Las elecciones de Sajonia-Anhalt ponen a prueba a la CDU de Laschet y Merkel
La xenófoba Alternativa para Alemania podría convertirse hoy en primer fuerza política en Sajonia-Anhalt. Más de un cuarta parte de los votantes tiene intención de darle su voto. Su victoria complicaría la vida al presidente de la CDU, Armin Laschet, que quiere suceder a Angela Merkel.
En los últimos días el líder de la CDU no ha dejado de marcar distancias a la AfD en general y en particular con aquellas corrientes en el seno de su partido que sí están dispuestas a colaborar con los ultras en el este alemán. «Con éstos ni hablar» ha decretado Laschet.
No obstante, en su partido existe la autodenominada Werteunion –Unión de valores– que no tiene problemas en colaborar con los ultras. «Tampoco hablaremos con él» dice el nuevo líder de la corriente, el economista Max Otte. Hace 30 años se afilió a la CDU. En enero dejó la dirección de la fundación Desiderius Erasmus, cercana a la AfD. El nuevo vicepresidemte de Otte, Klaus Dageförde, militó en organizaciones neonazis durante los años 80. La Werteunion pretende recuperar el espacio político que la CDU dejó cuando Merkel europeizó y humanizó el partido rescatando al euro y acogiendo a millón y medio de refugiados en 2015. El final de su era como canciller aviva la disputa interna porque el problema no solo se llama Otte.
En la propia Sajonia-Anhalt, el ministro presidente. Reiner Haseloff (CDU.) tuvo que echar en diciembre a su ministro de Interior Holger Stahlknecht, a la sazón presidente del comité regional, cuando este cuestionaba el tripartito con los socialdemócratas (SPD) y los Verdes. En una entrevista Stahlknecht barajó un gobierno en minoría de la CDU. Esta opción habría supuesto que la AfD lo tolerara.
La línea de Stahlknecht continúa aquella que sus correligionario trazaron ya en la vecina Turingia. En 2020 auparon junto con la AfD al líder del minoritario Partido Liberaldemócrata (FDP) en el cargo de ministro-presidente con el solo propósito de acabar con el tripartito del partido socialista Die Linke con el SPD y los Verdes. Para ello ni siquiera había un acuerdo de gobierno. Aquel día se rompió el «cordón sanitario» en torno a la ultraderecha. Después de fuertes protestas una moción de censura reinstaló a Bodo Ramelow (Die Linke) en el cargo de ministro.presidente.
«No se puede ignorar a una cuarta parte del electorado» argumentan quienes optan por algún tipo de colaboración con la AfD. Acto seguido, suelen añadir que la AfD con sus eslóganes solo pretende provocar para captar los votos de los descontentos. En Sajonia-Anhalt hay mucho descontento porque la política del siglo XXI prepara el cierre de los minas y de las centrales de carbón. Se verán sustituidas por las fábricas que producirán el «hidrógeno verde». No obstante, el adiós al carbón y la bienvenida al hidrógeno va en tiempo diferido, lo que da motivo de preocupación. A ello se añade el descontento por la gestión de la pandemia que en Alemania y una serie de escándalos de nepotismo que afectan ante todo a la CDU. La AfD la aprovecha para arremeter contra el sistema en general y los demás partidos en particular.
«Nuestro país, nuestras reglas» se lee en un cartel de la AfD. Su campaña electoral la lidera Oliver Kirchner, jefe del grupo parlamentario en Magdeburgo, que pertenece a la corriente ultra Der Flügel (El Ala), que integra las tendencias neonazis. Oficialmente El Ala quedó disuelta para evitar el espionaje del servicio secreto interior, pero las relaciones sociales siguen existiendo y las ideas, que niegan el Holocausto y otros hechos históricos, también.
El periodista Michael Kraske subraya que «la AfD piensa lo que dice». En su reciente libro “Tatworte” (“Palabras que llevan a hechos”) defiende la tesis de que los dirigentes de la AfD no hablan para provocar sino para definir el espacio político que piensan llenar con su pensamiento racista y ultranacionalista. Por eso, y no por sus provocaciones, cuenta con el 25% de simpatías en Sajonia-Anhalt.