de cuartos, el de Podgorica se plantea volver a recuperar su mejor versión ante Armani Milano.
«Mi sueño es poner al Barça donde se merece estar. Este debería ser el momento de conseguirlo, pero no quiero presionarme sino disfrutar dando lo mejor de mí y ayudar al equipo a ganarla. Estoy muy motivado», ha declarado el ala-pívot culé, que ha querido restar importancia a su «derrota» frente a Micic en la pugna por el MVP de la temporada. «Nadie recuerda los títulos individuales y los que me faltan son los colectivos, que son los más importantes», ha apuntado en la previa. Ahora bien, como se reproduzcan sus males de altura del cruce de cuartos en la semifinal –o en la finalísima–, ni la hipotética victoria lo librará de críticas y palos
Un outsider con muchos kilómetros
Que don Ettore Messina asome a una final Four como outsider es algo raro por definición. Entrenador de equipos se deyenda como las dos Kinder de Bolonia que dominaron Europa –la de Danilovic y la de Ginóbili–, y del CSKA de Moscú que en 2006 logró el primer cetro europeo desde 1971, llega al mando de este Armani Milano con los deberes hechos y con el cartel de víctima en su semifinal ante el Barça.
«Cuando no te dan como favorito, te hace sentir mejor», ha reconrdado el de Catania en la previa. La última edición en la que el cuadro lombardo pisó la Final Four fue en Estambul 1992, cayendo aquel equipo con Mike D'Antoni ¡como jugador! y Darryl «Baby Gorilla» Dawkins en las semifinales ante un «Partizan de Fuenlabrada» liderado por un recién retirado Zeljko Obradovic en el banquillo y jugadores del renombre de Sasha Djordjevic y Pedrag Danilovic, a la postre campeones –con triple ganador de Djordjevic ante el Joventut de Lolo Sainz–.
Después de 29 años de sequía a nivel europeo, Armani Milano ya ha cumplido y se enfrenta al principal favorito según los aficionados. Es decir, que todo lo tiene a ganar porque a nadie le sorprendería su derrota. Pero aparte de Ettore Messina, jugadores como Sergio Rodríguez, Gigi Datome y Kyle Hines también saben lo que es ganar la Euroliga; es decir, outsider sí, pero con muchas escamas en su piel como para ejercer como algo más que mero convidado de piedra.
«Es un reto poder ganar la Euroliga con un tercer equipo», ha admitido Sergio Rodríguez, vigente campeón de la Euroliga con el CSKA de Moscú, al igual que Kyle Hines, y que ya ganó un entorchado europeo con el Real Madrid con anterioridad –como Hyle Hines, que ganó la euroliga de 2012 con Olympiacos–.
«El equipo llega compenetrado y creyendo en nuestras posibilidades», observa el «Chacho», al tiempo que Ettore Messina subraya que «si estás bien en defensa, sabes que no vas a hacer ningún mal tiro».
Ante un Armani Milano que se quita la presión y se lava las manos, Jasikevicius apunta que «mis jugadores están preparador para sufrir». Es decir, para ganar su semifinal y meterse en la final del domingo a las 20.30, y evitar el partido por el tercer lugar, un engorro al que nadie le gusta jugar y que dará inicio a las 17.30.
La Euroliga, a trancas y barrancas, con las debidas PCR negativas hasta el momentos, y con presencia vasca en el colegiado bilbaino Juan Carlos García González y también la mesa de anotación del Buesa Arena, llega a su recta final. Todo el mundo está, dice, preparado para sufrir. Pero hagámosle caso al punky del basket europeo que no es otro que Ergin Ataman. «Que los aficionados disfruten de la Final Four por televisión y que en el futuro juguemos con más emociones. Porque el baloncesto no es solo dinero, presupuestos y economía, también es algo de lo que disfrutar».