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ELA apuesta por la unilateralidad pese a que aún no ve condiciones

La ponencia del XV Congreso apuesta por crear «un estado propio en forma de república». Sostiene que el proceso debe ser «unilateral y social», puesto que «hoy no tenemos suficiente fuerza –ni mayoría institucional– para romper con el Estado, ni siquiera para forzar una negociación política».

Mitxel Lakuntza, flanqueado por Ivan Gimenez y Amaia Muñoa. (Aritz LOIOLA/FOKU)

ELA celebrará el 24 y 25 de noviembre su XV Congreso y en su ponencia, titulada ‘Lo que realmente importa; Activar, Lograr, Cuidar’, el sindicato «apuesta por un Estado vasco, por una República soberana e independiente, como horizonte de emancipación nacional y de clase».

En el escrito aboga «por un proceso soberanista unilateral y social» para acumular las fuerzas que todavía no son suficientes.

El Congreso fue presentado este lunes en la sede del sindicato en Bilbo en una comparecencia a cargo de su actual secretario general, Mitxel Lakuntza, junto a Amaia Muñoa e Iván Gimenez. Lakuntza destacó que «es la primera vez» que ELA incluye la defensa de la república independiente en un congreso dentro de sus ejes de trabajo para los próximos cuatro años.

La ponencia recoge que «por república entendemos una comunidad de mujeres y hombres libres; protagonistas y dueñas de su organización social y política; con capacidad para decidir plenamente sobre su articulación interna» e internacional. Añade que «defendemos la soberanía como la antítesis del neoliberalismo».

A partir de la situación actual

ELA apuesta «por la integridad territorial de Euskal Herria», y asegura que lo hacen «de manera realista, partiendo de las instituciones, organismos y tradiciones políticas plurales que nuestra historia de partición ha traído hasta el presente».

Pero especifica que «nuestro proyecto de república parte del actual estado de cosas, si bien no aceptamos ni aceptaremos que los marcos en vigor se utilicen para socavar la expresión de la voluntad democrática de la ciudadanía».

ELA reconoce que «nuestra apuesta por la república nos otorga un norte, pero no resuelve, ni mucho menos, el camino a recorrer». Entiende que, ese proceso será unilateral, al menos durante mucho tiempo. Porque no hay un Estado ni siquiera abierto a negociar un plus competencial significativo, y menos aún para reconocer nuestro derecho a decidir».

Por ello, subraya que «solo nos cabe iniciar un camino unilateral de acumulación de fuerzas sabiendo que hoy no tenemos suficiente fuerza como para romper con el Estado, ni siquiera para forzar una negociación política para nuestro reconocimiento nacional». Explica que la unilateralidad no es nuestra vocación, sino nuestro único punto de partida realista y posible».

También entiende ELA que en la actualidad «no hay mayorías institucionales suficientes para aspirar a un nuevo estatus político en el corto y medio plazo en ninguno de los ámbitos administrativos de país».

En su ponencia propone «un proceso civil y democrático, que tenga a la sociedad como protagonista, y no sólo a las élites y las instituciones. Un proceso escrupulosamente respetuoso con los derechos humanos y con los derechos de las minorías».

El Estado tampoco es tan fuerte

Tras este análisis, que ELA reconoce «poco halagüeño», también concluye que «no es ni mucho menos pesimista». Puesto que observa que «tampoco el Estado es tan fuerte como para borrar de un plumazo las aspiraciones independentistas, la voluntad de autogobierno, el sentimiento nacional o nuestra identidad cultural».

Añade que «por otro lado, aunque minoritario en lo institucional, es mayoritario en lo sindical y muy referencial en lo social».

En su ponencia para el congreso, el sindicato entiende que «un proceso soberanista unilateral y social puede hacer de los vectores de clase, euskaldun, feminista, ecologista, democrático, decolonial… vectores fundamentales de acumulación de fuerzas que de otra manera no podría incorporar».

Y de esa forma, ELA cree que «al incorporar las aspiraciones y necesidades propias de las clases populares, puede hacer del soberanismo una dinámica atractiva para amplias y crecientes bases sociales, sobre todo entre las capas más golpeadas por la precarización, la desafección política y el pesimismo».