Osasuna corta la sangría antes de que el enfermo acabe ingresando en la UVI
Diez jornadas ligueras seguidas sin ganar son muchos partidos y en el entorno rojillo ya comenzaban a aflorar los nervios sobre la aparición de antiguos fantasmas. La victoria frente al Cádiz ha frenado esa negativa tendencia, pero todavía queda mucho camino por recorrer.
La campaña pasada Osasuna acumuló nada menos que trece jornadas consecutivas sin conocer el triunfo, lo que llevó a las catacumbas clasificatorias y a tener que obrar una meritoria reacción en la segunda vuelta para poder conservar la categoría.
Esa dolorosa experiencia parecía que había calado hondo en el vestuario rojillo o eso es lo que en principio se podía interpretar del sobresaliente inicio competitivo de la presente temporada, especialmente fuera de casa, rompiendo récords históricos foráneos.
Incluso ello llevó a que más de uno echase las campanas al vuelo y pensase en objetivos poco acordes a la capacidad de la actual plantilla, por mucho que los gestores del club hayan llevado a cabo un importante esfuerzo económico para conservar e incluso mejorar un grupo de futbolistas que pueda competir en Primera.
La realidad volvió a poner al equipo en su sitio. El tránsito por una fase de enfrentamientos ante rivales muy complicados, pese al importante punto arrancado del Bernabéu y de casi hacer lo propio en el Wanda Metropolitano, provocó un cortocircuito en el rendimiento deportivo de la escuadra navarra.
Y del que le ha costado recuperarse nada menos que diez jornadas, con especial incidencia en su pobre bagaje casero. El entorno osasunista se las prometía muy felices con la renovación del estadio de El Sadar y la influencia que ello podía tener en un incremento de la productividad de puntos ante su afición, pero eso no ha ocurrido.
Hasta este pasado domingo, en toda la primera vuelta, Osasuna solo había ganado en Iruñea a un único equipo, el Rayo Vallecano, y gracias a un solitario gol de Manu Sánchez en las postrimerías del encuentro, muy en la línea de lo que protagonizó en el curso del ascenso.
Bajón de juego y resultados
Diciembre confirmó el bajón de juego y resultados del equipo, sin apuros clasificatorios por el colchón de puntos logrado en las nueve primeras jornadas ligueras. Los empates ante Elche y Levante, dos adversarios directos en la lucha por la permanencia, ratificaron dicha tendencia, solo amortiguada por el mejor sabor de boca que dejó la igualada ante el Barcelona.
Las derrotas ante Getafe y, sobre todo, la de hace una semana en el derbi frente al Athletic ya hicieron saltar las alarmas de un conjunto que parecía condenado a navegar de nuevo a la deriva y revivir antiguos fantasmas que podían poner en serio peligro su continuidad en la máxima categoría.
Por eso, la victoria frente al Cádiz, otro evidente rival en la pelea por proseguir un año más en Primera, se hacía tan necesaria y su materialización supone un respiro, máxime teniendo en cuenta el inmediato parón liguero, y un importante chute de autoestima para la moral de la plantilla y cuerpo técnico, de cara a afrontar los dos duelos que, como visitantes, les tocará acometer la próxima semana en un apretado calendario.
De hecho, los desplazamientos a Vigo y Granada demostrarán si el triunfo ante los gaditanos ha sido flor de un día o supone el comienzo de una etapa en la que el conjunto rojillo demuestre una mayor fiabilidad en ambas áreas y deje encarrilada la permanencia.
De momento, los de Jagoba Arrasate han logrado detener la hemorragia ante un contrincante, todo hay que decirlo, que le opuso poca resistencia. Celta y Granada serán piedras de toque más complicadas, que revelarán si el enfermo ha conseguido sanar o continúa doliente.