En baja definición
Empieza Sundance con el sabor agridulce del debut de Jesse Eisenberg en la dirección, mientras que el formato documental y el cine de género apuntan, muy a su manera, hacia los terrores de nuestros tiempos.
Sucede en las mejores familias, y desde luego, en los mejores festivales de cine. Siempre que la tecnología juega un papel importante en un evento (sea cual sea su naturaleza), lo más seguro es que algo vaya a fallar. Especialmente a lo largo de los primeros días; durante esos pasos iniciales en los que la falta de práctica (como si esta fuera la primera edición de este certamen; como si la pandemia se hubiera declarado ayer) pueden llevar muy fácilmente al tropiezo.
Arranca Sundance con una batería de películas que, para empezar, pone a prueba un formato online que, de momento, y a diferencia de lo que sucedió el año pasado, parece no tener capacidad para reproducir vídeos en alta definición. Esto, recordemos, en el año 2022. Llegados a este –embarazoso– punto, cabe analizar en profundidad (al menos cuando todo haya terminado y la sangre se haya enfriado un poco) el absurdo de una institución que debe velar por la buena salud del arte cinematográfico… pero que no se siente obligada a mostrar su selección de películas respetando esos mínimos técnicos que deben ayudar a resaltar sus virtudes.
En fin, que acostumbrándonos a la imagen en baja resolución (qué remedio), empezamos a explorar las distintas secciones del festival. La selección de hoy, compuesta por tres títulos, empieza con una de las propuestas que más expectación había levantado en la previa… y que rinde al nivel del sistema informático que está usando como soporte. El actor Jesse Eisenberg, esa imparable metralleta de palabras, estrena ‘When You Finish Saving the World’, su primer largometraje en calidad de guionista y director.
Este drama familiar, protagonizado por Julianne Moore y Finn Wolfhard, nos presenta a una madre y a un hijo incompatibles en su manera de ganarse la vida, y también en la de interpretar el mundo que les ha tocado vivir. Ella está empeñada en cambiarlo (para bien, se entiende); él simplemente se preocupa por la cantidad de seguidores que acumulan sus perfiles en redes sociales. Polos opuestos para ilustrar las tensiones inter-generacionales en el seno de los Estados Unidos más privilegiados.
Detrás de las cámaras, Eisenberg nos habla de los acuciantes problemas del primer mundo: los ricos y los famosos quieren serlo aún más, y los conscientes de los problemas de los demás, quieren guiar a los pobres desvalidos; iluminarles y librarles de esa ignorancia que les impide prosperar. Así de antipático, así de simplón, así de desconectado del mundo real… y por todo esto, así de acertado a la hora de tomar el pulso a esas élites culturales (en Sundance, se ruborizaron) que desde sus plácidas torres de marfil, van sentando cátedra sobre qué es lo que debería hacer el resto del mundo para alcanzar la felicidad, el altruismo puro, la perfección.
Con los estándares de calidad mucho más bajos se mueve la protagonista de la siguiente historia. En ‘Fresh’, de Mimi Cave (pistoletazo de salida a la sección Midnight, donde campan las propuestas más extremas del festival), una joven prueba suerte en aplicaciones para encontrar pareja… Hasta que por fin, aparece el príncipe azul. Un galán, un conquistador, un ser perfecto, ahora sí, encarnado por Sebastian Stan. Resistirse a tan escandalosa aglomeración de virtudes es misión casi-imposible, y de esto quiere hablarnos la directora, precisamente.
De cómo ciertos encantos se pueden conjurar para que bajemos la guardia. Esto es, en efecto, el enésimo cuento sobre ‘caperucitas y lobos’, solo que aquí la amenaza parece salida de una lluvia de ideas de un congreso mundial de sádicos. Cuando queremos darnos cuenta, alguien ha puesto sobre la mesa el plato más indigesto. Un bocado asqueroso, moralmente repulsivo… y aún así, extrañamente tentador. Es el inquietante sabor de la comedia negra terrorífica, sazonada con punzantes comentarios concerniendo a las carnes con las que los hombres (esos monstruos) siguen alimentando sus apetitos más malsanos.
Por último, en la sección de no-ficción de World Cinema, toca estremecerse con un documental que, contra todo pronóstico, se erige como la propuesta más interesante de esta jornada inaugural. Desde Israel llega ‘Tantura’, de Alon Schwarz, un metódico ejercicio de periodismo de investigación; una búsqueda incansable de la verdad soterrada. El pueblo que pone nombre al film se convirte así en el espeluznante memorial de uno de los episodios más sangrientos en la muy sanguinaria historia de la nación hebrea.
Apoyándose en la fórmula de las entrevistas de cara a cámara, el director invoca a víctimas y verdugos, a veces complementando relatos y a veces contraponiéndolos, pero siempre sin perder de vista el reguero de sangre –palestina–, esa vergüenza que algunos han pretendido tapar con el paso del tiempo, o directamente echando mano de las más viles mentiras. Compromiso inquebrantable para con las incómodas revelaciones de la memoria histórica, esa asignatura pendiente, miremos dónde miremos; esa dolorosa manera de comprobar que los fantasmas del pasado intentan disiparse con un presente que, por defecto, siempre mira hacia otra parte, y por si fuera poco, en muy baja resolución.