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Exguardaespaldas de Macron es condenado a un año de prisión firme por agredir a manifestantes

Alexandre Benalla –hasta 2018 responsable de la seguridad personal del presidente francés, Emmanuel Macron– ha sido condenado a tres años de cárcel, dos de ellos exentos de cumplimiento, por violencia en una manifestación del Primero de Mayo y uso fraudulento de pasaporte diplomático.

Alexandre Benalla abandona el Tribunal Correcional de París tras escuchar el veredicto. (Stephane DE SAKUTIN/AFP)

El Tribunal Correccional de París ha condenado a Alexandre Benalla por violencia en manifestación, por uso fraudulento de pasaporte y por llevar armas sin autorización. Además de los tres años de cárcel –dos de ellos exentos de cumplimiento–, ha dictado contra él 500 euros de multa, la prohibición de ejercer cualquier función pública en cinco años y la confiscación de sus armas.

El año de cárcel deberá cumplirlo bajo arresto domiciliario con un brazalete electrónico en casa de su madre, ya que la Sala ha considerado que Benalla ofreció falsos justificantes de domicilio, tal como han recogido este viernes los medios franceses.

El juicio empezó el pasado 13 de setiembre y los hechos por los que tuvo que sentarse en el banquillo marcaron el primer escándalo del mandato de Emmanuel Macron como jefe del Estado.

Hombre de confianza pero sin estatus oficial en el Elíseo

Benalla, que ahora tiene 30 años, se había ganado la confianza de Macron durante la campaña electoral de 2017 y, una vez en el Elíseo, fue ganando peso como responsable de su seguridad, pese a que su puesto no figuraba en el organigrama oficial.

El diario ‘Le Monde’ reveló en julio de 2018 un vídeo en el que aparecía equipado con un casco policial durante la manifestación del Primero de Mayo de ese año, reduciendo de forma violenta a militantes de extrema izquierda.

«No soy un ángel, no me ajusto a las normas (...) ¿Eso me convierte en un delincuente?», había cuestionado Benalla durante el proceso judicial, en el que consideró normal «haber detenido a personas que acababan de agredir a policías».

Los informes oficiales desacreditaron esa tesis al dar por probado que las fuerzas policiales tenían la situación bajo control.

Benalla sí admitió que el uso del pasaporte diplomático en viajes a África o a las Bahamas tras haber sido expulsado del Elíseo fue «una tontería». «No me parecía ilegal porque durante diez años vi a políticos hacerlo. No usurpé ninguna función», añadió en declaraciones recogidas por BFM TV.

Tras haber escrito un libro con su versión de lo sucedido, Benalla se mantiene alejado de la primera línea mediática.