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Trípoli acoge una conferencia internacional en pleno ‘impasse’ político-militar libio

La capital libia acoge por primera vez desde la caída de Gadafi una conferencia internacional para conjurar definitivamente una crisis política, y militar, que no termina de cerrarse, entre otras cosas, por la poca voluntad de las potencias, interesadas y vecinas.

Arranque de la conferencia en la capital libia. (MAHMUD TURKIA-AFP)

Trípoli acoge este jueves la primera reunión internacional que se celebra en Libia desde el inicio de la guerra civil, para impulsar las elecciones previstas en diciembre y avanzar en la estabilización del país.

Además de representantes de la ONU, participan en la Conferencia de apoyo a la estabilidad de Libia los ministros de Exteriores francés, italiano y español y los jefes de la diplomacia de Egipto, Arabia Saudí, Turquía, Qatar, Argelia, Túnez, Chad y Sudán.

El objetivo es acabar con una crisis política y un conflicto militar que ha condenado a Libia al estatus de Estado fallido tras la revuelta popular que, apoyada por las potencias occidentales, derrocó hace 10 años al régimen de Muamar Gadafi.  

Tras un decenio de vacío político, de imperio de las milicias y de un conflicto armado y tejido sobre la división entre el oeste y el este de Libia (Trípoli versus Cirenaica), ambos bandos alcanzaron un acuerdo en enero para acabar con una guerra patrocinada por potencias extranjeras, formar un gobierno de transición, bajo la égida de la ONU, y celebrar elecciones presidenciales y parlamentarias el próximo 24 de diciembre.

Acuerdo bloqueado

A principios de octubre, el Parlamento establecido en la ciudad de Tobruk (este), bajo tutela del mariscal Jalifa Haftar, aprobó un nuevo marco legal que remitió a la misión especial de la ONU (UNSMIL).

Días después, la ley fue denunciada por el Consejo de Estado (Senado), con sede en Trípoli (oeste), que presentó su propia propuesta.

La principal discrepancia reside en el punto que permitiría a cualquiera que haya ostentado un cargo político o militar a concurrir como aspirante siempre que haya renunciado a su posición con tres meses de antelación, requisito que facilitaría la posible entrada en la carrera electoral de Haftar, quien renunció de forma provisional a su cargo el pasado 22 de septiembre, fecha límite.

Desde Trípoli denuncian que se trata de una maniobra para que el que fuera militar gadafista sortee el veto legal a los principales actores del desastre de los últimos años.

El primer objetivo de esta conferencia es garantizar la celebración de las elecciones, rodeadas de incertidumbre, y mientras aumentan las voces libias que piden su retraso para garantizar que cumplen mínimamente con los estándares democráticos.

Otro de los retos es profundizar en las ayudas económicas y financieras al debilitado país acordadas en la conferencia de donantes de Berlín.

Mercenarios y milicias

Finalmente, la conferencia debatirá la salida ordenada de todos los mercenarios y fuerzas extranjeras que han entrado en el país desde el inicio en 2015 de la guerra contra la organización yihadista Estado Islámico (ISIS) y el estallido de la guerra civil.

Durante los años en los que Haftar extendió su poder en el este del país y levantó un infructuoso asedio a la capital, incorporó a sus filas a miles de mercenarios sudaneses, chadianos, árabes, sirios y rusos, y en particular a la compañía «Wagner», a la que se asocia con el Kremlin y que se dio a conocer, y a temer, en las guerras de Ucrania y Siria.

Por su parte, el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) sostenido por la ONU en Trípoli, se defendió con la ayuda del Ejército turco y con miles de mercenarios sirios reclutados por Ankara entre los grupos rebeldes y salafistas.

El gobierno libio transitorio aspira a unificar al Ejército libio bajo un mando único, y pide apoyo técnico para desmantelar e integrar a la miríada de milicias, que ostentan realmente el poder.

La iniciativa incluye, por último, otros proyectos específicos para la reconciliación nacional, como la justicia transicional, la descentralización, la neutralización del poder tribal y la concienciación sobre los derechos humanos a través del discurso religioso y los medios de comunicación.

«Soberanía nacional»

Todo ello en el marco de una primera conferencia en suelo libio y en la que el Gobierno transitorio pondrá el acento «en la necesidad de respetar la soberanía, independencia e integridad territorial de Libia», en palabras de su ministra de Exteriores, Najla al-Manqoush.

Muy loables objetivos todos ellos, pero que chocan con la inercia histórica libia y con la dinámica de las potencias internacionales y regionales vecinas y que nacen ya con la ausencia en la conferencia de actores directos en el conflicto como Rusia y Emiratos Árabes Unidos, que apoyan militarmente a Haftar.