El obispo Munilla anuncia su salida de la diócesis de Donostia tras doce años en el cargo
José Ignacio Munilla ha confirmado que ha sido nombrado obispo de Orihuela-Alacant a partir de este martes, 7 de diciembre, aunque seguirá como «administrador» de la diócesis de Donostia a la espera de que se designe a su sustituto. Su trayectoria en Donostia ha estado plagada de polémicas.
José Ignacio Munilla Aguirre (Donostia, 1961) ha anunciado públicamente su salida de la diócesis guipuzcoana en una rueda de prensa desarrollada este mediodía. Después de sustituir a Juan María Uriarte como obispo de Donostia, ha pasado doce años en el cargo que ahora dejará al haber sido designado obispo de Orihuela-Alacant por el papa Francisco.
El acto de posesión en tierras alicantinas se celebrará el 12 de febrero y hasta entonces Munilla continuará con «administrador» de la diócesis de Donostia. Él mismo ha anunciado que el 6 de febrero oficiará como despedida una eucaristía de acción de gracias en la catedral del Buen Pastor.
Todavía no se conoce el nombre de su sustituto. Al respecto, Munilla solo ha comentado esto: «Los católicos damos un voto de confianza al santo padre quien, con toda seguridad, buscará el mejor de los relevos posibles para el pastoreo de nuestra diócesis».
Este movimiento estaría enmarcado en una remodelación en la jerarquía de la Conferencia Episcopal Española, de la que otro ejemplo ha sido, en octubre pasado, el relevo en la diócesis de Bilbo con el nombramiento de Joseba Segura en sustitución de Mario Iceta.
Munilla fue ordenado sacerdote en la diócesis de Donostia en 1986, tras lo que fue coadjutor en la iglesia de La Asunción, en Zumarraga, para ser nombrado posteriormente párroco de El Salvador, en esta misma localidad, que es en la que se crió.
En 2006 fue nombrado obispo de Palencia, cargo en el que permaneció tres años hasta ser trasladado a Donostia, donde tomó posesión en enero de 2010.
Doce años marcados por las polémicas
La estancia de Munilla en la cúpula de la diócesis guipuzcoana ha estado marcada por continuas polémicas en torno a temas muy distintos. De hecho, el obispo donostiarra, que asumió el cargo en noviembre de 2009, las ha fomentado incluso a través de las redes sociales y de su propio programa en las ondas de Radio María.
En ocasiones, su comportamiento cívico no ha podido calificarse de ejemplar, como ocurrió durante el primer confinamiento por la pandemia de covid: en marzo de 2020, fue multado por incumplir el estado de alarma sanitaria, al conducir su coche por Donostia con una persona sentada a su lado.
Otra muestra de su carácter, cuando menos poco conciliador, fueron sus palabras en vísperas del 8 de Marzo de 2018. Con motivo de la huelga feminista convocada entonces, dijo que «el demonio ha metido un gol desde las propias filas» al feminismo «radical o de género», del que dijo que tiene como «víctima a la propia mujer y a la verdadera causa femenina».
También ha mantenido un fuerte pulso con las comunidades católicas de base de Gipuzkoa, que le han reprochado, entre otras actuaciones, el impulsar operaciones inmobiliarias. Críticas que le costaron el traslado al párroco de la Sagrada Familia (Amara), según denunciaron algunos feligreses.